La situación que afronta el departamento de La Guajira, en Colombia, es sin duda una situación calamitosa, la cual requiere toda la atención de gobierno nacional y la solidaridad de todos los colombianos como hermanos. Más allá de vivir en mejores condiciones, sea donde sea que vivamos, cada ciudadanos de este país tiene una responsabilidad innata de velar por el bienestar general del resto de compatriotas.
Resulta por supuesto indignante saber que cerca de 37.000 niños, de diferentes localidades del departamento, estén en condiciones de desnutrición graves. Es también para la reflexión el hecho de que los pobladores locales tengan que abastecerse con insumos traídos del país vecino Venezuela. Un Estado organizado debe comprometerse al correcto funcionamiento de cada rincón de su territorio y debe garantizar las mejores condiciones a cada persona que a él pertenezca.
Desde el periodismo debe trabajarse profundamente en una investigación pertinente, la cual permita un entendimiento del problema que afecta a la zona, para lograr poner en aviso, a viva voz, a las autoridades correspondientes. Así, un periodista comprometido debe hurgar en lo profundo del meollo, buscando causas, afectados, percances y permitiendo que los pobladores manifiesten, cuál es la situación real que los atañe. La posibilidad de suponer no tiene cabida alguna; los guajiros deben ser escuchados y atendidos.
Reportajes como los que ha hecho la Revista Semana durante los últimos meses son sin duda rescatables. Mostrando una actitud comprometida, y siendo respetuosos a su labor informativa, y lo que esta implica, dicha revista ha sabido investigar y casar a la luz la problemática nefasta que azota la vida diaria de un departamento olvidado.
Los medios de comunicación deben comprometerse a ser agentes de intervención, de manera importante y trascendental, en La Guajira, a fin de desglosar y exponer, de manera prolija y detallada, la situación catastrófica que se vive allí. Por lo tanto, cada periodista que entienda su responsabilidad como formador de conciencia social y ciudadana, está en la obligación de develar al público observador los percances lamentables que golpean a una parte de Colombia. No hay cabida para la desinformación, la realidad de Colombia incluye a La Guajira.