La campesina y emprendedora de Landázuri (Santander), Rosalba Camacho Velandia y un puñado de 16 de sus coterráneos, jamás olvidarán el jueves 16 de junio de 2016 cuando se cumplió el anhelo por el que lucharon durante varios meses: mandar el primer viaje de banano “Bocadillo” o “Murrapo” desde su lejana tierra al mismísimo centro de distribución del Grupo Éxito, empresa que les abrió sus puertas como proveedor certificado, las mismas que les quedaron de par en par para dejar atrás un mundo de limitaciones.
Ese día cambió para siempre la realidad de 1.200 familias de esa zona del suroeste de Santander, ubicada en la provincia de Vélez. Esos campesinos agrupados en la Asociación Prestadora De Servicios Integrales Del Bajo Jordán (ASPRESIN) comenzaron a enviar su producto a un comprador serio, que paga cumplido y, sobre todo, que estimula el emprendimiento.
Y uno de esos hechos que estimula la iniciativa de pequeños productores es el “Concurso Proveedores de Éxito” organizado por el Grupo Éxito que ganaron ellos en la Categoría Desarrollo Sostenible”, entre más de 3.600 empresas de todo el país por regirse bajo los principios del Pacto Global, formalizar el trabajo de los campesinos y por estar alineada con el reto de promover un comercio sostenible”.
Una historia de éxito que tuvo un principio lleno de dificultades que, poco a poco, sortean: lejanía entre las zonas de producción y de distribución, carreteras casi imposibles de transitar, largos trayectos por ríos y toda una serie de dificultades que, a pesar de todo, nunca les han quitado las ganas de salir adelante, entre ellos, a Camacho Velandia, esa profesora que dejó las aulas para sumarse a un proyecto de vida que significa progreso para una región colombiana signada por el abandono.
LUCHANDO CONTRA TODA ESPERANZA
Rosalba Camacho comenzó en mayo de 2016 uno de los mayores retos que ha emprendido: hacer que los campesinos de ese apartado lugar mejoren su calidad de vida, logrando vender sus productos a una gran cadena de distribución.
Para eso –como se dice- arrancó desde el principio: creó la citada asociación para explotar ese banano pequeñito, típico de su región con la certeza a futuro de que “era muy importante alcanzar un mercado constante y definitivo”.
Y con ese fin requería contar con un aliado estratégico consolidado como el Grupo Éxito. “Fue una tarea dura para nosotros, los socios, y para para mi como representante legal, pero un reto al cual le trabajé cada día”, dice.
Como pudo, viajó a Bogotá y a Medellín para ir a las oficinas centrales de la empresa y mostrarles la disposición de esos humildes campesinos de ser proveedores. La información que recibió era que tal producto podría servir. ¡Y quién dijo pereza!.
Se consiguió el contacto en Medellín y llamó hasta el cansancio. Mientras tanto, reunió toda la documentación que le informaron necesitaba para tener Código de Proveedor. “Me fui a Medellín y (nuevamente) a Bogotá y entregué directamente los papeles, esperé a que pasaran los 20 días hasta que me dieron el código”.
Todo estuvo a la espera hasta que escuchó la frase de su vida: “Véngase con 5 mil kilos para Medellìn y 3 mil 500 para Bogotá”. Todos los integrantes de esa asociación comenzaron a trabajar día y noche para sacar el pedido. “Gracias a mi Dios se nos dio la dicha de ser proveedores y no tener intermediarios”, dice recordando las dificultades que tuvieron por años con quienes les compraban los productos, les pagaban mal e incluso les incumplían, los intermediarios informales que a más de uno arruinaron.
Y una de esas dificultades las relata uno de los 1.200 beneficiados, el campesino, Jorge Arturo Barrera. “Se vendía el banano y duraba uno 8, 15, 20 días y hasta un mes para que le pagaran y habían muchas veces que se envolataba el dinero”.
Grave situación que se suma a la carencia de carreteras aptas para sacar la producción. Transitan carreteras imposible por entre 4 y 6 horas hasta llegar al centro de acopio en Landázuri o navegan por el Río entre 1 y 6 horas, pagando hasta 4 mil pesos por canastilla dependiendo de la distacia a recorrer a través del río Carare en Santander. Esto sin mencionar a muchos que deben sacarlo a lomo de caballo o mula por lo menos 3 o 4 horas. Una verdadera odisea…
“Somos un grupo que estamos luchando en medio de nuestras condiciones, de nuestro abandono total, por salir adelante y que tenemos permanencia en la entrega del pedido”, explica Rosalba.
“Es una tarea ardua y que, gracias a Dios, con nuestros socios y nuestras familias tenemos la voluntad de aportar; tenemos total cumplimiento a pesar de las luchas (Por ejemplo) es duro el barro, las vías, pero gracias a la voluntad y al esfuerzo que hacen todos sus productores salimos adelante”.
Pero su esfuerzo va dando ya su recompensa. Y es que los campesinos le apuestan, también, al cultivo de Cacao, otro de los productos que cultivan en la región.
Por otra parte, fue esa persistencia de doña Rosalba la que permitió contactar con la multinacional Nutresa. Ahora la importante compañía verá sus procesos y productos no solo con el banano “Bocadillo” y el cacao. En el caso de este último producto le piensan hacer varios procesos y entregarlo en pastillas, un proceso técnico que facilita la comercialización.
Por eso, la noche en que Rosalba viajó a Envigado a recoger el premio, su éxito no era fortuito. Era y es el resultado de un esfuerzo conjunto hecho con alma, corazón y vida.
@karendazazambra