Como nunca antes, la Plaza de Bolívar de Bogotá se atiborra de gente que había llegado de diferentes partes de Colombia. De a veintenas y treintenas se bajaban familias completas de los coloridos y ruidos buses tipo chiva. Todos querían estar allí. No se trataba de una concentración al final de una procesión de los fieles de la iglesia católica, ni de un discurso del presidente Mariano Ospina Pérez. Era Gaitán quien hablaba aquel 7 de 1948, sin saber que dos meses más tarde sería asesinado a unas pocas cuadras. Renegaba a grito de pulmón, que Ospina era el responsable de las muertes de sus seguidores. “Os pedimos que las luchas políticas se desarrollen por los cauces de la constitucionalidad”. Decía.
Aquella frase la cita su hija Gloria en una reciente carta que le escribió al presidente Juan Manuel Santos y a los comandantes de las Farc y el Eln, Rodrigo Londoño y Nicolás Rodríguez respectivamente.
La señora Gloria Gaitán insiste en precisar que la violencia en el país inició en el año 46 y no en el 48. Sus razones se fundamentan en los frecuentes asesinatos de simpatizantes gaitanistas cuando la aceptación de su padre entre una buena parte de ciudadanos en ciudades y pueblos apuntaba a que él sería elegido Presidente de Colombia en las elecciones de 1950.
Su familia guarda con recelo copias de correspondencias, publicaciones en periódico La Jornada y denuncias que llegaban a manos de Jorge E. Gaitán y que detallan lugares, fechas y nombres de quienes perdían la vida por cuenta de campesinos que Ospina contrató y armó desdela vereda Chulavita en el municipio de Boavita, Boyacá. Se conocieron como la policía chulavita.
El archivo completo lo ofrece Gloria Gaitán a los negociadores de la paz que están en La Habana, “a fin de que se reconozca que fue el Estado el que desató el conflicto armado que se prolonga hasta nuestros días”, señala. Pero su intención de fondo consiste en que, por un lado, el Estado pida perdón por las muertes de seguidores del gaitanismo que quedaron en el olvido sin responsables acusados por la justicia, y por otro, que una vez dejen las armas los comandantes guerrilleros, puedan incorporarse a la vida política.
A la carta mencionada, respondió con otra, uno de sus destinatarios: Nicolás Rodríguez alias Gabino, comandante del Eln. Aquí están las dos.
Señor Presidente
Juan Manuel Santos
República de Colombia
Bogotá
Señor Comandante
Rodrigo Londoño Echeverri (Timoleón Jiménez)
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP)
A.D.S
Copia: Señor Comandante
Nicolás Rodríguez Bautista (Gabino)
Ejército de Liberación Nacional (ELN)
A.D.S
Ref. Diálogos de paz: El Estado ha de pedir perdón
He visto con preocupación la insistente afirmación por parte de diferentes sectores, tanto nacionales como internacionales, según la cual, como resultado de un posible acuerdo de paz, los comandantes de las FARC-EP deben ser judicializados negándoseles una amnistía integral. Se pretende así que, después de su potencial desmovilización, les sea vedado incorporarse de inmediato y plenamente a la vida política por vías legales y cívicas.
A mi entender, de imponerse esa tesis, será imposible lograr un acuerdo de paz, ya que la guerrilla – pienso yo – no va a dejar las armas con las que ahora busca la toma del poder para lograr una transformación del actual sistema, a cambio de una pena de cárcel que le daría fin a su parábola de lucha.
Como en derecho las cosas se deshacen como se hacen, pienso que en las mesas de diálogo el gobierno colombiano ha de reconocer que el conflicto que vivimos lo inició el Estado colombiano en 1946, [1] al haber desatado en aquel preciso momento el genocidio premeditado, sistemático y generalizado a las huestes Gaitanistas, que avanzaban victoriosas hacia la conquista del poder bajo el liderazgo de mi padre Jorge Eliécer Gaitán.
Tengo toda la documentación probatoria, original y extensa, que hace de ese genocidio al Movimiento Gaitanista un delito de lesa humanidad que está al origen del conflicto.
