La ciudad de la que casi nadie habla en el país, pero a la vez es muy famosa, alberga a decenas de turistas nacionales y extranjeros. ¡Santa Cruz de Mompox es su nombre!
Mompox, Bolívar, fue declarado monumento nacional en 1959 y patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1995. Además, es Distrito especial de turismo histórico y cultural desde el 27 de diciembre de 2017 por celebrar la mejor Semana Santa del país como tradición.
La semana mayor se efectúa por herencia de colonizadores que llegaron de España a territorio Momposino.
La celebración de los actos religiosos empieza el domingo de Ramos, seguido del miércoles santo, cuando los momposinos realizan una marcha en honor a los difuntos, alumbrándolos con velas y ofreciéndoles flores en las tumbas del cementerio. Este acto se lleva a cabo con el fin de oír marchas fúnebres, que son dedicadas a los seres queridos que han abandonado este plano terrenal.
Por otra parte, el jueves santo empiezan los ritos católicos que conmemoran la pasión, muerte y resurección de Jesús. Las tradicionales procesiones se realizan en horas de la noche para que la luz de las velas se vean en su máximo explendor, y por supuesto, cuando las altas temperaturas que azotan a Mompox hayan bajado.
Un sinnúmero de personas hacen el papel de nazarenos, los cuales son conocidos como los Nazarenos de las siete iglesias, que llevan en sus hombros en grupos de tres las imágenes que representan la Semana Santa, al son de la música, haciendo movimientos rítmicos de un lado a otro, de atrás hacia adelante y durante el trayecto se ponen de rodillas tres veces diciendo a manera de exclamación el nombre de Jesús.
El sábado santo se realiza la vigilia Pascual y el domingo se oficializa la misa de resurrección, actos con los que finaliza la semana mayor.
Los hoteles en “la Tierra de Dios”, como es conocido Mompox, no dan a basto para tantos turistas que llegan de los distintos rincones del planeta a ser testigos del porqué se ha ganado ese apelativo. Sus habitantes alquilan sus casas, apartamentos, habitaciones y hasta locales comerciales a turistas que llegan a reflexionar, disfrutar y a degustar de las maravillas naturales que ofrece Mompox, como el arroz de coco, patacón, el pescado, la icotea, jugo de tamarindo y la limonada, que hacen parte de la gran variedad de su gastronomía, el río Magdalena, sus calles, las casas ubicadas en el centro y en la albarrada (calle que está ubicada a orillas del río).
Los momposinos se caracterizan por ser los más fervientes devotos a la religión católica en Colombia, tanto así que en sus casas cada familia tiene un altar con distintas imágenes de Santos y de Jesucristo. Los abuelos y papás consagran a sus nietos e hijos a esas creencias encaminándolos a participar en los eventos de la semana mayor anteriormente mencionadas.
Las almojábanas, los casabitos, el queso de capas, los dulces en especial los únicos e inigualables dulces de limón y el orejero son unos de los pasabocas predilectos típicos en esta región del país, y que son elaborados en los barrios San Francisco y Jahen.
Otra de las maravillas que tiene Santa Cruz de Mompox son sus mujeres, quienes con sus bellezas caribeñas y exóticas engalanan la depresión momposina.
Menchiquejo, Bolívar, es un corregimiento que provee de sus deliciosos y tradicionales bollos limpios (se llaman bollos limpios porque son blancos), bollos de yuca y de plátanos, a los municipios, pueblos cercanos y principalmente a Mompox. Ese corregimiento queda a diez minutos de la ciudad Santa.
Los Menchiquejeros no solo viven de la elaboración y exportación de bollos, sino de la agricultura y de la pesca.
Mompox y Menchiquejo, Bolívar, son las tierras de mis ancestros maternos. Mis abuelos Fredesfinda De Rodríguez (Q.E.P.D) y Salvador Eladio Rodríguez son nativos de estas lindas tierras en donde nace también mi señora madre, Nilsa de Meneses Rodríguez.
En la recién Semana Santa mi madre Nilsa, en compañía de mi abuelo, su padre Salvador Rodríguez, su hermana mayor, mi tía Glenys Rodríguez y de su cuñado, mi tío Javier Palomino (esposo de mi tía Glenys), visitó a Mompox y Menchiquejo después de 40 años de ausencia. Ahí recordó los momentos dorados de su infancia y adolescencia que vivió con sus amigos, con quienes se reencontró en las calles y en las proseciones. Al visitar el colegio Nacional Pinillos de Mompox en donde cursó su primaria y secundaria, las calles y los lugares que solía frecuentar, la llenó de alegría y los recuerdos de inmediato regresaron a su mente. A las hermanas Rodríguez Longaray y a su padre, mi abuelo Salvador Eladio, los embargó la nostalgia y la tristeza al llegar a la casa en donde vivieron la mayor parte de sus vidas.
En entrevista con mi madre, Nilsa Rodríguez, me contó que tanto Mompox y Menchiquejo han cambiado para bien. Están irreconocibles.
“Hijo, debemos ir el próximo año con tus hermanos a Mompox para que conozcan a mi tierra, mientras se enamoran de ella”, precisó mi madre, Nilsa de Meneses Rodríguez.