Cómo hablar de justicia en un país como este, en el que los peores crímenes se viven a diario en los hogares colombianos. Desde lo más pequeño se puede evidenciar lo más grande…
Mírese y pregúntese en cuántas cosas que vayan en contra de sus principios no ha sido cómplice o partícipe. Como la madre que encubre a un hijo ladrón o violador porque prefiere eso a entregarlo. Cuán grande es la estupidez humana que en algunos casos estos malos padres creen que hacen lo correcto, y lo único que consiguen es gestar a un monstruo y depredador social que normalmente sigue destruyendo la vida de las personas porque nunca ha sido reprendido por sus actos.
O también como la madre que permite que su esposo abuse física o psicológicamente de sus hijos(as), solo por el temor de perder a su marido; una cucaracha asquerosa que ya acabó con la inocencia y tal vez con la vida de su(s) hija(s) o hijo(s) para siempre.
O qué me dicen de los actos de corrupción que son tan comunes en Colombia como la rosca en los trabajos; en la que la gente no se tiene que ganar nada de manera legítima porque ya está ganado si es amigo o familiar del dueño del chuzo, o si por pura casualidad le hace un favor a cambio de otro al corrupto indicado.
Y luego se preguntan que por qué este país es como es y está como está; el país somos todos, y si todos están podridos, ¿entonces cómo esperan que esté este puto país? Pues fácil, podrido. Si la gente vive todo el tiempo encubriendo e idolatrando al malo, al corrupto, al asesino y al violador; y culpando, desprestigiando y menospreciando al bueno.
Un país en el que ser malo paga; en el que el que es bueno es un pendejo; en el que no importa usted como consigue la plata sino que la tenga o no la tenga; y en el que los lamesuelas adoran a la gente solo por las apariencias y desprecian a sus semejantes por arrancados.
La justicia debe comenzar en cada persona, en cada familia, en cada relación, en cada empleo y en cada cosa, por muy pequeña que sea. Son esas cosas precisamente las semillas que van después a crear el cambio colectivo.
¡Mírese y mire a los suyos! ¿Qué injusticias ha tenido que presenciar?, ¿cuántas ha callado?, ¿y de cuáles ha sido autor o participe?