Estos cinco periodistas norteamericanos estaban vinculados a medios de peso como el New York Times, aunque la mayoría de ellos tenían responsabilidad sobre la región, Bogotá era la ciudad base y su cubrimiento informativo estaba muy centrado en el conflicto colombiano que incluía los grupos armados ilegales —lograron primicias con la guerrilla de las Farc que usualmente prefería a los corresponsales extranjeros para dar entrevistas en clandestinidad—, el narcotráfico pero también las Fuerzas Armadas colombianas.
El año pasado el congreso norteamericano aprobó una bolsa de US $ 448 millones para Colombia. Un presupuesto nada despreciable para el gobierno nacional. Sin embargo, el senador demócrata Patrick Leahy aseguró que se debe revisar la colaboración norteamericana al ejército colombiano tras conocerse los seguimientos ilegales adelantados en, por lo menos, el último año.
El actual ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, ha quedado muy mal parado con estas revelaciones ya que como canciller visitó el New York Times a dar explicaciones a raíz del informe de su corresponsal Nicholas Casey que puso al descubierto una directriz dentro del ejército que podría derivar en la reaparición de los falsos positivos.
Nicholas Casey había llegado a Bogotá como corresponsal del New York Times en el 2016 después de un atropellado paso por Caracas donde el Presidente Nicolás Maduro impidió su regreso a Venezuela después de unas vacaciones del periodista fuera del país.
En una nota publicada en el New York Times el 18 de mayo de 2019, reveló la directriz del Ejército orientada reconocer resultados por bajas que podría revivir los falsos positivos, señalando a la cabeza del ejército el general Nicasio Martínez.
Esa publicación le trajo a Casey un sinnúmero de señalamientos, incluidos los de la senadora María Fernanda Cabal, quien en un trino publicó dos fotos, una de Casey y otra de un fotoperiodista, asegurando que "en 2016 [Casey] estuvo de gira con las farc en la selva. ¿Cuánto le habrán pagado por este reportaje?".
Su carpeta en inteligencia se abrió dos días después de las acusaciones.
Tras las falsas acusaciones en redes sociales además de otros mensajes intimidatorios, Casey decidió salir del país: "Acusaciones menores en Colombia, donde vivo, han causado la muerte de personas. No fue una época fácil para mí, el fotógrafo ni nuestros editores", dijo el periodista en una breve entrevista.
Lynsey Addario fue reportera gráfica también de importantes medios de comunicación en todo el mundo, pero siempre ha preferido trabajar como independiente. Se trata de una experimentada periodista que desde los 90 ha recorrido el mundo con su cámara, siguiendo los peores conflictos. Vivió en el Medio Oriente; cubrió el conflicto en Afganistán e Irak tras la invasión norteamericana, estuvo en el Congo retratando la violencia sexual y en 2011 soldados israelíes la retuvieron durante horas, la desnudaron y la obligaron a pasar por los Rayos X a pesar de repetir una y mil veces que estaba embarazada. El gobierno israelí terminó reconociendo la falta y pidiendo excusas públicas.
El 16 de marzo de 2001, mientras registraba la guerra en Libia, Lynsey Addario fue secuestrada junto a su equipo de periodistas del New York Times. Durante seis días estuvo en manos de las fuerzas armadas de Gadafi, que se defendía ante su inminente caída. "¿Qué hago acá?" fue la pregunta que se hizo Addario cuando fue secuestrada, pero la respuesta apareció apenas unas horas después: "porque amo mi trabajo". Gracias a la intervención del New York Times, los hombres de Gadafi aceptaron liberarla a ella junto a todos los periodistas, pero con la sentencia que no podría volver al país. Ganó en 2009 el Premio Pulitzer.
Entró en la mira del Ejército colombiano después de que viajara al Chocó a tomar unas fotografías para un reportaje publicado en la revista National Geographic sobre la guerrilla del ELN en el departamento. El Ejército le armó una carpeta especial, y georreferenció todos los lugares que ha visitado. Incluso, intentaron rastrear sus fotografías sobre el ELN para saber en qué lugar se encontraban los guerrilleros.
Stephen Ferry llegó a Colombia hace más de veinte años y es una de las personas que más ha registrado el conflicto colombiano.
Con formación en historia Latinoamericana comenzó trabajando en Bolivia y aterrizó a Colombia invitado por la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano a comienzos del 2000 a dictar un taller de fotorreportaje, y se quedó.
En el 2012 recopiló su trabajo gráfico alrededor del conflicto en el libro 'Violentology', con imágenes reveladoras sobre la guerrilla, los paramilitares o las escenas de dolor de las víctimas. Ha buscado retratar la resistencia de la gente ante la violencia.
Ferry terminó en el radar del ejército por ser un supuesto enlace de la fotoperiodista Lynsey Addario.
Fogueado como reportero de guerra entre 2001 y 2004 cuando estuvo en Irak y Afganistán, John Otis llegó a Colombia como corresponsal en 1997 y terminó radicado en el país; se casó con la periodista Alejandra De Vengoechea.
En 2010 escribió su libro 'Law of the jungle' sobre la Operación Jaque y una vez firmado el acuerdo paz ha registrado la vida de decenas de disidentes de las Farc que decidieron abandonar el proceso de paz, un punto de gran interés para el Ejército colombiano,
Según el propio Otis, su nombre pudo haber terminado en las carpetas del Ejército por cuenta de una entrevista el año pasado al comandante del ELN y jefe de la comisión de negociadores, Pablo Beltrán, en La Habana.
Actualmente es corresponsal en América Latina para National Public Radio (NPR) y colaborador de la revista Time y The Wall Street Journal.
Juan Forero, ha sido colaborador del Washington Post y The New York Times, pero desde el 2014 es el corresponsal senior del The Wall Street Journal, para la región de los Andes.
De origen colombiano, creció y estudió en Estados Unidos, pero regresó a América Latina como periodista y se radicó en Colombia. Se recuerda por una investigación publicada por el Washington Post en agosto de 2011 que demostró cómo las ayudas del gobierno norteamericano al gobierno de Álvaro Uribe terminaron en el DAS para chuzar a opositores. Un trabajo realizado con la periodista Claudia Julieta Duque que enfureció al expresidente que, aunque refutó públicamente el contenido, éste nunca pudo ser desvirtuado.