Los estudiantes, las víctimas y muchos otros ciudadanos acampan en la Plaza de Bolívar desde hace 28 días para exigir al Gobierno Nacional que no de marcha atrás en el proceso de paz y que los acuerdos sean implementados a la mayor brevedad. Esta acción de resistencia pacífica se viene emulando en distintas ciudades del país y ha captado la atención de millares de personas y medios de comunicación, nacionales e internacionales. Incluso el presidente Santos estuvo en el campamento hace pocos días y el cantante argentino, nacionalizado en Colombia, Piero, también compartió el domingo pasado una amena velada con sus ocupantes. Ayer recibieron la visita del embajador de Alemania, Michael Bock; del comisionado alemán para el proceso de paz con las Farc, Tom Koenigs, y de Dieter Lamlé, director para América Latina del Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país.
Pocos reparan en otra carpa aledaña, mucho más modesta y menos visitada. Se trata de un grupo de ex miembros de la fuerza pública que al igual que los estudiantes esperan que el gobierno los escuche y atienda su justo clamor. Vienen de Medellín y dicen representar a más de veinte mil valerosos uniformados que perdieron en la guerra más de lo que es posible contabilizar. Enfrentaron con coraje la brutalidad del conflicto amado y a duras penas lograron sobrevivir. Hoy, muchos de ellos mutilados, sin vivienda, sin garantías sociales, sin salud, abandonados a su suerte (que no es mucha) piden ser tenidos en cuenta en los Acuerdos de Paz.
“Queremos que se reconozca la dignidad de los militares y policías en el proceso de Paz. Nuestro propósito es lograr que así como el presidente Santos escuchó a todos los gremios, escuche también a las reservas, y en especial a los soldados discapacitados. También tenemos algunas inquietudes para plantearle. Por un lado hay soldados que fueron gravemente heridos en combate y ni siquiera tienen hoy una vivienda digna. En la mesa de los negociadores de La Habana se habló de un componente militar y nosotros pedimos que se incluyan a dos suboficiales y soldados que representen a este sector de la fuerza pública. Pedimos que nos escuchen. Estamos de acuerdo con la paz y queremos que se avance en el proceso, pero esperamos equidad en los acuerdos y que los combatientes, los más rasos, como los soldados y los agentes, sean considerados e incluidos”, explica un uniformado que habita en esta carpa helada desde hace varias noches.
Lesionados y heridos, algunos en sillas de ruedas, dignos y valientes exigen ser reconocidos y reparados. No piden caridad, sólo que sus derechos sean restituidos y se les brinde el trato humano que merecen.
Esperan que el 5% de las tierras que serán entregadas a las víctimas del despojo y el desplazamiento forzado, sean adjudicadas a los soldados regulares, en especial a los soldados campesinos. “Ellos también defendieron la patria y merecen ser tenidos en cuenta en condiciones de equidad, justicia y dignidad”.
Estos militares que dieron tanto y perdieron tanto en esta larga y dolorosa guerra, junto a sus familias merecen un especial reconocimiento y atención por parte del Gobierno Nacional. No pueden ser enviados a la selva, a luchar a nombre de un país y luego ser abandonados. No es ético, no es justo, no es decente, y menos en un país que quiere construir la Paz.
@mayamayas