La senadora Paola Holguín, una de las brillantes figuras del Centro Democrático, Generación del 14, ha puesto a Juanpa entre los palos. Porque con la Constitución en la mano le ha exigido la cartica, la que ocultan en Palacio hace más de tres años y en la que vaga la clave de las negociaciones con los bandidos de las Farc.
La cosa comenzó cuando el asesino Lozada destapó el cuento de la cartica, recordando que las conversaciones de La Habana empezaron después de que Juanpa dijera por escrito —imperdonable imprudencia—, de que nada había en la Plataforma Bolivariana de las Farc que no pudiera discutirse, porque sobre todo cabía acuerdo. La senadora Holguín, con video en mano, le exige a Juanpa que muestre la cartica. Nada, pues, de esconderla como los tramposos de pueblo engañan incautos escondiendo la bolita. A mostrarla.
Mientras Juanpa revela su secreto, en el que nos va la vida, porque ahí está la huella del elefante en la mantequilla, cabe examinar lo que las Farc llaman su Plataforma Política Bolivariana, así de pomposo el nombre, y con la que Juanpa se mostró ya sustancialmente de acuerdo.
Patria Grande y Socialismo, es la consigna. La Patria Grande es el totalitarismo y el socialismo es el camino. Abolición de la propiedad privada, concentración de los medios de producción en manos del Estado y a obedecer para sobrevivir. Juanpa quiere millones de obreros trabajando para un solo patrón, que será él, por supuesto. Timochenko quiere los mismos esclavos, pero el látigo será suyo. Buen comienzo.
En política agraria, liquidar el “latifundio”, que ponemos entre comillas, porque no se define. Pero redistribuir la tierra, así como ya lo dijeron los áulicos de Juanpa en sus primeros borradores de paz. Una reforma agraria en grande y de verdad, a la chavista, que es el modelo de todo el documento que analizamos.
Rechazo a la política neoliberal, que se expresa en esa maldita invención burguesa de la propiedad privada. Y para lograrlo, hay que empezar por nacionalizar la energía, las comunicaciones, los servicios públicos, las vías, los puertos y los recursos naturales.
El petróleo, el gas, el carbón y la electricidad quedan en manos del gobernante socialista. Afuera los malditos inversionistas en esos capítulos del capitalismo nauseabundo. Queda por saber de dónde saldrá la platica, pero como uno invade, roba, quita y no paga, el problema quedará para más tarde. De modo que a construir hartas refinerías, que lo dicen expresamente, sin tomarse la molestia de explicar con qué. El con qué siempre queda para después en la mente infantil y atrabiliaria de todos los socialistas.
Las comunicaciones son una parte especial del manifiesto. Porque deben quedar en manos del Estado, lo dice, y en todo caso los medios serán democratizados. El modelo chavista y correísta de esa democratización ya es harto conocido. Y sus consecuencias también. Lo curiosos es que los candidatos seguros a la confiscación no se han dado cuenta. ¡Con lo ocupados que viven! El doctor Sarmiento Angulo, los herederos de Julio Mario, el doctor Ardila, los inversionistas en telefonía y en televisión y en prensa, harían bien en mirar esta parte de la cartica. Los lectores, oyentes y televidentes, también.
Las compañías multinacionales que han puesto sus recursos en Colombia, deben repasar la Plataforma Bolivariana, porque la cuestión va con ellas. Y en serio. Porque tendrán que vender a la brava las empresas que tienen, porque deben saber que perderán los créditos, si los otorgaron con dolo, y el dolo de Márquez no es el mismo de Papiniano o de Gayo, y porque el gobierno bolivariano de Colombia renegociará todas las deudas que tenga para no ahogar su inversión social.
Esa inversión en bienestar valdrá el 50 % del presupuesto, a lo que se agregará el 10 % en investigación científica. Estos bolivarianos son grandes amigos de la ciencia. No es más que mirar a Venezuela. Con esa dos partidas, ya queda claro que no habrá un pesito para honrar las deudas y no está dicho si se pagarán las pensiones. En un país socialista no las hay diferenciales. Igualdad ante todo.
Las Fuerzas Militares quedarán limitadas a las que necesita un país en paz. ¿No es una linda manera de anticipar que desaparecerán? Y al fin y al cabo, para qué tenerlas, cuando a uno lo defienden Romaña y Alape y Granda. Para qué.
La Policía será política, dependiente del Ministerio del Interior. Los modelos también son fácilmente consultables. La Gestapo, la KGB, la de Castro y la de Maduro y la de Corea del Norte son maravillosos ejemplos de esa policía tan eficaz y simpática.
A leer la Plataforma, amigos. Y a esperar que le den copia de la cartica a la senadora Holguín. Porque con la cartica comenzó todo.