Sabemos que, en abril de 1948, la última vivienda de Jorge Eliécer Gaitán fue declarada Monumento Nacional, no para rendirle honores al líder popular, sino para quebrar la resistencia de su viuda, que se negaba a dejar que lo sacaran de su casa para enterrarlo hasta tanto no cayera el gobierno.
Al magnicidio le siguió el memoricidio, método aplicado desde tiempos de la Colonia, como sucedió con la condena a muerte a José Antonio Galán el Comunero. Sus verdugos ordenaron que fuera “…declarada por infame su descendencia, ocupados todos sus bienes y aplicados al Real Fisco, asolada su casa y sembrada de sal para que de esta manera se dé al olvido su infame nombre y acabe con tan vil persona y su detestable memoria”.
Lo mismo han aplicado contra la Casa-Museo Jorge Eliécer Gaitán, a la que han ordenado “salar”, saqueando sus muebles y enseres, llevándolos a desvanes y depósitos de mala muerte, cuyos techos están llenos de filtraciones y goteras, por donde pasa la lluvia y el polvo que se acumulan sobre aquel mobiliario dejado a la merced del abandono. En medio de un basurero botaron los diplomas de grado de Jorge Eliécer Gaitán, tanto el que le otorgó la Universidad Nacional como abogado, así como el diploma CUM LAUDE de la Real Universidad de Roma, como exaltación a su tesis de doctorado sobre la premeditación en el delito, lanzándolo a la fama mundial por sus aportes al derecho penal.
Es puro y neto memoricidio. El mismo que se le quiso aplicar a la casa de José Antonio Galán el Comunero.
Salar con premeditación y alevosía la vivienda de los héroes populares asesinados es un gesto tramado a-priori por conocedores de lo que significa para la memoria de un pueblo la preservación y conservación de una casa-museo. Porque el famoso dicho: “quien no conoce la historia está condenado a repetirla” es una gran equivocación. Lo grave, lo peligroso, es que, si se conoce la historia, el pueblo pueda repetir esa historia que, en el caso del gaitanismo, significó la aplastante derrota electoral de la oligarquía en las elecciones parlamentarias, en asambleas y concejos en 1947, victoria que le abrió el camino a la futura toma del poder por el pueblo.
Para eso cometen memoricidio, para que el pueblo olvide que, cuando se unió en torno al gaitanismo, derrotó a la oligarquía, la aplastó, quedando ad-portas de tomarse el poder. Esa es la razón, ni más, ni menos, del saqueo que le han hecho a la Casa-Museo Jorge Eliécer Gaitán.
Los que manejan la Casa-Museo dicen ser museólogos. Por eso conocen perfectamente el significado sociológico y psicológico que representan las casas-museo. Dice Soledad Pérez, experta en la materia: “Las casas-museo ejercen una importante labor de conservación y difusión del patrimonio inmaterial, en mayor medida que otras tipologías museísticas conocidas. Custodian un patrimonio inmaterial que se hace visible a través de la exposición de una serie de objetos que no adquieren sentido en su contemplación individual, sino cuando configuran un sistema cultural en el que unos y otros interactúan y exteriorizan la existencia humana en su dimensión privada. El montaje expositivo de las casas-museo hace visible, mediante la recuperación o la evocación de ambientes, una serie de aspectos inherentes a una cultura pasada, entre los que el mobiliario ocupa un papel de primer orden…”.
