Cuando vemos el trabajo de Elsa Zambrano podemos pensar en dos amigos que realizaron cajas íntimas. El norteamericano Joseph Cornell (1903- 1972) que unía recuerdos imágenes, objetos de la vida cotidiana con encajes y al el francés Marcel Duchamp (1887-1968). Ellos eran complejos y herméticos amigos que buscaban en las cosas ya hechas (ready made) sus secretos. Los dos buscaban encerrar una parte del mundo. Los dos fueron los pioneros de la técnica del ensamblaje en el siglo XX. Ambos tenían sensibilidades distintas: Duchamp trató de encerrar una parte de su mundo mientras trataba de trabajar con un universo conceptual, mientras Cornell –más confiado en sus objetos- trató de armar un mundo más poético. Ambos estuvieron muy cerca al movimiento Surrealista.
Décadas más tarde llegarían los artistas Pop en los años sesenta que proponían una cápsula de aire cerrado para el mundo moderno y sus elaboraciones sobre la realidad. Después el formato de las cajas ha trascendido las barreras del arte moderno y contemporáneo. El británico Damien Hirst (1965) se salió de la caja vacía y en una enorme pecera guardó a un tiburón muerto. O, en Colombia Álvaro Barrios (1945) hizo una caja negra donde tres mujeres –una de ellas Evita Perón- recogen las estrellas que caen al suelo.
En términos generales el formato de la caja limita los términos de la creación. Contiene y detienen en el tiempo a la obra de arte.
La obra de Elsa Zambrano que se inauguró el 3 de marzo en la Galería Beatriz Esquerra se encuentra inspirada en los escritos de André Malraux. “Dentro de su noción del Museo Imaginario, Malraux explica que los museos, al contener objetos, modifican implícitamente la esencia de los mismos. Al exhibirse en un museo, cambia la relación entre el espectador y el objeto, dando como resultado un diálogo naciente entre las dos partes.
Lo mismo ocurre en los ensamblajes de Elsa Zambrano. Ella trabaja obras de grandes artistas de la historia del arte usando objetos encontrados o hechos a la medida”. Como resultado, apreciamos en su trabajo un encuentro interpretativo.
En la caja de Edward Hopper realiza más una interpretación del pintor norteamericano que pintó la condición de soledad del adulto, el aislamiento a que se somete por respeto al otro, el que vive diariamente la gravedad del abatimiento mientras la mirada se encuentra perdida en otra parte. Esas dos mujeres de las postales se relacionan con el mismo sentido con las muñequitas perdidas en el primer plano de la caja.
En otras obras más lúdicas, las postales que son el fundamento de la imagen popular se relaciona con trabajos libres que son mercancía pedagógica del museo como lo es un Miró para armar en cartón o el juego de colores que logra armar cuando se encuentran sus colores primarios del artista español.
El Nacimiento de Venus de Sandro Botticelli tiene dos postales donde la bella diosa recién nacida llega a la playa siendo una mujer con sus pelos rubios en una enorme concha de nácar. A su alrededor y muy poéticamente Elsa Zambrano reparte en un color habano los posibles animales habitantes del mar.
Las Plachadoras de Degas hacen parte de mismo repertorio de sus bailarinas. Todas ellas eran niñas pobres que ensayaban cada paso de ballet hasta la perfección, mientras sus madres trabajaban hasta el cansancio. Por eso la interpretación de Elsa Zambrano tiene que ver con la maternidad, la pobreza y el cansancio.
El artista norteamericano Andy Warhol (1928-1987) está representado con dos postales de su serie de las celebridades de Hollywood donde en esta ocasión toma la cara de Elizabeth Taylor. Abajo, ya en colores brillantes, se encuentra la palabra de su movimiento Pop rodeada de luces de neón.
