En el Centro de Educación Integral de Magangué todavía existe una cartelera con decenas de fotos de las niñas que han sido reinas del colegio. Allí aún reposa un poster de la primera y tal vez su más recordada diosa coronada; la estudiante Wendy Vanessa López, sobrina e hija adoptiva de Enilce López. Aquellos años resumen el momento de esplendor y opulencia por los que pasaba la familia Alfonso López. Nadie los tocaba. Tenían un ejercito de hombres para prestarles seguridad privada, el hijo mayor había sido alcalde, el otro heredero había sido representante a la Cámara y hasta hoy funge como senador de la República. Tuvieron la concesión de la venta del chance en los departamentos de Atlántico, Bolívar y Sucre. Colaboraron con varios políticos en cargos de elección popular, los cuales a posteriori les devolvieron el favor con el manejo de las carteras de salud de varios municipios. Pusieron gobernador y hasta en un penoso episodio se le castigó con una cachetada en público. Como si fuera poco, el mandamás de la región, Salvatore Mancuso, se decía el padrino de la niña mimada de la casa. La fundación con el nombre de la princesita repartía millones en regalos cada diciembre y tenía la venia del pueblo. A ‘los gatos’ como se les empezó a llamar, no se les podía llevar la contraria porque pagaban justos por pecadores.
Pero la montaña rusa de la desgracia se vendría a pique en una bajada sin retorno por aquellos excesos que produce la avaricia y el poder. El primer llamado de atención que les hizo la justicia se produjo en el año 2005 cuando la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada, canceló la actividad de los 132 escoltas que tenían sus empresas y su familia. Por ese entonces su hijo Jorge Luis Alfonso López, quien era el alcalde, andaba con 35 guardaespaldas. Además, la vigilancia de las compañías contaban con un arsenal de 150 armas: subametralladoras, pistolas, revólveres y guacharacas. Aunque lo que más los alertó fue la filtración de un documento de la Fiscalía en el cual se investigaba a Jorge Luis por su presunta participación en el homicidio de Renato Pardo Donado, uno de los socios de su mamá en el negocio del chance. Pardo Donado había sido asesinado en el año 2003 a la entrada de Uniapuestas, pero el expediente no duro mucho en la mesa de los investigadores para que fuera archivado.
Un año más tarde, el sueño de La Gata sería perturbado de un portazo. El jueves 9 de febrero de 2006 a las tres de la madrugada, en un operativo sin precedentes, funcionarios del CTI, Infantes de la Marina y miembros de la Dijín, le cayeron por los tejados de su mansión en Magangué para llevársela a la cárcel acusándola del delito de lavado de activos. De entrada no la encontraron porque sus decenas de informantes vestidos de mototaxistas le habían alertado de que algo raro estaba pasando en el pueblo. Pensando que la iban a matar fue encontrada debajo de una cama junto a su sobrina Wendy Vanessa. A la misma hora su hermano Arquimedes, alias ‘El Quimo’, estaba siendo apresado por el mismo delito. Los dos de inmediato fueron trasladados al bunker de la Fiscalía General de la Nación en Bogotá y su foto por dichos pasillos quedaría para la posteridad.
No parece coincidencia que los primeros efectos en las malas horas de Enilce López, siempre se reflejen en su apariencia física. Ese año, perdió nueve kilos de peso. Enilce, aquella gata fuerte que alzaba su voz frente a empresarios, políticos y hasta jefes paramilitares, comenzaba a desaparecer casi que literalmente. Eso mismo sucedió con sus amigos, los cuales el primer día que llegó a Bogotá, rodearon las instalaciones de la Fiscalía; alcaldes, diferentes funcionarios de Secretarías, chanceros y líderes comunales, gritaban y salían en televisión defendiendo a su doña. Nueve meses después, a la cárcel El Buen Pastor solo iban sus hijos, abogados y Aleyda Salazar, su fiel asistente. En reclusión también la cogería otra mala noticia. El Partido Conservador, por el cual por primera vez quería llegar su hijo Héctor Julio al Congreso, le había quitado el aval sin derecho a reclamar. El muchacho de inmediato fue recibido en las toldas del partido Apertura Liberal y con más de 70 mil votos celebró sin su mamá el objetivo trazado. Ella, mientras tanto, pedía ser trasladada a Cartagena o Barranquilla porque el frío bogotano la enfermaba, una escena que habría de repetirse muchos años después.