Pongo a disposición del Gobierno Nacional, de las FARC-EP, del ELN y de los gobiernos que, como garantes, colaboran en el proceso, el siguiente material probatorio:
- 1º.- Los varios memoriales de agravios que, a partir de 1947, mi padre le envió al Presidente Ospina Pérez detallando los nombres de las víctimas a manos del Estado, con los lugares, las fechas y los delitos cometidos por las autoridades.
- 2º.- Las denuncias puntuales, con nombre de las víctimas, los lugares, las fechas y delitos cometidos por las autoridades, publicadas en el periódico Jornada, vocero del Movimiento Gaitanista, publicación que desapareció de la Biblioteca Nacional pero que, afortunadamente, mi familia conserva.
- 3º.- El archivo Gaitán, en el que mi familia guarda miles de cartas originales de denuncia, que a mi padre le enviaban sus partidarios indicando los nombres de las víctimas, los lugares, las fechas y el o los delitos cometidos por las autoridades.
- 4º.- Las pruebas de que el Jefe de la Policía de aquel entonces, el Coronel Virgilio Barco, contrató sicarios en la vereda de Chulavita para generar el conflicto; coronel cuyas fechorías también figuran en el expediente del asesinato de mi padre, desaparecido de los archivos oficiales, pero del cual mi familia conserva copia integral autenticada.
Premeditadamente a esos sicarios los enviaban a las veredas y municipios liberales y, al grito de “Viva el Partido Conservador”, sacrificaban liberales indefensos. Luego, los mismos sujetos, viajaban a las veredas y municipios conservadores para, al grito de “Viva el Partido Liberal”, arremeter contra la vida y los bienes de inocentes ciudadanos conservadores.
Mi padre recorrió el territorio nacional denunciando este maquiavélico montaje oficial, que buscaba encender la hoguera del odio entre compatriotas. En la colección del periódico Jornada, que mi familia guarda celosamente, se lee en el ejemplar del día 13 de abril de 1947: “Pueblo de todos los partidos: ¡os están engañando las oligarquías! Ellas crean deliberadamente el odio y el rencor a través de sus agentes, asesinando y persiguiendo a los humildes, mientras la sangre del pueblo les facilita la repartición de los beneficios económicos y políticos que genera tan monstruosa política”.
No habla mi padre, como han pretendido quienes quieren responsabilizar al pueblo de la Violencia de la mitad del siglo XX, que se trató de una guerra partidista. ¡No! En todas sus intervenciones, que pongo a su disposición, insistirá en que es una violencia oficial, desatada en forma premeditada, sistemática y generalizada por el Estado colombiano.
- 5º.- La lectura analítica de la Oración por la Paz, pronunciada por mi padre el 7 de febrero de 1948 en una Plaza de Bolívar desbordada por la multitud, con gentes que llegaron de toda Colombia, no deja duda de que mi padre señala a las autoridades como culpables de la persecución y asesinato de sus seguidores.
Nadie puede negar que, en esa intervención, mi padre sindica al Estado colombiano y al Gobierno presidido por Ospina Pérez, como responsables del derramamiento de sangre que, como bola de nieve, desembocó en el conflicto armado que hoy vivimos. Allí señaló con precisión, entre muchas otras acusaciones, lo siguiente:
“Señor Presidente Mariano Ospina Pérez: os pedimos que cese la persecución de las autoridades, así os lo pide esta inmensa muchedumbre. Os pedimos una pequeña y grande cosa: que las luchas políticas se desarrollen por los cauces de la constitucionalidad”.
- 5º.- Mi familia pone igualmente a disposición del Señor Presidente de la República y de los comandantes de las FARC-EP y del ELN, las centenares de horas de grabación en video y audio que hizo mi hija María Valencia Gaitán, recorriendo en toda su extensión el territorio nacional, donde multitud de víctimas atestiguan que, después del asesinato de mi padre, la persecución violenta contra ellos, por ser sus partidarios, arreció y fue entonces cuando el pueblo se vio obligado a internarse en el monte para salvar sus vidas, armándose inicialmente de machetes y pistolas de fisto, siendo ésta persecución oficial el germen de las futuras guerrillas.
