Durante décadas, ExxonMobil fue la más brillante de las empresas en Estados Unidos. La más grande, rodeada del aura de prestigio de su fundador John D. Rockefeller que con sus socios llamó Standard Oil en 1870. Su enorme estructura ocupaba más de cien mil empleados y su poder era tal que llegó a decirse de ella que era “un Estado empresarial dentro de un Estado americano”, con reglas propias en política exterior. Su capital superaba hasta el de rutilantes recién llegadas como Apple o tradicionales como Walmart. En la era en que el petróleo era el rey, ExxonMobil fue la reina indiscutida.
Las cosas han cambiado. El reinado del petróleo está de capa caída y ExxonMobil es símbolo de la situación. En julio del 2014, hace seis años, su acción se cotizaba en 103,8 dólares, el 29 de octubre de este 2020 cerró en la Bolsa de Nueva York a 32,97. Un desplome de 68 %. Un mes atrás el mundo de las acciones había presenciado la salida de la petrolera del exclusivo club de las 30 empresas industriales de Estados que conforman el índice Dow Jones, donde estuvo casi un siglo. Y este semestre volvió a ver los números rojos que no había tenido en 30 años: 1.690 millones de dólares de pérdidas, un duro revés frente a ganancias de 5.480 millones del mismo periodo del año pasado. “Las peores pérdidas en una generación”, subtituló World Energy Trade.
El derrumbe de la petrolera se explica por lo más obvio: la caída de los precios del petróleo que para julio de ese 2014 estaban en bonanza con USD 105 barril, mientras el año pasado fluctuaron en el rango de los 60, y este no más allá de 40. Un punto al que se llegó cuando terminó la guerra del sobreabastecimiento entre Arabia Saudita y Rusia en la se vio la inusual cotización que significaba pagar para que se llevaran el crudo. Todo ello en medio de un nuevo actor llamado petróleo fracking impulsado por Donald Trump para convertir a Estados Unidos en el primer productor mundial, que hoy asiste a la quiebra de cientos de pequeñas y endeudadas petroleras del shale y el repudio de los ambientalistas. La pandemia del Covid-19 fue la estocada de la caída de la demanda que, según los analistas, tardará mucho en recuperarse. Más ahora cuando los rebrotes están a la orden del día.
Su reemplazo entre las 30 más grandes fue Salesforce, una compañía de software en la nube, que es la muestra de los cambios en la industria de EE. UU.
Guerra de precios, sobrebastecimiento, fracking, pandemia tuvo que enfrentar Exxon. Y algo más contundente, las transformaciones en la energía, que están dejando relegados a los combustibles fósiles, como petróleo y carbón. De hecho, algo muy extraño sucedió a comienzos de este mes: de repente, una empresa que se ha convertido en la cara de la energía renovable le quitó el puesto como la empresa de energía más valiosa de Estados Unidos, anotó con gran despliegue Oil Price, el portal de energía más reputado del mundo.
NextEra Energy es actualmente el mayor productor mundial de energía eólica
NextEra Energy Inc. (NEE) que tiene su sede en Florida, a principio de octubre alcanzó un valor de mercado de USD 147.610 millones en comparación con 144.690 de ExxonMobil. Actualmente, NEE es el mayor productor mundial de energía eólica y solar con 45.900 megavatios de capacidad de generación, ocho subsidiarias, suministra electricidad a 5 millones de hogares en Florida, se ha duplicado en los sectores más prometedores de las energías renovables: solar e hidrógeno. Y va empezar un proyecto piloto de hidrógeno en el Centro de Energía Limpia de Okeechobee, propiedad de su subsidiaria, Florida Power & Light (FPL).
Mientras en Europa las grandes como Royal Dutch Shell, BO, Total, Eni y Repsol ya van por el camino de las energías renovables, Exxon hace inversiones mínimas, en comparación con la de combustibles fósiles, en los que, según Bloomberg, planea invertir USD 210.000 millones. Entre esos planes estaría la asociación con Ecopetrol para hacer los pilotos de fracking en el Magdalena Medio, con su empresa especializada XTO en áreas aledañas a Puerto Wilches.
Las estaciones de gasolina Esso quedaron desde hace dos años en poder del grupo peruano de Primax
En Colombia, ExxonMobil es una vieja conocida que llegó a Barrancabermeja en 1917 llamándose Tropical Oil Company a explorar y explotar el yacimiento Infantas. Después fue Exxon de Colombia, a mediados del siglo pasado compró una cadena de estaciones de gasolina en el occidente colombiano, reemplazó los productos de marca Tropical por Esso y fundó a Esso Colombiana. Más tarde, en 1975, con una subsidiaria llamada Intercor fue socia de Carbocol 50-50 para explotar una de las minas de carbón más grandes del mundo a cielo abierto, la de Cerrejón, cuya parte vendió en el 2002 a Anglo American, BHP Billinton y Glencore International. El último día de noviembre del 2018 las estaciones de servicio terminaron en manos del grupo peruano Romero que ahora llama Primax.
La banca de inversión Morgan Stanley, dijo de frente recientemente "es hora de que Exxon haga grandes apuestas en la energía renovable”. Si la enorme petrolera atiende el consejo podría interesarse en Colombia no solo por el fracking. Y tal como el eslogan que coreó una generación: “Me voy con Esso y con Esso regreso”.
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