La Gobernación del Valle al mejor estilo de las celebraciones de las fiestas de San Pacho del Chocó, acaba de lanzar en Buenaventura la estrategia Ola Ventura que busca posicionar el bello puerto del mar como un paraiso cultural y de paz regional y proyeción nacional. Con presidente Santos a bordo, acompañado de los tres negros de más alto rango en su gobierno, Luis Gilberto Murillo, ministro de Medio Ambiente, Zulia Mena, viceministra de Cultura y Carmen Inés Vásquez, viceministra de Interior, quienes en el mes de la afrocolombianidad, acompañaron a la gobernadora del Valle Dilian Francisca Toro en la presentación de la Ventana Cultural de Buenaventura que busca cambiarle la imagen, generar autoestima y hacer de la ciudad un territorio de paz, inclusión y oportunidades.
La celebración de una misa inculturada –la que incluye elementos culturales de la sociedad donde se hace– marcó el inicio de la jornada. Al son de la marimba, el guasá, los tambores, sin faltar la presencia de las cantaoras, y los tradicionales alabaos, acompañados de chorros de bebidas espirituosas del pacifico, con arrechón, el viche, tumbacatre y abrepatas, avanzó la fiesta porteña. Además de funcionarios del gobierno nacional y departamental, no faltaron algunos exponentes de la ‘farsándula criolla’ seguramente convidados por el Mayoral de la Casa del Valle en Bogotá a ‘chupar calor, e ingerir bebidas afrodiasicas preparadas a base de pene de tortuga’.
Los vallecaucanos reconocemos hoy una dinámica de gobierno diferente. Dicen quienes están cerca de la gobernadora Dilian –y lo sé también de buena fuente– que es una mujer incansable para trabajar, estricta y exigente, que si por la Alcaldia de Cali llueve en cuanto al ritmo de trabajo del alcalde Armitage, por la Gobernación no escampa, con diez y seis y hasta más horas de trabajo diario a las que la líder guacariseña, hoy gobernadora, los somete.
Hasta aquí todo muy bien, excelente, que de Buenaventura el país entero cambie su imagen, que acabemos con la paradoja que siendo el puerto más importante del país, sea curiosamente una ciudad tan pobre, donde sus habitantes empobrecidos no tengan que conformarse con saber que por allí se mueve gran parte de la economía del país, que a diario se realizan transaciones de miles de billones de dinero, y que pasmados, los bonaverenses deban solo verlos pasar.
Para que Buenaventura salga del atolladero donde está, reduzca los altos indices de pobrezas alcanzados, que las bacrim y todos los actores de violencias terminen con las casas de pique, para que la corrupción deje de ser la principal noticia sobre el puerto, se requieren procesos serios de transformación social a partir de los cuales se consiga sacar a los habitantes del puerto de esa pesadilla de hambre, miedo, horror, desesperanza y pobreza extrema en que los han metido.
No hay derecho a tanta corrupción; es vergonzoso lo sucedido en Buenaventura con sus gobernantes incluido el anterior alcalde, el siempre cuestionado Bartolo Valencia, del mismo grupo político que en 2014 con el senador Delgado le tumbaron descaradamente la curul a la Cámara de Representantes que había trabajado y ganado Juan Fernando Reyes Kuri. En el ejercicio del poder llegaron a ¡robarse las oportunidades de la gente! El excalde Valencia junto a otros tres enfrentan proceso ante la justicia por el robo desalmado de los recursos del sistema de participaciones que había girado el Ministerio de Educación. Dineros destinados a prestar servicios a los estudiantes de bajos recursos, la cifra de la que se habla es de unos 5.000 millones de pesos. Qué infamia, cómo se roban los sueños, las oportunidades de niños y jóvenes, cómo los condenan a vivir presos de la ignorancia y a que repitan los circulos de pobreza en los que seguramente ellos mismos crecieron: condenados a repetir la historia.
Si Buenaventura no le da paso a una nueva generación dirigente,
si sus habitantes no toman conciencia de la responsabilidad
de elegir bien sus mandatarios, no va a pasar nada
Si en Buenaventura no le dan paso a una nueva generación dirigente, si sus habitantes no toman conciencia del poder y la responsabilidad que tienen de elegir bien a sus mandatarios del ejecutivo y el legislativo, no va a pasar nada. Con educación de calidad como motor de transformación social, con espacios para formación en politica como escuelas de pensamiento e innovación, que sean semilleros de liderazgo por un lado, y con proyectos diseñados desde los territorios que generen oportunidades y mejoren calidad de vida, a partir de los saberes ancestrales, y de toda esa riqueza cultural, gastronómica y de talentos del Pacifico, es lo que permitirá que realmente Buenaventura salga de la olla y se transforme.
Partiendo de procesos serios y de largo aliento, los que produzcan transformaciones sociales de fondo, llegará la “buena ventura” al puerto más importante de América sobre el mar Pacifico. Con visión, transparencia y voluntad política se puede.
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