Ya sea en la tienda de la esquina, en el refrigerador o en el desayuno, la leche alimenta la vida de los seres humanos desde su nacimiento hasta su muerte. Es necesaria para vivir, es nuestra conexión animal —o mamífera— como especie natural y, a la vez, su producción está posicionada hace años como una de las mayores industrias alimenticias del planeta.
Este delicioso líquido omnipresente va desde lo más grande del universo hasta la ínfima gota que le quita el hambre al niño hambriento. La vía láctea, inalcanzable a los límites del hombre, se deriva de la creencia mitológica griega según la cual la línea blanca del infinito universo proviene de la leche del pecho de la diosa Hera. Por su parte, la leyenda romana testifica que los gemelos Rómulo y Remo mucho antes de fundar el Imperio fueron amamantados de leche por la Loba Luperca durante su primera infancia.
Al día de hoy, la leche y los miles de derivados que circulan en el mercado se constituyen en alimentos casi tan indispensables como el agua para la vida en la tierra. No es para menos, esta bebida nos brinda las vitaminas y la energía necesaria para comenzar bien el día. El cereal de la mañana, el acompañamiento al café oscuro, el helado en el día caluroso, el yogur con galletas y la infinidad de combinaciones que los seres humanos han encontrado, hacen de este un oro blanco del que los países más desarrollados han inundado los hogares del mundo.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Estados Unidos (91,3 mil millones de kg) se constituye en el mayor productor mundial de leche de vaca. Además de solventar el mayor consumo interno de América con más 327 millones de habitantes, la leche y sus múltiples variedades son exportados a los países fronterizos, el Medio Oriente y China.
La India (60,6 mil millones de kg), el país en el que las vacas son consideradas animales sagrados, es el segundo mayor productor de leche de vaca. Con un aumento en la producción explosivo, las pequeñas sociedades cooperativas en la región se han constituido en el pilar fundamental de la industria lechera. Así mismo, el gigante asiático además de exportar el líquido a toda Asia, se constituye en el mayor consumidor de todo el mundo. ¡No es fácil cubrir la demanda de un subcontinente con más de 1.339 millones de habitantes!
China (39,7 mil millones de kg) por ahora ocupa el tercer lugar en la producción láctea. El gigante asiático actualmente está implementando un proyecto que vincula la construcción de una Mega Granja lechera con más de 100.000 cabezas en la que cada una pueda producir más de 10 galones de leche al día
Recién posicionada en el cuarto puesto se encuentra Brasil (34,3 mil millones de kg). La inversión del gobierno y la apertura de más lotes para las vacas genéticamente modificadas han aumentado la exportación y el consumo. Más atrás se encuentra Alemania (31,1 mil millones de kg), Rusia (30,3 mil millones de kg), Francia (23,7 mil millones de kg), Nueva Zelanda (18,9 mil millones de kg), Turquía (16,7 mil millones de kg) y Reino Unido (13,9 mil millones de kg).
La producción ovina de leche —al igual que todos los rubros productivos— ha llegado a las escalas industriales inéditas en la historia de la humanidad. Los límites y cifras escandalosas al que han llegado están depredando cada vez más el planeta que ve cómo los animales productores están siendo sacrificados. Los vejámenes cometidos por algunos trabajadores de megaempresas en granjas han sido documentados. Pero esto no es todo: el corte rotundo del vínculo natural entre las vacas y sus terneros (separados de sus madres al momento de nacer), el aprisionamiento de las vacas en los establos, los dolorosos golpes y la modificación genética con fines lucrativos ponen a estos mamíferos en un viacrucis de por vida.
Así mismo, la ganadería extensiva para la producción láctea y de carne está depredando los bosques, selvas y páramos del planeta. Se ha abierto la puerta a la subutilización del suelo y la apertura a la frontera agrícola que en pocos años puede dejar a la tierra en insostenibles condiciones medioambientales ya agravadas por la masiva producción de gas metano desde el sistema digestivo de las vacas.
Se han constituido alternativas, en la India por ejemplo para solventar la demanda de leche de vaca se ha impulsado la alimentación a partir de leche de búfala. Las búfalas como segundo volumen de producción tienen en su leche propiedades beneficiosas para hacer mantequilla, quesos y helados, aunque, si bien son fuente de vitamina A, caseína y globulinas, tienen mayor grado de grasa.
De igual manera está la leche de cabra, coco, almendras o las bebidas de soja y avena. Hay una dependencia mundial a la leche de vaca (una parte influenciada por las grandes empresas alimentarias), pero somos los consumidores los que tenemos la potestad de explorar otras opciones. Hay que exigir mejores condiciones a la cruda realidad que están teniendo los animales productores y a la vez, proponer y adoptar decisiones que gradualmente vayan cambiando la destrucción irreversible del planeta por garantizar un vaso de leche todos los días en la mesa.
