Para los congresistas Colombianos parece ser muy cómodo crear y establecer con frecuencia leyes y/o decretos concernientes al campo educativo, pues finalmente no son ellos los que entran en las aulas a dar las clases y mucho menos a pensar la forma de hacerlo. Tal es el caso de la LEY No. 1732 del 1 Septiembre de 2014 por la cual se establece la Cátedra de la Paz en todas las instituciones educativas del país. Básicamente el objetivo de esta ley es crear y consolidar un espacio para el aprendizaje, la reflexión y el diálogo con base a una cultura de paz, la convivencia, los derechos humanos y un desarrollo sostenible que busque un bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población.
El objetivo es interesante e incluso encaja perfectamente en vísperas de paz con las FARC, pero mucho más importante que la misma ley en sí, es la necesidad de llevarla a la práctica, algo que ha Colombia le ha costado desde siempre. De buenas intenciones se hacen las leyes pero algo sigue estando mal entre la teoría y la praxis. Lo que sí es cierto es que los encargados y máximos responsables de que dicha ley se cumpla eficaz y pertinentemente somos nosotros, los docentes. ¡Ministra! No hemos acabado de entender, comprender e incluir en nuestros currículos académicos una ley anterior, cuando ya sale otra y otra más que obligatoriamente hay que cumplir. Ahora bien, ¿Qué hay de los padres? ¿Cuál es el rol de ellos en este caso? ¿Luego la mejor cátedra y pedagogía de Paz no debe comenzar en la familia fomentando normas básicas de convivencia y paz? Todo parece indicar que tenemos que hacer nuevamente lo que en casa no se hace.
Pero eso no es lo peor de todo, lo grave es que busqué y busqué en el Ministerio y en las Secretarias; guías, cartillas documentos, o al menos capacitaciones que me pudieran facilitar la enseñanza de esta nueva asignatura, y ¡Oh sorpresa! No hay absolutamente nada. Lo que si encontré fue la posibilidad de comprar algunos textos pedagógicos sobre dicho tema a las editoriales. Traducción; ¡Privatización del conocimiento y de lo público! ¡Gravísimo para la educación Colombiana! Y sin embargo, Tenemos que cumplirle al estado, a la sociedad y a las directivas institucionales.
Para el 2016, la Cátedra de Paz debe estar establecida en todas las instituciones educativas, pero una Cátedra de Paz como asignatura que carece de orientaciones y criterios pedagógicos por parte del propio Ministerio de Educación Nacional queda coja, floja, sin proyección social y dada a múltiples interpretaciones en un contexto cultural tan diverso como el nuestro. No basta con plasmar el objetivo en un papel Ministra y tampoco se trata de “Usted se inventa y nosotros hacemos como podamos”, sumando además que por ningún lado se encuentran los DBA (Derechos básicos de aprendizaje de la Cátedra de Paz) como si existen en otras materias igual de importantes. El desconocimiento sobre los contenidos temáticos apropiados a incluir en el pensum académico y las competencias a evaluar generan confusión, ¡pues en ningún lado están con claridad! y cualquiera de nosotros puede caer en el error de politizar el tema y de paso enfocar erróneamente nuestro quehacer pedagógico y eso sería un daño enorme para los niños, niñas y jóvenes del país que anhelan por un país en paz y sin conflicto armado.
Honorable Congreso de la República, la educación y la enseñanza no se hace desde las salas del congreso, se hace en las aulas e involucrando a las comunidades educativas, debatiendo con nosotros los maestros y con las instituciones, escuchando necesidades y atendiendo deficiencias reales para llegar a acuerdos mutuos. Los docentes necesitamos con urgencia, Ministra, parámetros, criterios, orientaciones y una que otra capacitación a nivel Nacional (no solo en Bogotá) que nos permita construir en las aulas un sentido pedagógico, es decir; un por qué, un para qué y un con qué de tan importante y necesaria es la Cátedra de la Paz.