Hoy viví una tarde inolvidable con la mujer con la que quiero estar por el resto de mi vida. Tuvimos la oportunidad de ver la película La Cabaña, de Stuart Hazeldine, basada en el Bestseller Internacional que cuenta la historia de vida de Mackenzie Allen y aborda una pregunta inmemorial: “¿Dónde está Dios en un mundo lleno de dolor?”. Tengo que decir que ese momento marcó mi existencia y decidí escribir sobre esto con el fin de compartir un mensaje de tolerancia y amor con cada cristiano, pastor, congregación y con cada joven del país.
Actualmente Colombia está pasando por un momento difícil, de esos que marcan la historia del hombre. Ya más de una vez se ha utilizado a la Biblia y a los principios de Cristo para justificar las decisiones de la humanidad, como sucede en la disputa que vemos a diario entre miembros de la comunidad LGTBI y cristianos.
Por eso hoy tomé el valor de escribir acerca de esto, aunque no sea fácil hacerlo, pueden señalarme de oportunista o tildarme como mentiroso para callar mi voz. Lo cierto es que mi único interés es compartir una reflexión que surgió viendo la película de La Cabaña con la mujer que amo, pues quiero que mi familia tenga un mundo mejor.
La afirmación de la película que inspira este llamado indica que “hay miles y millones como tú, determinando lo bueno y lo malo individualmente, y cuando lo bueno para ti choca con lo que es malo para tú prójimo se producen las discusiones y estallan las guerras, porque todos insisten en creerse Dios. Ustedes no fueron concebidos para nada de eso”.
Es importante que analicemos este punto por qué nos estamos señalando los unos a los otros, llegando a agredir con irrespeto, cuando hay muchas personas que están en la mitad, que son cristianos y LGTBI, y no viven tranquilos, pues no pueden estar ni con las personas que les atraen, ni mucho menos con sus hermanos en la casa de su Padre, porque en muchas ocasiones desde la entrada los están enmarcando. De tal manera que terminan alejándose de uno de los principios fundamentales de su existencia, estar junto a Dios.
¿Desde cuándo nos volvimos jueces y al mismo tiempo cambiamos el propósito de Dios, que es ser luz en este mundo de oscuridad? Quiero decirles que la división lo único que logra es contribuir al caos. Hemos llegado a un punto que muchos le temen a los cristianos, nos estigmatizan e incluso nos tratan de inquisidores del siglo XXI; cuando antes de 1991 no podíamos adorar a nuestro padre en público, nos tocaba hacerlo en garajes o pequeñas casas por que no había la libertad de culto.
Es por esto que le pido a cada uno de ustedes que hagamos un alto en el camino y acabemos con esta guerra. Esto no se trata de dejarnos imponer el estilo de vida del otro. Tenemos que proteger nuestros principios y brillar en la oscuridad en la que estamos viviendo, pero con amor, como Cristo lo haría, sin generar más caos.
Recordemos que Dios está cada segundo con nosotros. No nos dejemos manipular de ideas que infunden miedo e incitan a la violencia indicando que “el mundo se va a volver LGTBI”. Dios está en control de todo. Él creó el universo y su voluntad para el mundo es buena, perfecta y agradable. Cuando una persona hace lo correcto demuestra que es justa. La voluntad de Dios es que la vida honorable de ustedes haga callar a la gente que los acusa sin fundamento alguno, esa es la forma de lucha de un cristiano. Estamos llamados a respetar a todos y a amarnos los unos a los otros.
Así que sí está en sus corazones, quiero invitarlos a no juzgar a la comunidad LGTBI. Con ejemplo y con amor podemos ayudarles a encontrar el propósito que Dios tiene para sus vidas, esa es nuestra cruz en este momento de la historia. Sin embargo, es decisión de cada uno ser parte de ella, aceptémosla y cambiemos al mundo. Acabemos con el orgullo y el rencor. Busquemos la reivindicación de los cristianos, no solo cambiaremos nuestra imagen, sino a su vez estaremos honrando el nombre de nuestro Dios, que ha sido mal utilizado ¡Dios guarde a Colombia!