A menos de un mes de dejar el Palacio de San Carlos y con su reemplazo nombrado, el excandidato presidencial Carlos Holmes Trujillo, la canciller María Angela Holguín dejó en firme ocho últimos nombramientos diplomáticos. Se trata de parientes o amigos del círculo de poder de Santos e incluso, en el pulso que mantiene Holguín con la asociación de diplomáticos que la vigila dejó en firme nombramientos que le habían tumbado. Con una actitud sin precedentes dejó nombrado incluso un embajador, el ministro del interior Guillermo Rivera. Los embajadores son del resorte exclusivo de los presidentes, pero la canciller no esperó a que se posesionara el Presidente Duque y el ministro de relaciones exteriores entrante para asegurarle el cargo a Rivera en la delegación de Santiago de Chile.
A estos nombramientos se suman los realizados al comienzo del año en enero, que sumaron 62 en el exterior y otros 32 en la planta interna del ministerio. Esa decisión representa un costo importante al gobierno después de pagos de traslados y menaje a los destinos y su más seguro regreso después de ocho meses en el exterior.
Aproximadamente fueron $1.316.000.000 pesos (sin contar el costo de los tiquetes aéreos) los que tuvo que invertir el gobierno nacional para trasladar a los funcionarios nombrados solo en el mes de enero, de los cuales solo uno es de carrera diplomática. Dentro de las personas nombradas se encuentran familiares de políticos, periodistas aliados al gobierno, asesores ministeriales, entre otros.
La llegada de Guillermo Rivera a la embajada en Santiago de Chile muy seguramente será un escampadero porque el ministro del interior y asesor presidencial de Santos no ha negado su interés por postularse a la gobernación del Putumayo. Usualmente los gobernantes salientes esperan la posesión del nuevo presidente para realizar los nombramientos de los embajadores. Quien deberá empacar maletas es Mauricio Echeverry, exvicepresidente jurídico de Ecopetrol, quien fue nombrado por la canciller en enero de 2014, con lo cual ya cumplía su misión de cuatro años.
Carmenza Naranjo, hermana del vicepresidente Naranjo, fue -nuevamente- nombrada ministra consejera del Consulado de Colombia en Bilbao, España, después de que este nombramiento había sido tumbado por el Tribunal de Cundinamarca a comienzos del año.
El nombramiento de Cecilia Tirado Abad, también había sido anulado por el mismo Tribunal, pero la canciller Holguín insistió en dejarla posesionado como segundo secretario en el Consulado en Miami.
La excandidata a la Cámara por Bogotá por el partido Cambio Radical, Perla Pinillos De La Hoz, la nombraron cónsul de Colombia en Cancún, México. Hasta el momento, fuentes oficiales de la Cancillería, no dan cuenta de la existencia de esa representación en el balneario mexicano.
La canciller quiso darles una paloma en el exterior a funcionarios que formaban parte de su equipo de trabajo en el Palacio de San Carlos y para ello realizó los siguientes nombramientos express:
Silvia Mendoza Pimiento quien formaba parte del equipo de protocolo de la canciller, fue nombrada primer secretario en el Consulado de Colombia en Washington donde permanece el uno de los pocos embajadores de carrera Camilo Reyes, pero es un cargo estratégico para el presidente electo.
Víctor Bautista, exdirector de Fronteras de la Cancillería, fue nombrado ministro consejero en la Embajada de Colombia en Alemania donde está como representante de Colombia María Elvira Pombo quien no ha completado el primer año en el cargo.
A Liz Jerez Araque, exjefa de la Oficina Asesora de Planeación del Ministerio de relaciones exteriores salió para la Embajada de Colombia en Costa Rica, a cuya embajada llegó Ricardo Lozano después de varios meses de interinidad después de un corto tiempo en la embajada en Caracas.
Al asesor de despacho ministerial, Luis Hernando Mora Ríos, lo nombraron primer secretario en el Consulado en el balneario de Palma de Mallorca, España.
Además del costo de estos traslados al exterior para asumir cargos en las respectivas misiones que asciende a los $140 millones, sin contar los tiquetes aéreos de ellos y sus familiares, la decisión de la Canciller rompe con el protocolo de respetar al presidente electo y al canciller nombrado. Y muy especialmente en el nombramiento de un embajador a solo un mes de dejar el cargo, puesto que compromete a futuro recursos y decisiones del nuevo gobierno.