En estos momentos alcaldías y gobernaciones están en empalme, los electos reciben los informes de los salientes y estos últimos intentan mostrar de la mejor manera las obras y progresos que sus territorios lograron. Nadie quiere estar en la posición de tener que entregar su gobierno a la oposición, pero en muchos municipios y departamentos esa es la realidad; con seguridad en esos casos las investigaciones no se harán esperar para quien deja el cargo.
Pero como el que gana es el que goza, los elegidos están pensando en su futuro, en sus secretarios de despacho, en las fichas para que los órganos de control sean lo más cercano posible a su grupo político y en cómo obtener las mayorías en los concejos y asambleas para que sus planes de desarrollo sean aprobados sin problemas y para que los planes de Ordenamiento Territorial (POT), en aquellos municipios donde no se han aprobado, se haga sin ningún contratiempo.
Pero esto no se logra con buenas propuestas o con el mejor plan programático de campaña. No en Colombia, donde cualquiera es candidato y en la mayoría de casos la chequera es la que manda. En estas circunstancias los ganadores de los cargos uninominales, tienen que echar mano de la burocracia para convencer y eventualmente comprar a los corporados y poder tener las mayorías.
Y no es que la burocracia sea mala, no es cuestión de satanizarla, en la democracia se convierte en una obligación y los Estados y sus entes territoriales tienen que aplicarlo para lograr hacer un buen gobierno. Cuando esos que ocupan los cargos burocráticos son los mejores, los más preparados y unos tecnócratas, se puede augurar los mejores resultados, pero cuando quien encarna esa posición es el mandadero del congresista, del concejal o del diputado y solo está allí para pagar favores de campaña, el desastre es inminente.
Pero hay cosas peores, nada más incoherente y macondiano que un concejal o diputado electo, que en campaña defendió con ahínco y a capa y espada la protección de los recursos naturales y va y vota por un plan de desarrollo que da concesiones sin límites a una multinacional minera, o aquellos que ganan su electorado con la protección animal, pero a su vez defienden los postulados de las familias taurinas. Estos son solo ejemplos y suposiciones de las contradicciones típicas de la fauna política nacional.
Es vergonzoso que muchos de los elegidos en octubre
no sepan para qué y qué funciones
deben cumplir en sus cargos
Los actores principales de estas situaciones son la ambición, las ganas de negocio y la poca visión de servicio a la comunidad. Es vergonzoso que muchos de los elegidos el pasado octubre no sepan para qué y qué funciones deben cumplir en sus cargos y estén ansiosos esperando la capacitación de la Esap para poder entenderlo. El analfabetismo político está en auge, se evidencia poca preparación en quienes serán desde el 2016 los que definan el rumbo y tomen las decisiones más importantes de sus municipios y departamentos por lo menos durante los próximos cuatro años.
La burocracia, esa mermelada de la cual muchos quieren estar untados, se convirtió en la mejor arma para quebrantar principios, vender ideologías y defraudar electores. Cierta parte de estos negociantes de la política, deberían hacerle caso a Pepe Mujica cuando dice que a los que les guste mucho la plata y están en la política, que se salgan y se dediquen al comercio.
No se puede seguir permitiendo que la burocracia se convierta en la moneda de transacción para beneficiar a unos cuantos, en la artimaña para manipular conciencias y privatizar lo público. Señores alcaldes y gobernadores electos, deseamos cumplan un excelente papel en sus nuevas posiciones y esperamos que la burocracia la usen como una herramienta para transformar y desarrollar sus ideas de gobierno y no para alcahuetear a bandidos disfrazados de políticos y para esconder y maquillar fracasos de gestión.
@julianelpolit
