La llamada fue a finales de julio. José Gabriel Ortiz estaba en su apartamento en Las Lomas, un exclusivo barrio de Ciudad de México. Desde que dejó de ser embajador en el país azteca el 30 de agosto del 2015 decidió no regresar a Colombia y aceptar la propuesta de Carlos Julio Ardila de ser el representante comercial de la organización Ardila Lülle en esa capital. Allá vive con su segunda esposa, Diana Van Meerbeke y su hijastro Tomás, un avezado chef que los descresta cada noche con un plato exótico. Pero todo cambió con la llamada de José Antonio De Brigard.
Desde el 5 de abril del 2019, cuando fue elegido presidente del Canal RCN una de las ideas que tenía De Brigard para remontarle en el Rating a Caracol era convencer a su viejo amigo de su regreso a Colombia. Durante más de una década José Gabriel Ortiz fue el amo del talk show en Colombia. Aunque nunca estudió periodismo —es Ingeniero Civil de los Andes— su experiencia en medios tal vez empezó desde la fría tarde de marzo de 1972 cuando se casó con María Elvira Samper, una institución del periodismo en Colombia y quien por esos años era profesora de Filosofía en el Colegio Colsubsidio.
En esa época vivían en un apartamento de 70 metros cuadrados en el barrio El Polo de Bogotá. Tenía un jeep que le regaló su papá Gabriel Ortiz, un cafetero de origen paisa y con él iba a mercar a una hacienda alemana que a comienzos de los años 70 tenían unos alemanes en la Avenida Suba con Calle 100, justo donde queda ahora Iserra y luego a rumbear a la carrera 13 con calle 43 a La Discotheque, el mejor rumbeadero de Bogotá cuyo dueño también era de dos íntimos suyos, Juan Antonio Sanint y Enrique Santos Calderón.
Nadie duda de que el éxito de José Gabriel ha sido su carisma, su capacidad de tener amigos. Sin embargo, el ser “el rey de la fiesta” como lo bautizó la propia María Elvira Samper, le costó su primer divorcio en 1978. En esa época su amigo Guillermo Perry le había conseguido un trabajo hartísimo en Planeación Nacional, en la Unidad de Investigación Operacional en donde le tocaba hacer cuentas en una oficina y cuyo único consuelo era un sueldo de más de 4 mil pesos mensuales.
Del aburrimiento lo salvó otro de sus amigos, Felipe López, quien le propuso embarcarse en la aventura de crear Programar Televisión para que fuera el Gerente. La joya de la corona de esa programadora era el Noticiero de las 7 presentado por Juan Guillermo Ríos. Entre 1983 y 1987 fue el rey de la audiencia.
El amor lo volvió a encontrar con Diana Van Meerberke con quien se casó en 1986 y ha aguantado el tren de vida que lleva, un yuppie cuya principal virtud es ser el centro de atención de las reuniones más encopetadas es por eso que en 1993 el entonces ministro de Comercio Exterior, Juan Manuel Santos, le propone abrir la primera oficina de Proexport en Europa. Madrid fue durante muchos años el centro de operaciones de José Gabriel, por esa época abrió su propio negocio de exportaciones hasta que el propio Carlos Ardila Lulle, cuando recién arrancaban los canales privados, lo llama para que presente un programa que sería el primer Late Show de la televisión nacional. Sus amigos más íntimos e influyentes lo convencieron y él, escéptico, aceptó, pero juró que esa vaina solo duraría tres meses. Diez años duró el experimento, fue el dueño del rating e imponía agenda. En su programa pasó todo el mundo, desde Celia Cruz, hasta Diomedes Díaz, Jaime Garzón dio su última entrevista a un medio en ese lugar y para la historia quedó su interpretación de Candela al lado de César Mora quien era el hombre que llevaba la batuta en la orquesta de salsa que sonaba en el programa.
Cuando la televisión terminó su amigo Juan Manuel Santos le ofreció en el 2011 ser embajador en México. En Colombia la noticia cayó mal. Era el colmo de la frivolidad que un cachacazo como él, quien incluso había confesado que una de las cosas que más asco le daba era darle la mano a la gente y no tener un lavamanos cerca, un caballero que podría gastarse en un repuesto de su pluma Montblanc más de quinientos mil pesos, no tendría conexión con la gente en México. Además, ¿cuál carrera diplomática había hecho?
Lo primero que hizo fue remodelar la vieja casa de la embajada, ubicada también en Las Lomas y cuya estructura estaba frágil desde que el terremoto de 1985 devastó el DF. Allí no sólo atendió las solicitudes de cientos de colombianos, sino que recibió a los influyentes amigos que tiene en México, desde súper empresarios como Carlos Slim o Ricardo Salinas, Director General del Grupo Salinas, hasta escritores como Álvaro Mutis o Gabriel García Márquez quienes lo visitaron antes de morir.
Cada fiesta sirvió para estrechar lazos comerciales. De los 18 Grupos Comerciales que están invirtiendo en Colombia José Gabriel Ortiz trajo seis entre los que se cuentan el Grupo Slim, al Grupo Femsa, quien pensaba hacer dos sofisticadas plantas de Coca-Cola en Lima, los convenció para que las construyeran en Colombia, además consolidó a Cemex en el país al igual que al grupo Bimbo.
Si, la vida estaba resuelta en México y a sus 72 años lo mejor era pensar en la vida plácida de un hombre maduro que tiene riqueza y buen gusto. Pero la adrenalina pudo más. En la cena en el apartamento de Brigard que se llevó a cabo a finales de julio asistió Carlos Julio Ardila, su amigo, a quien no le costó demasiado trabajo convencerlo de que podría regresar al país a hacer su acostumbrado show. Al principio José Gabriel, cuando vio el set nuevo, alcanzó a arrepentirse. En una década el mundo y sobre todo la televisión ya no son las mismas. Le dijeron que ese primer programa tendría de invitados a los candidatos a la alcaldía de Bogotá, con lo cual no tenía ningún problema, pero además llevarían a la cantante de reguetón Carol G de la que no sabía un carajo. Sintió mareo, la náusea del fracaso lo empezó a dominar, pero se sacudió y estudió sobre ella y hasta ya disfruta su música. Su arranque fue prometedor así no lo haya acompañado del todo el Rating, una de sus grandes obsesiones.
No vivirá del todo en Colombia, vendrá al país una vez al mes para grabar y seguirá viviendo en el DF, recibiendo amigos, gozando la vida, como lo ha hecho siempre.