Esta es una invitación a la reflexión sobre los actores en la respuesta al brote por Coronavirus. Como sociedad necesitamos entender que estamos atravesando una situación de salud pública histórica y es importante aclarar que la manera en que estructuramos nuestras narrativas (incluso en chats informales) afectan a corto y largo plazo la manera en que funcionamos como sociedad.
Es importante que reconozcamos que la primera línea estratégica en la guerra contra el coronavirus no son los profesionales de salud y sí que la primera línea estratégica en la guerra contra el coronavirus son los biólogos, epidemiólogos, estadistas, farmacéuticos, físicos, geógrafos, inmunólogos, matemáticos, químicos, veterinarios, virólogos e innúmeros científicos de áreas afines, cuya investigación e intervenciones epidemiológicas salvan a millones.
Cada persona que no se enferma o cada persona que no acaba en un hospital durante un brote o pandemia es gracias a las pautas epidemiológicas producto del trabajo científico para frenar el avance de la enfermedad.
Considero esta reflexión importante pues interpretaciones equivocadas sobre el papel de los científicos llevan a la desvalorización de la ciencia y resultan en menos apoyo tanto de la sociedad como del gobierno—tanto en el ámbito del fomento a la investigación como en la inclusión de científicos en la toma de decisiones. Esta desvalorización se traduce en la falta de preparación y/o respuestas tardías que colocan vidas en riesgo durante una pandemia. Es hora de que como sociedad re-formulemos nuestras narrativas y las hagamos de forma tal que todos los agentes involucrados sean valorizados.
Mi intención no es disminuir el mérito de los profesionales de salud—¡Enfermeras, médicos y asistentes hacen un trabajo admirable! Mi intención es reconocer el trabajo de los científicos cuyo trabajo afecta directamente el desenlace de los brotes por enfermedades infecciosas.
Cada vez que una persona no viene al hospital por el sarampión es gracias tanto al desarrollo de vacunas—realizada por biólogos, químicos, farmacéuticos y otros científicos—así como al trabajo continuo de los profesionales de salud publica, epidemiólogos, estadistas y otros científicos que en conjunto diseñan y promueven las estrategias de vacunación adecuadas.
Los brotes por el virus del Ébola no han alcanzado un mayor foco de propagación internacional gracias al trabajo oportuno de epidemiólogos, geógrafos, veterinarios, y otros científicos que delinean las estrategias epidemiológicas para que el virus no llegue a nuestros países y así evitar casos en nuestros hospitales.
Gradualmente menos camas de hospitales son ocupadas por pacientes con SIDA, gracias a la acción de epidemiólogos, farmacólogos, matemáticos y otros científicos que desarrollan anti-virales y formulan las intervenciones adecuadas para reducir la transmisión del VIH.
Todo lo que se puede hacer epidemiológicamente para prevenir casos es clave para mantener el sistema de salud en buen funcionamiento. Los profesionales de la salud no están al frente de la situación, hacen parte de la cadena final de acción. Atender a un enfermo es el último recurso. Mantener a todos protegidos es nuestro objetivo fundamental.
En este momento, una fracción importante del equipo al que pertenezco (El Centro de Modelaje Matemático de Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Higiene Y Medicina Tropical de Londres) se dedica a investigar los más variados aspectos del brote por coronavirus con el objetivo de formular y evaluar las estrategias de contención y mitigación que pueden ayudar al gobierno en la toma de decisiones.
Algunos de mis colegas (biólogos, epidemiólogos, estadistas, matemáticos, físicos, entre otros) abandonaron sus rutinas habituales desde el comienzo del año y se dedican por completo a la investigación de la epidemiologia del nuevo coronavirus humano. Otros, lo hacemos de tiempo parcial, o usando el tiempo que nos resta en las noches y fines de semana pues los brotes no toman turnos y necesitamos continuar generando conocimiento para controlar las epidemias actuales el virus del Dengue, el virus de la gripe, la tuberculosis y otros agentes infecciosos.
Una opinión en el The New York Times califica a los epidemiólogos como las nuevas estrellas del rock. Sin embargo, considero importante enfatizar que ninguno de nosotros quería que este nuevo brote ocurriese. Los científicos quisiéramos que nuestros modelos matemáticos estuvieran equivocados, que este brote fuera insignificante, que no hubiera enfermos yendo a nuestros hospitales y que no tuviéramos que trabajar contra el reloj para reducir la propagación del virus en nuestras comunidades y hogares. Los epidemiólogos queremos lo mismo que como sociedad queremos: que este brote acabe lo más pronto posible y de la mejor forma posible.
Si algo positivo viene de todo esto es el reconocimiento del trabajo imprescindible que desempeñan tanto los científicos que participan en la respuesta estratégica frente al brotes, así como de los científicos que con su labor contribuyen a nuestro bienestar y progreso. Es importante que la sociedad entienda el valor de la ciencia para nuestro beneficio propio. Es importante que la sociedad entienda el valor de la educación publica y gratuita para generar conocimiento. Es importante que la sociedad entienda el valor de la atención en salud gratuita y de calidad, para aquellos que se enferman y requieren usar este recurso. Juntos, como sociedad, debemos aplaudir la ciencia y exigir más y más apoyo y recursos.
Somos muchos los involucrados en la guerra contra el coronavirus. Los hospitales no son la primera estratégica en esta guerra. Nuestros profesionales de salud tratan a los caídos. La primera línea estratégica en esta guerra son los científicos. Sin la ciencia, el área de la salud no tendría planes de acción, protocolos de manejo o tratamientos. Pero todos, absolutamente todos somos fundamentales para proteger a las personas.
Por último, recordemos que el nuevo coronavirus no se propaga por sí solo, nosotros lo propagamos con nuestras acciones. No existe una solución farmacéutica en el momento y por tanto nuestras acciones son la solución. ¿ya se lavaron las manos hoy?