Al parecer a algunos dueños de casas y locales comerciales del centro histórico no les ha llegado la pandemia. No tienen conocimiento de ella, pues están cobrando los cánones del mes de abril como si nada, sin contemplar que sus arrendatarios están cerrados y sin trabajar.
Repito, algunos. Otros, más conscientes, han acordado y pactado nuevos convenios, más acordes a la actual realidad que estamos viviendo.
Cartagena se ha vuelto invivible para sus lugareños. Los exorbitantes costos de arriendos comerciales obligan a los emprendedores (propietarios de bares, restaurantes y hoteles) a tener que trabajar, ofrecer sus servicios y productos con precios elevados. Esto sin mencionar costos de insumos, nómina y servicios.
Por ejemplo, se encuentran locales de 80 metros cuadrados a $24.000.000 mensuales en la plaza Santo Domingo. A esto hay que añadir los altos costos por utilización del espacio público, en caso de contar con mesas y sillas en dicha plaza.
Con todo esto es apenas lógico entender que se atrevan a pedir $18.000 por una Club Colombia en cualquiera de estos sitios.
Volvieron a nuestra Cartagena en una ciudad únicamente asequible para extranjeros, quienes con sus monedas fuertes (gracias a nuestro devaluado peso) pagan sin preocupación. Mientras tanto, es casi imposible que nosotros los lugareños podamos disfrutar de estos espacios con mayor frecuencia.
Muchos de estos emprendedores de bares y restaurantes viven día a día. Nadie estaba preparado para un cierre total y prolongado. Peor aún, sin saber aún fecha de próxima apertura. Es fácil predecir la quiebra de gran parte de ellos y, por ende, los altos niveles de desempleo y abundancia de locales desocupados.
Ahora que todo esto se decante, que los estragos económicos de la pandemia muestren su rostro feroz y devastador, recordarán algunos propietarios de casas y locales que cuando pudieron ayudar a sus arrendatarios con algo de consideración no quisieron. También recordarán con nostalgia, en los tiempos de finanzas maltrechas y locales vacíos, aquellas épocas de precios desbordados.
Como siempre digo, de toda mala situación o problema se obtiene enseñanza. Esta burbuja de costos exorbitantes en Cartagena será quebrantada por este mal que hoy nos aqueja. Al menos, eso espero para el bien común.