Tenía 20 años y en 1989 Nancy González soñaba, desde un taller en Cali, con ser reconocida por sus diseños. Unos años después tiene a su hijo, Santiago Barbieri. En ese tiempo ya tenía a su hijo, Santiago Barbieri, y él fue quien se cráneo la estrategia para internacionalizar su marca. En 1998, con sólo 18 años, Santiago era un destacado estudiante del Savannah College of Art and Design y gracias a su carisma pudo abrirle a su madre grandes almacenes como el Bergdorf Goodman de Manhattan. En sólo dos semanas escogieron ocho de sus diseños en cinco colores y exigieron exclusividad. De un momento a otro las carteras de Nancy González empezaron a verse hasta en Hollywood.
Es que sus carteras de cocodrilo son las que lucen Meryll Streep en su inolvidable papel de la implacable editora de una revista en el Diablo viste a la moda, o las que complementa la pinta de Sarah Jessica Parker en Sex and the city. En cada coctel de alto tumerqué en Nueva York aparecía Eva Longoria luciendo algunos de sus accesorios, lo mismo le sucedía a Victoria Beckham o Oprah Winfrey, ama y señora de la televisión norteamericana.
Santiago Barbieri y su madre en la cima del mundo
Además abrió tiendas en las principales ciudades de la moda, París, Dubai, en almacenes tan cotizados como Neiman Marcus y Saks Fifth Avenue en Estados Unidos o en los Harrods de Londres. Santiago Barbieri tuvo la genial idea de sacar veinticinco diseños de zapatos e incluso empezó a pensar en un modelo para hombres.
La cresta de la ola la vivió González hasta el año 2017. El 24 de marzo su hijo fue encontrado muerto en su apartamento en Nueva York. Era su socio, el director creativo de la marca y a quien le debía Nancy Gonzlaez que su nombre se nombrara en las principales pasarelas del mundo. La investigación no aclaró las circunstancias de la muerte.
Este fue el punto de inflexión para Nancy González. Santiago se encargaba de lo operativo y ella empezó a hacer las veces de gerente de su empresa, incapaz en delegar a alguien. Por eso cometió dos errores fatales, uno de ellos evadir un certificado llamado CITES (Convención para el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre)
un documento con el que ella podría avalar el ingreso de sus carteras de forma legal explicando si las pieles provenían de zoocriadero o no. Sin embargo, en el departamento del Valle no existen estos criaderos de especies, por lo que se desconoce la procedencia de donde González estaría adquiriendo las pieles, posiblemente de unos zoocriaderos en la costa atlántico, pruebas que le tendría que aportar a la justicia norteamericana para demostrar que no estaba traficando con pieles de animales salvajes.
No hay certeza de que los correos humanos con el que llevaban las carteras, fuera práctica que se usara incluso antes de morir Barbieri. El punto es que fue la debacle para la diseñadora caleña. Es que justamente fue una mujer que fue detenida con 28 de sus carteras entrando a los Estados Unidos para una de sus exposiciones en Nueva York, fue la que la delató. Denunció que cada persona que hacía el mandado recibía 600 dólares por día.
Este 30 de agosto en la madrugada, a pesar de los esfuerzos de sus abogados, la noticia de su extradición la sorprendió en su celda del Buen Pastor. La requiere una corte de Florida por presuntamente comercializar con animales en vía de extinción.