Por estos días la capital del Valle del Cauca parece más activa que de costumbre, y ello no solo se debe al desarrollo de eventos tan importantes para la ciudad o región como el Festival Internacional de Orquestas de Guitarras o el exitoso Petronio Álvarez, el cual parece que en cifras rompió sus propias estadísticas, o de las cientos de buenas cosas que pasan en la ciudad; aunque muchos no creamos. Para los medios de comunicación de la ciudad, aunque debo aclarar que no todos, el tema Armitage, el alcalde “chabacano” de la ciudad, se convirtió en uno de los mayores generadores de noticias. Al final eso es bueno, claro está, pues quién más interesada que la ciudadanía en saber qué pasa o cómo va su “Cali Progresa Contigo,” plan de desarrollo del actual burgomaestre.
Maurice Armitage, alcalde de la sucursal del cielo, es un hombre sin pelos en la lengua. Quizá ese resulte ser uno de sus mayores problemas, debería tenerlos, pues su franqueza al hablar le ha generado más descalabros de los que él mismo se ha podido imaginar. Su manera particular de ser, sin lugar a dudas, le permitió pasar a la historia como el hombre que políticamente hablando “ dio papaya”, cosa que él mismo replicó de manera contraria frente a los índices de inseguridad que atraviesa la ciudad.
Frente a estos hechos los medios andan a la caza, pues en la ciudad ese tipo de noticias pareciera que alimentan el morbo de unos y la desinformación en otros.
Resulta claro ver cómo cientos de salidas de Armitage han sido y serán los nutrientes de sus opositores de turno. Es fácil ver a quienes perdieron electoralmente aprovecharse de los desatinos comunicacionales del burgomaestre, usando sus audios y videos para descontextualizar entornos, logrando así seguir cultivando esa desazón social, una que hoy por hoy pareciera estar a la orden del día.
Yo no soy de Santiago de Cali, pero en la actualidad la veo como una ciudad insegura, pero con oportunidades que están a la orden del día para quienes pensamos en que tener un mañana mejor sí es posible. Veo gente buena, gente que más que fijarse en cómo hable él, lo que quiere es que haga o que siga haciendo.
¿Qué sigue? Esperar a que meta las “patas” nuevamente, para ver cómo los programas de radio o tuits ocupan toda la mañana hablando del tema y no de una construcción o tejido social que tanto merece la atención de todos, o de temas de ciudad que para ser abordados en medios deben ser a través del amigo del amigo o de una pauta paga.
Debo reconocer que lo ideal sería su cambio de discurso, que se dejara asesorar, que siguiera los protocolos en comunicaciones pero no; tocará ver cómo en poco las vuelve a meter, igual como él dice: “Me iré así. Yo ya no cambiaré".