La familia de Holly Butcher, una joven australiana de 27 años, decidió publicar un texto que escribió poco antes de morir de un sarcoma de Ewing (un raro tipo de cáncer de huesos que afecta a jóvenes) el pasado enero. Es un escrito dramático en el que reflexiona sobre cómo su experiencia le ha ayudado a valorar cada segundo. “Tengo 27 años. No me quiero ir. Me encanta mi vida. Soy feliz. Pero el control no está en mis manos.”
Es un poderoso mensaje especialmente útil a tener en cuenta en épocas como el fin de año y de tantas acciones frívolas e inútiles por festejar la Navidad, tantas veces con resultados desastrosos. Esta bella chica en medio de su drama solo pedía un día más de vida, otro cumpleaños, una Navidad más sin regalos, ni fiestas, ni ropa nueva. Tal vez después de leerla y entenderla nos cambie un poco la visión de nuestra vida, la actitud que mostramos en estas épocas mercantilizadas y desnaturalizadas.
Las sinceras y apasionadas palabras de Holly ayudan a la gente a verlo todo de forma distinta entre tanto estrés y preocupaciones insignificantes que nos consumen cada día. A buscar lo que es importante y vivir al máximo cada instante. “Así es la vida, frágil, preciosa, impredecible, cada día es un regalo, no un derecho.” Esta es la carta de ‘Hol’ (como la llamaban) con un contenido profundamente aleccionante:
Un pequeño consejo de Hol:
Es algo extraño aceptar tu mortalidad cuando tienes 26 años (edad en la que le diagnostican cáncer). Los días pasan y esperas que sigan pasando hasta que sucede lo inesperado. Siempre me imaginé a mí misma envejeciendo, con canas, con una hermosa familia. Planeé tener el amor de mi vida. Lo quiero tanto que me duele. Así es la vida. Es frágil e impredecible y cada día es un regalo, no derecho adquirido.
Tengo 27 años. No me quiero ir. Amo mi vida. Soy feliz. Pero está todo fuera de mi control. Le temo a la muerte. Me gusta saber que somos ignorantes de su inevitabilidad. Ha sido un poco difícil. Quiero que la gente deje de preocuparse tanto por las tensiones pequeñas e insignificantes en la vida. Esas veces que te dan ganas de cosas ridículas. Se agradecido por tener problemas pequeños y superarlos. Piensa en lo afortunado que eres de poder respirar.
Estoy viendo mi cuerpo perderse justo delante de mis ojos sin nada que pueda hacer al respecto y todo lo que deseo por ahora es que pueda tener un cumpleaños o una Navidad más con mi familia, o simplemente un día más con mi novio y mi perro. Sólo uno más.
Escucho a la gente quejándose del trabajo o sobre lo difícil que es hacer ejercicio. Sé agradecido de poder hacerlo físicamente. El trabajo y el ejercicio pueden parecer triviales hasta que tu cuerpo no te permita hacer ninguno de los dos.
Traté de vivir una vida sana, de hecho, esa fue mi mayor pasión. Aprecia tu buena salud y tu cuerpo en funcionamiento. Cuídalo y acepta lo increíble que es. Muévelo y aliméntalo con productos frescos.
Sé agradecido por cada día ue no tienes dolor e incluso por los días en que te sientes mal con la gripe, una lesión en la espalda o un tobillo, pero agradece que no ponga en peligro tu vida.
Dar, dar. Ganas más felicidad haciendo cosas por otros que por ti mismo. Desearía haber hecho esto más. Desde que he estado enferma he conocido a las personas más increíblemente generosas y amables. He recibido palabras y el apoyo afectuoso de mi familia, amigos y desconocidos. Más de lo que podría dar a cambio. Nunca olvidaré esto y estaré eternamente agradecido a todas estas personas.
Es algo extraño tener dinero para gasta cuando te estás muriendo. No estoy en un momento de salir a comprar cosas materiales, como un vestido nuevo. Compra algo para un amigo en vez de un vestido nuevo. Llévalo a comer o cocínale algo. Dale una planta, un masaje o una vela y dile que lo amas.
Este año, nuestra familia acordó no hacer regalos. A pesar de que el árbol de Navidad parecía triste y vacío (¡casi me descompenso en Nochebuena!), Fue agradable, la gente no tenía la presión de ir de compras y todos se esforzaron por escribir una buena tarjeta para los demás. Además imagina a mi familia tratando de comprarme un regalo. Esas tarjetas significan más para mí de lo que podría ser cualquier compra. La moraleja es que los regalos no son necesarios para una Navidad significativa.
Usa tu dinero en experiencias. O al menos no te pierdas las experiencias porque gastas todo tu dinero en bienes materiales. Haz el esfuerzo de hacer ese viaje que siempre postergas. Intenta disfrutar los momentos en vez de capturarlos con la pantalla de tu teléfono. La vida no se trata de obtener la foto perfecta… ¡disfruta el momento! Deja de intentar capturarlo para los demás.
Pregunta aleatoria. ¿Son realmente valiosas las horas que pasas peinándote y maquillándote todos los días? Nunca he entendido eso sobre las mujeres.
Levántate temprano y escucha a los pájaros mientras observas los hermosos colores que hace el sol a medida que se eleva.
Escucha música… realmente escucha. La música es terapia. Cuanto más vieja, mejor.
Abraza a tu perro. Por lejos, voy a extrañar eso.
Habla con tus amigos. Deja de lado tu teléfono.
Viaja si es tu deseo. Di que no a las cosas que realmente no quieres hacer.
No te sientas presionado a hacer lo que otras personas podrían pensar que es una vida satisfactoria.
Dile a tus seres queridos que los amas cada vez que tengas la oportunidad y ámalos con todo lo que tienes. Además, recuerda que si algo te está haciendo sentir mal, tienes el poder de cambiarlo: en el trabajo o en el amor, o lo que sea. Ten las agallas para cambiar. No sabes cuánto tiempo tienes en la Tierra, no lo desperdicies siendo miserable.
Una última cosa, haz una buena acción para la humanidad y comienza a donar sangre. Te hará sentir bien con la ventaja añadida de salvar vidas. ¡Es algo que se pasa por alto teniendo en cuenta que cada donación puede salvar tres vidas! Es un impacto masivo que cada persona puede tener y el proceso realmente es muy simple. La donación de sangre me ayudó a mantenerme con vida por un año más; un año en el que he estado eternamente agradecida de pasarlo en la tierra con mi familia, amigos y mi perro. Un año en el que tuve algunos de los mejores momentos de mi vida.
Hasta que nos volvamos a ver: Hol”
Al otro día de escribir esta carta, poco después de pasar su última Navidad y recibir el año nuevo, Holly murió (3 de enero de 2018), rodeada de sus seres queridos. Sus padres decidieron hacer público su mensaje, tal vez para recordar su valor, su legado y de paso ayudarnos a entender mejor, el verdadero sentido de vida.