Merodeando como de costumbre por las páginas de este portal, me encontré con la noticia de la periodista, Natalia Orozco, quien se retiró del programa los informantes por algo que unos llamarían los gajes del oficio y otros, la realidad latente del periodismo colombiano.
Entre su testimonio hubo una frase que quedó retumbando toda la tarde en mi cabeza: “guardo la convicción de que ¡sí es posible hacer periodismo libre en Colombia!”. Y creo que fue esta la que me incitó a escribir estas líneas.
Yo también estoy segura de que en Colombia o en cualquier país del mundo es viable tener un periodismo de calidad, pero lo que no sé es cuando o mejor dicho puede que si lo sepa, pero como muchos lo veo muy lejano por el tipo de periodistas que hoy laboran.
Lo que quiero decir es que no es el periodismo el que está mal sino quienes lo ejercen. Últimamente los periodistas han olvidado cuál es su verdadera función: informar con veracidad, se están doblegando más que nunca ante aquellos empresarios y políticos poderosos que hoy manejan los medios de comunicación y acomodan la información a su antojo, para construir una realidad simbólica que tiene como único fin beneficiar a las esferas poderosas de este país.
Se ha diluido la labor investigativa, el periodista que gastaba la suela de sus zapatos en largos y sobretodo costosos casos que llevaban a grandes y relevantes premisas hoy se están esfumando, porque según muchos medios: “ya no hay ni tiempo ni capital para invertirle a ese tipo de noticias”, la inmediatez de la vida requiere que la audiencia sea informada de forma rápida, pero si me lo preguntan esto es una burla hacia la ciudadanía, esta dichosa velocidad informativa no informa sino desinforma, es una estrategia que llena a la sociedad de tanta información con tan poca profundidad que al final de cuentas no sirve para nada. Lo importante no es la cantidad sino la calidad.
Pero no es solo esto lo que le impide a Colombia tener un periodismo libre. Hoy por hoy las noticias imparciales hacen más parte de un cuento de hadas que de una realidad, porque la subsistencia de los medios depende en gran parte de la pauta publicitaria y es esta quien enloda el criterio de un medio y el medio el de un periodista. La información hoy está mediada por una cadena reproductiva es triste pero cierto, lamentablemente los periodistas se han convertido en los títeres de los empresarios por miedo a perder su trabajo, esa es la mayor censura que hoy debe combatir el periodismo.
No digo que sea una tarea fácil pero tampoco imposible un paso para cambiar el rumbo de esta oleada de manipulación y conformismo es lo que hizo la periodista, Natalia Orozco, solo si todos se unen y no permiten que su trabajo sea desvalorado por tres pesos la información que produzcan va a ser aceptada y más que nada la ciudadanía tendrá la oportunidad de informarse de verdad y no a medias. Si hay algo que no debe tener precio, es la integridad.
