Jerónimo y Tomás Uribe están de moda. Desde el 4 de agosto, cuando fue detenido por orden de la Corte Suprema de Justicia, sus hijos han cobrado protagonismo. La labor ha sido limpiar la imagen de su papá. Con cada una de las declaraciones quieren borrar todo lo malo que se ha dicho sobre él. Su fortuna no surgió del narcotráfico ni del desplazamiento. Mientras fue estudiante de Derecho de la Universidad de Antioquia abrió una cadena de restaurantes en Medellín, Bogotá y San Andrés. Tenía tanto éxito que alguna vez llegó a vender en un sólo día 30 mil arepas.
Hasta el momento no se sabía la existencia de esa cadena de restaurantes que llegó a expandirse en cinco ciudades del país. Tomás y Jerónimo se han transformado en los vasos comunicantes con la opinión pública. Es tal el protagonismo que muchos uribistas están pidiendo que Tomás sea el reemplazo natural, el sucesor de su padre.