En medio de la inundación noticiosa del legado de los Musas y los Ñoños —motes de bautizos de los periodistas sensacionalistas para la corrupción de toda la vida— con que la prensa andina pretende circunscribir a una región en particular lo que se constituye en un vicio inherentemente colombiano, pues la República de Colombia tiene la característica peculiar de poseer virtudes regionales y vicios interregionales.
Más allá del morbo y la desidia colectivas, existe una cara luminosa de la región Caribe gracias al tesón de prohombres que propenden por el desarrollo de las gentes e instituciones caribeños con su creatividad e innovación, en contraste con la mediocridad representada por la imitación y el facilismo. Hoy me dedico a uno de estos personajes, de quien voy a esbozar a partir de relatos vivenciales y datos relacionados con este, no sin antes dejar la aclaración de que su mención pretende únicamente una caracterización subjetiva pero equilibrada. El personaje referido es el ingeniero doctor Marco Sanjuán Mejía.
Conozco al ingeniero doctor en un punto muy avanzado de mis estudios de pregrado en la Universidad del Norte, más precisamente, en una asignatura obligatoria titulada como “Instrumentación y Control”, descubriendo al detalle su extensa preparación académica y profesional, así como aristas de su personalidad.
A confesión de partes, debo reconocer que esto ha sido una de las experiencias más retadoras y exigentes que he vivido, por su visión de la vida, la ética y la excelencia propia de un aristócrata – en el sentido más platónico del término—, verdaderamente chocante para un aristotélico como quien escribe estas líneas. En contraste, he admirado y reconocido su integridad, y especialmente su implacabilidad frente a la corrupción sin importar su procedencia —tristemente arraigado en la sociedad colombiana—. Lo recuerdo defenestrando a uno de sus protegées, entonces un profesor catedrático y candidato a magister en Ingeniería Mecánica, por incurrir en delitos asociados al fraude académico de acuerdo con el veredicto de un Consejo Disciplinario, un tema vox populi en los pasillos del Departamento de Ingeniería Mecánica por aquellos días. Me abstengo de dar mayores detalles pues tengo la convicción de que todo caído tiene el derecho a la redención luego de cometer un error.
No obstante, este defenestrado representa una excepción a la regla, pues recibo el honor y la experiencia de conocer a varios protegées de sobresalientes cualidades académicas, profesionales y personales, ingenieros todos, con quienes el ingeniero doctor Sanjuán desarrolla la asignatura bajo altísimos estándares y a la manera de un gobierno sofocrático, sirviendo de intermediarios entre el estudiantado y su líder. Cabe destacar la participación de José Posada, Alfredo Díaz, José Aldana, Víctor Fontalvo y Melitsa Torres, a quienes he conocido directa o indirectamente en épocas y contextos distintos.
En resumidas cuentas, el ingeniero doctor Sanjuán Mejía trabaja como docente de tiempo completo en la universidad citada por espacio de poco más de dos décadas, sumado a una experiencia profesional importante con empresas colombianas, bien sea por vinculación directa o participación en proyectos de investigación y desarrollo. Su fijación por la excelencia, en el sentido más platónico de la palabra, le posibilita un desempeño académico sobresaliente durante el bachillerato y sus estudios de pregrado en Ingeniería Mecánica en la década de los ochenta, sumado a su abnegada labor en la docencia universitaria, le brinda la oportunidad de realizar estudios de postgrado en la South Florida University a finales de la década de los noventa y los primeros años del nuevo milenio.
Su estancia estadounidense le permite profundizar sus conocimientos en los enfoques aplicados de la Instrumentación, el Control y la Automatización de Procesos Industriales, así como en el contexto multiversal de la Filosofía de las Ingenierías, bajo la influencia de dos reputados docentes de dicha institución universitaria: Carlos A. Smith y Armando Corripio. Estas figuras, de ascendencia cubana, son autores de una referencia obligada en los temas de la Instrumentación y el Control, el libro se llama “Principles and Practice of Automatic Process Control” (Principios y Práctica del Control Automático de Procesos), en cuya tercera edición – solo disponible en inglés – se reconoce la contribución del ingeniero doctor Sanjuán en el contenido de uno de sus apéndices.
Se retira de la docencia a finales de 2016 para trabajar como Gerente de Innovación del Centro de Investigación e Innovación en Energía y Gas de Promigas, gran empresa con sede central en la ciudad de Barranquilla y dedicada al transporte y distribución de gas natural a mercados de Colombia y Perú.
A este respecto considero que su nombramiento en el cargo citado va a traer buenas repercusiones para dicha empresa pues el ingeniero doctor cuenta con la templanza, la experiencia y la integridad para impulsar la innovación empresarial en un entorno tan hostil y desairante como el colombiano, caracterizado por la incertidumbre jurídica que sufren las empresas, la jurisprudencia copiosa y laberíntica para toda clase de menesteres y la mentalidad mediocre de muchos colombianos, quienes prefieren la imitación en lugar de la creación y lo fácil a lo bueno, condenando a la república a un subdesarrollo crónico. Además, puede impulsar una sofocracia flamante y de clase mundial gracias al prestigio y pulcritud de la empresa, contribuyendo así a la construcción de una Colombia, no fundamentada en vicios interregionales sino a partir de las cualidades que cada región dispone a través de sus habitantes.