No se trata de un error ni de una simple “t” en mala parte. La ciudad empo“t”erada es una expresión de gran espectro semántico cuya representación está en unos cuadriláteros recipientes plásticos ubicados en sectores estratégicos de la ciudad amurallada.
Cuando vi las poteras por primera vez, durante una caminata como cualquier turista, no alcancé a percibir de qué se trataba. Me mantuve en trance reflexivo. Tomé varios días en inferir que las poteras pintadas con simplistas representaciones no eran una contribución al paisaje de la urbe sino el símbolo del momento histórico que vive Cartagena.
Somos privilegiados en hacer parte de una época que los historiadores recordarán como período de La ciudad empoterada, que arrancó en los tiempos en que iba a ver Campo para todos (pero no hubo), pasando por los tiempos del virrey Barbita Vélez, cuyo feudo manejó a su antojo familiar, hasta llegar a los tiempos del Alcalde Pop, quien prometió “Primero la gente”, pero primero siempre fue José Julián.
Luego vino el artífice de las representaciones del empoteramiento, el Nenukito Surek, un alcalde encargado, quien permitió que los contratos para instalar, sembrar y pintar las poteras pasaran para que la ciudad tenga, por primera vez, la representación digna de un periodo de estancamiento. Los anales lo recordarán como el mandatario que con voz firme y movimientos impertérritos anunció que los corruptos se iban a joder. Está claro que no se jodieron y cumplir así con una de las máximas del periodo empoterado, en el que la incoherencia tiende puentes con la realidad de la urbe.
Con las primeras poteras en cercanías del Parque de la Marina o en La Bodeguita,
el transeúnte concluye que es una campaña de arborización,
pero qué campaña de arborización se hace empoterando los árboles
Cuando aparecieron las primeras poteras en cercanías del Parque de la Marina o en La Bodeguita, el juicio coherente de cualquier transeúnte concluye que es una campaña de arborización, pero qué campaña de arborización se hace empoterando los árboles que deben crecer en libertad de tierra firme. Así se disfraza una necesidad apremiante como tener avenidas y calles llenas de árboles, que reclama el desarrollo sensato de Cartagena.
Hay que felicitar a los gestores de la iniciativa, a los asesores en comunicación que pregonaron la experiencia, a los estrategas que convencen a los funcionarios, y a los funcionarios que entregan unas Obcene Public Stealing (OPS, por sus siglas en inglés) para que Cartagena sea pionera en el empoteramiento de lo público y marque una tendencia mezquina en el desarrollo urbano.
CODA: El POT (Plan de Ordenamiento Territorial) trae las primera 3 letras de Potera. Proviene de los remotos tiempos de Carlos Díaz Salsero Redondo. Desde entonces han pasado 9 mandatarios. El Concejo sesiona ahora con 8 probos dirigentes. Diga usted si eso es ejemplo de empoteramiento del cabildo. Los que anotan, vayan seguro con el 398. ¡La suerte está echada!