- 6º.- Inicialmente se organizaron guerrillas liberales que, traicionadas por la dirección ahora oligárquica del Partido Liberal – que pactó la desmovilización de la guerrilla para luego asesinar a sus comandantes – hizo que algunos de ellos acudieran al apoyo del Partido Comunista, que les mostró un nuevo camino diferente al de los partidos tradicionales.
- 7º.- El doctor Álvaro Leyva es testigo de mi reunión en Casa Verde con los máximos líderes históricos de las FARC-EP. Allí, el líder paradigmático de esa guerrilla, el Comandante Manuel Marulanda Vélez, me contó cómo, al origen de su lucha guerrillera, estuvo el haberse visto obligado, junto con su familia y siendo aún adolescente, a internarse en el monte para proteger su vida, porque sus familiares eran Gaitanista. Es asunto que no se exhibe frecuentemente, por el rechazo que se le tiene, y es comprensible, al hecho de haber tenido como origen político al partido liberal que, una vez asesinado mi padre, los traicionó.
- 8º.- De igual manera el máximo dirigente del ELN, el comandante Gabino, a quien estoy enviando copia de esta carta, me contó personalmente en el campamento del Coce, que sus orígenes guerrilleros se remontan a la época en que tuvo que huir al monte con su familia, que era Gaitanista, para salvarse de la persecución de las autoridades.
Pongo este cuantioso acervo documental al servicio de los diálogos de paz, a fin de que se reconozca que fue el Estado el que desató el conflicto que se prolonga hasta nuestros días, como detalladamente – con pruebas irrefutables al canto – puedo demostrarlo, a fin de que el Estado pida perdón por este genocidio que ha quedado en la impunidad y que a los comandantes guerrilleros se les otorgue una amnistía integral, por ser la guerrilla consecuencia de la violencia y no su origen.
Mi padre no creía que a él lo asesinarían en el marco de ese genocidio. Al respecto decía: “La oligarquía colombiana no me mata, porque sabe que, si lo hace, el país se vuelca y pasarán muchos años antes de que las aguas regresen a su nivel normal”.
En 1998 traje a cuento esta frase de mi padre diciendo que, ya que en ese año se cumplían 50 años de su magnicidio, era tiempo de que las aguas regresaran a su nivel normal. Los periodistas mezclaron ambas frases y divulgaron una afirmación nunca hecha por mi padre, según la cual las aguas regresarían a su nivel normal pasados 50 años.
Hoy, pasados 65 años, todos los colombianos esperamos que ese regreso a la normalidad pueda alcanzarse ahora. El Estado, mediante genocidio, rompió el normal proceso democrático. Será necesario que la opinión pública comprenda que el conflicto se inició cuando el Estado pretendió abortar el triunfo popular, que ya era inevitable, con la elección de mi padre como Presidente de Colombia para las siguientes elecciones presidenciales de 1950, lo que representaba la llegada del pueblo al poder.
Estoy dispuesta, en el momento en que me lo indiquen, a aportar el extenso material probatorio ofrecido, que desde hace años mi familia guarda sigilosamente por haber sido perseguido por el Estado para su destrucción, como puedo demostrarlo, pruebas al canto. Primero fue por acción del entonces Ministro de Educación Rodrigo Lloreda, que logró que un agente suyo incinerara la mitad del Archivo Gaitán. Luego, por conjura protagonizada por el propio doctor Andrés Pastrana, en ese entonces Presidente de la República, por sentirse afectado directamente con las pruebas sobre el genocidio que contiene dicho archivo, ya que su padre, el doctor Misael Pastrana, fungía entonces como Secretario Privado del Presidente Mariano Ospina Pérez, bajo cuyo gobierno se dio inicio al genocidio. Por último, bajo la presidencia del doctor Álvaro Uribe, cuando las autoridades allanaron un depósito privado esperando encontrar el Archivo, logrando posteriormente confiscarme decenas de cartas que culpan al Estado del genocidio al Movimiento Gaitanista y que hoy están en manos del Ministerio de Educación.
La marcha victoriosa que adelantaba el pueblo en 1948, bajo la conducción de mi padre, debe retomarse por las vías cívicas en manos de los descendientes de los héroes que cayeron en aquella batalla por una Colombia equitativa y justa, proceso civilista que el Estado truncó y que generó, a la fuerza, el surgimiento de la lucha guerrillera. Es por ello que los comandantes guerrilleros no pueden ser judicializados, sino que deben ser acreedores a una amnistía general.