Once meses duraron sus suplicas y la inversión de varios millones para que sus abogados pudieran hacerla trasladar a principios de 2007 a la clínica La Asunción de Barranquilla. Allí llegó pesando 44 kilos. Los resultados de su nueva suerte llegaron completos: ese mismo año comenzaron a entregar testimonios los paramilitares que se acogieron al proceso de Justicia y Paz, uno de ellos hizo una revelación que hasta hoy la tiene en la cárcel. Luis Fernando Caro Solano, alias 'Magencio', dijo que en el año 2000 por orden de La Gata, un par de sicarios ajusticiaron al celador Amaury Fabián Ochoa Torres, en el municipio del Carmen de Bolívar. A su vez, otro desmovilizado, Jairo Castillo –alias Pitirri- declaró que a principios de este milenio el propio Salvatore Mancuso lo había enviado a la casa de Enilce López en Magangué, ese día ella le había enviado un cristo gigante de oro y 30 millones de pesos en efectivo para supuestamente colaborar con la masacre de El Salado.
Hace calor en Magangué y el pito de las motos ha opacado los trinos de los pájaros. De pronto aparece en una scooter negra, de esas ‘señoriteras’ como dicen en la costa, Wistón García, excandidato a la alcaldía. El chancero Cervantes nos presenta y comenzamos a hablar de la condición por la que pasa Enilce. Cuando toco el tema de las muertes que le indilga la justicia, García salta de la moto para defenderla con casco en mano y se le sale una frase que se ha vuelto un lugar común en ese municipio: “Mire, periodista. Si la justicia aceptara un intercambio, yo de inmediato pongo mi nombre a consideración. Que salga la ‘seño Emilce’ y yo me voy para la cárcel. Esa dama es una santa. Magangué le debe todo a ella. Una mujer que hacía parques, daba regalos, daba empleo. Y por chismes y envidias está donde está”, dice García, casi con lagrimas en sus ojos.
Aquel 2007, La Gata copaba todos los titulares de los medios nacionales. Ante tal situación su hijo Héctor Julio, renunció públicamente a su curul en la Cámara de Representantes, aduciendo que había una treta para hundir el buen nombre de su mamá. No había sacado sus cosas del Congreso cuando ya otro hallazgo salpicaba a su progenitora: las autoridades encontraron en Barranquilla un hangar de su propiedad donde al parecer Salvatore Mancuso guardaba aeronaves utilizadas para el tráfico de drogas. La Gata tomó un respiro cuando un juez de Cartagena la absolvió del delito de lavado de activos y peculado, pero en seguida le notificó que seguiría detenida por la muerte del celador del peaje del Carmen de Bolívar.
Volvió a caer en cama, de tal suerte que la Fiscalía decidió concederle la detención domiciliaria en su casona de Barranquilla. Pero con aquellos beneficios la Corte Suprema de Justicia no demoró en pedir el traslado de su expediente por homicidio a Bogotá, previendo que la cercanía de La Gata con Cartagena podía entorpecer el proceso. Los movimientos en su residencia de inmediato se hicieron más asiduos y su omnipresencia se reflejaría en las concesiones del chance que se entregaron ese 2008. De nuevo se quedó con el chance del departamento de Bolívar (Unicat), Magdalena (Aposmar) y Atlántico (Uniapuestas) con un común denominador, en casi todas las pujas solo se presentaron las empresas de los Alfonso López, un negocio que según los expertos rodeaba los 50 mil millones de pesos anuales.
