El oficio de lustrabotas no es tan antiguo como muchos podrían creer. De hecho, no tiene más de cuatro siglos. Según la historia, esta labor nació en el siglo XIX, lejos de Colombia. Aunque tiempo después nació La casa de los lustrabotas.
Las principales ciudades del Reino Unido fueron testigos del auge de este oficio callejero, que tardó algunos años en llegar a nuestro país. Sin embargo, cuando lo hizo, se convirtió en una actividad importante en la sociedad colombiana.
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Por lo que se sabe, este trabajo fue adoptado en Colombia a finales del siglo XIX. Según la historia, el encargado de traer este arte fue un francés de apellido Deutienes.
El primer lugar donde se empezó a popularizar fue Chapinero, y esto tiene una explicación lógica: era una zona de tránsito común, pero también muy lodosa, lo que generaba una alta demanda para los lustrabotas.
El crecimiento del gremio y el nacimiento de La Casa de los Lustrabotas
Con el tiempo, el oficio tomó gran fuerza y se expandió por toda Colombia. Se convirtió en un gremio organizado y notorio para el Estado, además de ser parte del día a día de quienes querían lucir zapatos bien cuidados.
Es en este contexto que nace La Casa de los Lustrabotas, un lugar que aún se mantiene en pie y que sigue recordando a aquellos personajes que, aunque menos visibles hoy en día, siguen resistiendo para que su labor no desaparezca.Para la década de 1950, los lustrabotas eran una parte esencial del paisaje urbano de Colombia, especialmente en Bogotá.
Ante esta realidad, el Estado vio la necesidad de crear un espacio organizado donde estos trabajadores pudieran descansar, compartir y disfrutar de momentos de recreación.
El crecimiento del gremio era tal que, para ese entonces, ya existía la Sociedad de Limpiabotas. Fue precisamente a ellos a quienes el gobierno entregó en 1952 un edificio especialmente destinado a su labor.
Ubicación e importancia de este lugar considerado patrimonio cultural
La Casa de los Lustrabotas nació en Los Mártires, en el barrio Panamericano, y contaba con un teatro e incluso canchas de tejo.Más allá de ser un simple espacio de recreación, se convirtió en un refugio para los lustrabotas, permitiéndoles fortalecer su gremio y contar con un lugar de apoyo.

Han pasado más de 70 años desde su creación, y hoy en día se podría considerar patrimonio de la ciudad.Este lugar nos recuerda aquellas labores que fueron fundamentales en Bogotá y en toda Colombia.
Si buscamos su dirección en Google Maps, podremos ver su icónica fachada, la cual hace alusión a este oficio e incluso rinde homenaje a personajes como Jaime Garzón.
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