Quedo, entonces, a la espera de cualquier manifestación que se me haga, por cualquiera de las partes, para aportar las pruebas relacionadas. Atentamente,
Gloria Gaitán Jaramillo
Bogotá, D.C.
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(1) Algunos cronistas señalan el 9 de abril de 1948 como la fecha de inicio de la Violencia. Están mal informados. El genocidio gestado por el Estado se originó en forma premeditada, sistemática y generalizada desde el año de 1946.
Y la carta de Nicolás Rodríguez
Apreciada Gloria Gaitán:
Respetuoso Saludo.
He tomado atenta nota de su carta enviada al Presidente Juan Manuel Santos y al Comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Timoleón Jiménez, de la cual usted gentilmente me hizo llegar copia.
Doña Gloria, Usted es conocedora que desde hace más de 20 años, desde la insurgencia hemos hecho importantes esfuerzos en aras de la paz, porque ese es el más grande anhelo del pueblo colombiano.
Usted registra con mucha precisión, que “(...) el genocidio gestado por el Estado se originó en forma premeditada, sistemática y generalizada desde el año de 1946 (…)” y fue la causa de fondo que llevó, 17 años después y 15 años luego del magnicidio de su padre, al levantamiento armado de la insurgencia revolucionaria. Decisión que se da, luego de muchas búsquedas y esfuerzos por las vías políticas legales, frustradas desde siempre.
Todo lo ocurrido después del asesinato de dirigente popular Jorge Eliécer Gaitán, sellado con el pacto oligárquico del Frente Nacional, que oficializa la exclusión del pensamiento y acción de la izquierda colombiana y de la oposición política, no hicieron más que ratificar el análisis del sacerdote Camilo Torres, que las vías legales para que el pueblo accediera al poder estaban cerradas.
Fue en esas circunstancias históricas que se produce nuestro levantamiento en armas.
Es por eso, que hemos reafirmado que el conflicto armado colombiano es de naturaleza política y solamente reconociéndolo y yendo a sus causas, será posible abrir los caminos de la paz.
Hoy como Ejército de Liberación Nacional desarrollamos diálogos con el gobierno nacional con expectativas y esperanzas, pero también con dudas y preocupaciones porque precisamente hay quienes, dentro del gobierno y del Estado, piensan que la paz es el sometimiento y rendición de la insurgencia, y ven al Estado como el ente al cual la insurgencia debe someterse.
La insurgencia colombiana es producto de la imposibilidad de encontrar cauces legales para la acción política. Hoy estamos explorando en estos diálogos, la posibilidad de hacer política sin armas, luego de más de 65 años de conflicto.
En el Ejército de Liberación Nacional somos conscientes que sólo será posible transitar el camino de la paz con una amplia participación organizada de las inmensas mayorías excluidas, en más de 65 años, de la acción política, del gobierno y del poder. El Estado debe garantizar que no excluirá, que no asesinará y que no perseguirá a nadie por sus ideas políticas.
Construir la paz en Colombia, pasa por tratar el sentido problema de las víctimas, con respeto y consideración a ellas mismas, a sus procesos y derechos.
En el Ejército de Liberación Nacional asumimos la responsabilidad que nos toca en estos más de 50 años de confrontación con el Estado.
Nuestra organización se inscribe, en ese sentido, en la doctrina universal del tratamiento a las víctimas de los conflictos, con Verdad, Justicia y Reparación y el compromiso de No repetición. Todo esto dentro de un Perdón que no olvida. Un perdón constructor de paz e impulsor de la justicia.
Finalmente doña Gloria, agradezco y valoro altamente su disposición de poner al servicio del proceso de paz, el valioso archivo referente a los dolorosos acontecimientos históricos, desde cuando el Estado colombiano cercenó las posibilidades de hacer política por las vías legales al Movimiento Gaitanista, que luego remató con el magnicidio de Gaitán.
Mis respetos y aprecio.
Compatriota y revolucionario, Nicolás Rodríguez Bautista