Mientras cierra su puesto de chance, ‘El gordo’ Cervantes cuenta un episodio que reafirma el poder que tenía su comadre en el escenario político de Magangué. “Una vez que llegué de visita a la casa de la comadre Emi, me dijo que alquilara un vestido de paño, me pusiera una corbata, que me fuera para foto Japón y me tomara unas fotos. Yo le pregunté que para qué y ella me dijo que para hacerme concejal del municipio. Lo único que hice fue reirme y le dije: ‘yo sé en qué cayeron las dos primeras o las dos últimas del chance, pero de política no se un carajo, comadre Emi’”, al parecer la conversación la cerraría de mal genio La Gata, sentenciando: “Oye, Cervantes. ¿Y es que tú te volviste aranista? Oye”.
Curiosamente en el 2009, Anuar Arana fue destituido de su cargo de alcalde de Magangué por el Consejo de Estado sindicado de violar el régimen de inhabilidades. Unos años más tarde, Arana sería apresado y vinculado en el homicidio de tres jóvenes que se saltaron una cerca de una de sus fincas. Ante el vacío, lo sucedería en el cargo Arcesio Pérez, quien presuntamente había sido cuota política de La Gata. De hecho, Pérez nombraría en aquel diciembre a Wendy Vanessa López como la reina del municipio. Se dice que en comunión con Arcesio Pérez, Wendy reviviría su fundación para regalar becas y viajes con el objeto de regresar la buena imagen de su madre adoptiva. Pérez saldría bastante cuestionado de la administración, incluso el senador Juan Manuel Galán advirtió la amistad de este con la polémica Enilce López.
Otro de sus consentidos, el exgobernador Libardo Simancas, ese año se entregaría a la justicia acusado de parapolítica. “Soy amigo de Enilce López pero no de paras'”, diría en su defensa, pero nada pudo hacer para que la Corte lo condenara a tres años y nueve meses de prisión. Así mismo, unp de los políticos que no negaría su amistad con la familia Alfonso López, sería el hoy Representante a la Cámara, Yair Acuña. “Claro que soy amigo de Jorge Alfonso López y de Enilce López,. Yo no voy a negar mi amistad con ellos simplemente porque tienen cuestionamientos. Eso no es de gente leal. Me parecen gente y empresarios de bien, son mis amigos y ojalá tengan la cédula inscrita en Sucre para solicitarles los votos frente a la aspiración que tengo" dijo en su momento Acuña, quien hoy aspira a ser reelegido pero no por el movimiento de negritudes Afrovides sino por su propio movimiento Cien por ciento Colombia.
Para las elecciones del 2010 a Congreso, y contrario a lo que había anunciado años atrás de no volver a la política, el hijo menor de la familia se lanzaría de nuevo al ruedo, esta vez al Senado. Héctor Julio obtendría una votación de 69.734, avalado por el Partido de Integración Nacional, PIN. A su vez, su hermano Jorge Luis, sería borrado de la escena política ante una sanción de la Procuraduría que lo inhabilitó por 20 años para ejercer cargos públicos tras haber suscrito contratos irregularmente como alcalde de Magangué.
Encerrada en su casa ubicada en el sector del Prado, en el norte de Barranquilla, La Gata habría de atender el sinsabor de estos dos episodios, así como dejar entrar a agentes de la Dijín, quienes le allanaron esa y 20 propiedades más localizadas entre Cartagena, Sincelejo, Santa Marta, Medellín y alrededor del departamento de Bolívar. Los investigadores buscaban rastros de un presunto lavado de activos de sus empresas con dineros venidos de las actividades de narcotráfico que realizaban las Autodefensas Unidas de Colombia. A pesar de los 15 escoltas privados que rodeaban su casa de Barranquilla, más los que vigilaban sus otras propiedades; los peritos incautaron 95 computadores, nueve cajas fuertes y títulos de propiedades. Ya un juez en Bogotá la había condenado a nueve años de prisión por tener nexos con los paramilitares, pero no había abandonado su palacete por una orden de Medicina Legal, que dictaminó un severo grado de desnutrición causado por el choque traumático que le había causado todo el descenso en su vida pública. Desde aquellos tiempos La Gata se aferró en una especie de protesta silenciosa y no volvió a comer.
