El lunes 11 de febrero de 2019 en Páez hacía sol. El cielo estaba despejado y las montañas caucanas se veían a la perfección. Campesinos y campesinas de varias veredas estaban contentos porque habían terminado de construir una casa que serviría para poderse encontrar. Cerca de 150 mujeres, niños y hombres inauguraban la casa, que horas después sería quemada por la guardia indígena y comuneros del cabido de Cuetando.
Los campesinos de Páez aprovechaban la asamblea para realizar la elección de sus nuevos representantes y la conformación de los distintos comités. Al menos seis de las nueve veredas estaban reunidas en el lote Los Pomos, donde decidieron construir la Casa Campesina. Este predio años atrás había sido dado a los campesinos por la Alcaldía Municipal en calidad de comodato, luego de ser un proyecto fallido de vivienda.
Sobre las once de la mañana, al menos 200 indígenas nasa entraron al lugar. Algunos venían de otros cabildos y llegaron en chivas al centro poblado de San Luis; y otros, se movilizaron desde el cabildo de Cuetando que queda ubicado en el municipio de Páez. A pesar de ser un día soleado, los líderes de la guardia indígena y autoridades del cabildo, en su mayoría vestían ruanas de clima frío y portaban bolsos grandes. Algunos niños hacían parte de las filas para entrar al espacio, que rodearon.
Los indígenas se tomaron la palabra, y en compañía de funcionarios de la Alcaldía Municipal, manifestaron que se realizaría una segunda entrega del predio Los Pomos a nombre del cabildo, desconociendo el anterior acuerdo que había realizado la administración con los campesinos de la zona. La tensión en la reunión se hizo evidente, el ambiente se empezó a poner tenso porque los campesinos manifestaban su desacuerdo y algunos guardias indígenas gritaban para amedrentarlos.
Cójanlos, cójanlos, se escuchaba y los campesinos se agruparon para evitar que los comuneros se llevaran a los líderes que protestaban. Los líderes campesinos deciden retirarse de la casa para evitar la confrontación y se organizaron alrededor de una olla comunitaria que habían estado preparando algunas personas para acompañar la inauguración de la casa. Una vez los hombres, mujeres, jóvenes y niños almuerzan, deciden retirarse del lote, pues los indígenas seguían en el predio.
Acto seguido la guardia indígena y los comuneros que se quedaron en la casa campesina la tumbaron con motosierras, barras y machetes, para armar fogatas. Los funcionarios de la Alcaldía Municipal no se fueron del lugar. La casa campesina en la que habían trabajado más de cien personas en distintas jornadas, fue destruida y quemada en su totalidad. Así mismo, una casa en material de un campesino y al menos dos más en madera y polisombra, corrieron con la misma suerte. El predio está ubicado frente a una institución educativa, y al ser un lunes, los niñas y niñas tuvieron que presenciar el evento.
Los líderes campesinos que se dirigían en moto a una vereda cercana para hablar de lo sucedido y organizarse para colocar las denuncias legales, fueron detenidos en un retén que había instalado la guardia indígena. Les pidieron una requisa y al no acceder fueron golpeados con las chontas, dejando a un líder campesino y a una menor de edad heridos.
Después de casi cuatro años, los campesinos y campesinas no han logrado reconstruir la casa por la inseguridad jurídica que hay alrededor del predio, además de la escasez de recursos. Tienen miedo de volver a construir y que vuelva a ocurrir la misma situación, pues los conflictos territoriales aún continúan.