“Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi (la) infancia
y nada te será negado” Oración al Niño Jesús (Novena de Navidad)
Quienes mejor han interpretado este mensaje navideño son sin duda los publicistas, los comerciantes, los políticos y los gobernantes. Los niños y las niñas son un excelente pretexto para los fines e intereses del mundo adulto.
Una sopa de verduras siempre se promocionan con un niño o niña que muy feliz expresa que le gusta y está muy rica. Un vicepresidente podrá a aspirar a ser presidente si todas sus intervenciones las remata invocando “a los niñas y los niños de la zona urbana y de la zona rural, del campo y de la ciudad”. Aunque no votan, siempre hay un senador o una senadora de los niños. La mejor estrategia de un gobernante para recuperar o acrecentar su imagen es untarse de niño o niña, si es pobre mucho mejor, y publicitar machaconamente los programas destinados a la niñez.
Nuestra Constitución tiene un artículo para ángeles, que dice: “Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión. [ …] Los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás”. (Artículo 44)
De todos estos derechos el que menos se cumple es el que consagra la libre expresión de su opinión.
Los gobiernos destinan un alto porcentaje de los presupuestos a programas y acciones en favor de la infancia. Un enjambre de funcionarios y expertos se encargan de decidir que quieren los niños y las niñas, cuando es tan sencillo simplemente escucharlos. Pero no todo está perdido. Medellín lo está haciendo y el experimento arroja muy buenos resultados.
La administración de Alonso Salazar decidió en 2010 acoger y poner en práctica el programa La Ciudad de los Niños, que en el mundo promueve el pedagogo e investigador italiano Francesco Tonucci, y que ha sido acogido por ciudades como Roma, Barcelona, Buenos Aires, Lima, ente otras. Su objetivo es tan simple como trascendental: que los alcaldes de la ciudad escuchen periódicamente a los niños y tengan en cuenta sus ideas y recomendaciones sobre la ciudad y los asuntos relacionados con la infancia.
“Un instrumento fundamental para reconstruir un ambiente acogedor y disponible, relacionado con los niños, es pedirles que contribuyan, llamarlos a colaborar para hacer un cambio real del ambiente urbano. La participación de los niños es útil y ventajosa si se dan dos condiciones fundamentales. La primera, el adulto que invita a los niños a participar tiene que estar convencido de que los niños pueden realizar una contribución real, estar dispuesto a tenerlos en cuenta y por consiguiente, a necesitar su ayuda. La segunda, el adulto que invita a los niños a participar tiene que tener el poder para llevar a cabo al compromiso adquirido. La ciudad, a través de su gobierno, puede participar con los niños, sobre todo en aquello relacionado con la reestructuración de espacios, infraestructuras y lo relacionado con la movilidad de los peatones. Mediante una correcta participación, los niños viven importantes experiencias de ciudadanía que contribuyen al bienestar de todos”. http://goo.gl/x8Gug
La manera de escuchar a los niños es muy elemental: un consejo de 46 niños y niñas, entre 9 y 12 años de edad, hablan periódicamente con el alcalde y le expresan lo que piensan de los problemas de Medellín y le ofrecen soluciones. La iniciativa procura en todo momento que se respete la libre y autentica expresión de los niños, evitar toda manipulación por parte de intereses adultos, aceptar la validez de las “niñadas” que digan o propongan. Respetar sus errores de habla y de escritura. Procurar entenderlos. El ejercicio de escucha iniciado por Alonso Salazar ha sido continuado por el alcalde Aníbal Gaviria. http://goo.gl/nePGM
Entre las muchas propuestas de los niños y niñas para el actual plan de desarrollo de Medellín se destacan:
Que haya un hospital con ambulancia para los perritos. Un lugar donde estos puedan recuperarse en un lugar adecuado y luego ser adoptados por personas.
Que los policías no traten mal a los ladrones.
Crear un lugar donde se “rehabiliten” a los papás maltratadores.
Sería bueno tener una institución donde se les enseñe a los niños a manejar el tiempo de estudio. También donde se puedan “recreacionar” y aprender/investigar para que no estén pegados del computador/televisor.
Hogares con los niños y niñas que tienen que trabajar, donde además estudien. Que no trabajen.
Crear más espacios de diversión para menores de edad (discotecas para menores de edad).
Hacer más parques donde los jóvenes puedan ejercitarse “como el que hay en el estadio”.
Crear una ciclovía en la noche que pase por lugares representativos de la ciudad, que no sea en línea recta como la “regional”.
El ejercicio democrático de Medellín bien podría ser seguido por otros alcaldes, con seguridad no solo se van a divertir, sino que tendrán la oportunidad de escuchar una opinión sincera y desinteresada, la de los niños y las niñas, que están cansados de que se gobierne en su nombre y sin consultar que desean, en que sueñan, que quieren, que les disgusta y gusta. No es mucho pedir. Son simplemente cosas de niños.
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