Cada vaso de agua traía otra mala noticia. A principios de 2012, su hermano Arquímedes García Romero, volvió a ser detenido y trasladado a una cárcel de Barranquilla por el delito de concierto para delinquir. Semanas más tarde, le tocarían una arteria más cercana a su corazón: un fiscal de la Unidad de Derechos Humanos ordenó la captura de su hijo Jorge Luis por el homicidio de Hamil Kasser Alí, un ciudadano turco conocido en Magangué por prestar dinero a interés. ‘El Gatico’ fue alertado horas antes que se llevara a acabo el operativo y emprendió una misteriosa fuga. Pasaron tres meses y en agosto de 2012, Jorge Luis fue capturado en una finca cerca de Barranquilla, pero esta vez la justicia le endilgaba otro homicidio más: el de Rafael Enrique Prins, periodista del periódico Magangué Hoy quien fue abaleado en febrero de 2005. Jorge Luis ya no solo era considerado un gatico sino un agresivo felino, el día de su captura fue encontrado junto a 11 escoltas, que portaban ocho pistolas, un fusil R-15, una subametralladora y 420 cartuchos. Los abogados de la familia no se quedarían quietos y obtendrían la libertad por vencimiento de términos de Arquímedes García. Asimismo, en un proceso relámpago el 24 de diciembre de ese año, Jorge Luis sería trasladado de La Picota a la penitenciaría El Bosque de Barranquilla, aduciendo cercanía familiar.
La familia pasó el año nuevo sin novedades, pero el 11 de enero de 2013 el Tribunal Superior de Bogotá condenó a Enilce López Romero a una pena de 37 años de cárcel por el homicidio del vigilante Amaury Fabián Ochoa Torres. De nuevo los flashes y los micrófonos se posaron en su casa de Barranquilla para saber la reacción de la polémica empresaria. Se supo que una crisis de depresión la abordó y se conocieron las primeras imágenes después de un largo periodo si salir a la luz pública. Físicamente estaba irreconocible, apenas si hablaba y pesaba 26 kilos. Por su estado fue recluida en la Clínica La Asunción de Barranquilla, de la cual se decía tenía acciones que hasta ahora no se han podido comprobar.
La suerte y las vidas de los gatos se agotan. En julio del año pasado se destapó un escándalo por la nueva adjudicación del chance en Sucre. La empresa que era de Enilce López y que en papeles ya no le pertenecía, volvió a presentarse para la concesión. Informantes enviaron pruebas a la Secretaría de Transparencia de la Presidencia de la República, afirmando que el proceso estaba siendo amañado y que además el senador Héctor Julio Alfonso López no se había declarado impedido, estaba ejerciendo un tráfico de influencias y tenía en papeles el siete por ciento de la empresa de apuestas Aposucre. Finalmente y a pesar de que hasta el Presidente Juan Manuel Santos se pronunció sobre el caso, el gerente de Emcoazar, Carlos Augusto Pretelt, le dio la concesión por tercera vez a Aposucre.
El 19 de septiembre de 2013, en un operativo relámpago, funcionarios del Inpec trasladaron a Enilce López a Bogotá para ser recluida en la cárcel El Buen Pastor. Sin embargo, por su evidente estado de desnutrición ‘la gata del chance’ fue llevada al hospital Cardiovascular del Niño en Soacha, donde por varios días se enfrentó a los médicos, no se dejó revisar e insistió en volver a su casa de Barranquilla. De la imponente Enilce de los años noventa ya no quedaba nada. “Yo era arrogante y orgullosa; ya no soy nada en este momento, soy fea, maluca”, le dijo a los médicos con una voz que ya no hacía vibrar los vidrios. Después de un mes en el frío de Bogotá, sus abogados lograron que el pasado 17 de enero fuera de nuevo trasladada a un hospital de Barranquilla. La caída es inminente y tal vez esta vez no caiga parada; su estado de salud es reservado, las autoridades están a la espera de nuevas licitaciones del chance para poder atajar cualquier entuerto, su hijo mayor está en la cárcel, su hijo menor dijo no querer saber nada más de política, la niña de la casa no sale para evitar diversas crisis de pánico, pero en Magangué sigue tan viva su leyenda que los forasteros que hemos ido, sentimos que los mototaxistas nos están persiguiendo por seguir las huellas de su gata.
Por @PachoEscobar
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