La brutalidad* de la superstición
Opinión

La brutalidad* de la superstición

El sacrificio de humanos por temas supersticiosos es el que más llagas levanta y el que más impresiona a muchos

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octubre 17, 2015
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¿Qué le pasa a la gente? ¡En pleno siglo XXI existe un mercado de partes humanas! Y no estoy hablando aquí del típico cuento del señor que conoció a una chica y se la llevó al hotel, solo para despertarse en una tina llena de hielo con un letrero que decía que llamara a urgencias, que le habían quitado un riñón. Estoy hablando de los niños albinos en Tanzania, en donde son perseguidos… o más bien cazados por imbéciles (no falta el que los llame “emprendedores”, vivos que saben detectar un buen negocio cuando lo ven) que se quieren enriquecer de cuenta de las creencias supersticiosas.

Resulta que las partes del cuerpo de los niños albinos son altamente apreciadas para la hechicería. Dice The Atlantic que “la superstición lleva a muchos a creer que los niños albinos son fantasmas que traen mala suerte. Algunos creen que las extremidades son más potentes si las víctimas gritan durante la amputación”. (¿Les recuerda esto último de uno de los capítulos más oscuros de nuestra historia occidental?) Si cree en algún dios o diosa, pregúntele cómo permite que esto le pueda pasar a alguien. Como quedan vivos, el común cuento de que “es que [introduzca aquí el nombre de su dios o diosa] necesitaba angelitos y por eso se los llevó” no aplica, y el sufrimiento, el trauma y la cicatriz que les queda a esos niños en el cuerpo y en la mente no van a desaparecer ni aunque les nazcan un par de alas y les salga una coronita flotante fosforescente sobre la cabeza, aquí en la Tierra. Afortunadamente algunos se indignan por esta brutalidad y atienden a niños que han sido víctimas de estas prácticas tan atroces. Aquí pueden ver algunas fotos de los niños en recuperación.

Hay muchos ejemplos en el mundo de gente que comete todo tipo de barbaridades por sus creencias supersticiosas, o lo que es lo mismo, religiosas (si alguien me puede aclarar la diferencia, se lo agradecería). En nuestro caso, afortunadamente la mayoría de judíos/cristianos/musulmanes decidieron en algún momento escoger solo las partes bonitas de sus respectivos libros sagrados e ignorar el mundo de barbaridades que demanda su deidad, porque si no, nos llevaría el… ya saben quién. De manera similar, aunque un poco menos brutal, está la India. Hace algunos años estuve en Varanasi, una de las ciudades más sagradas para el hinduismo y el jainismo. Bueno, que crean en lo que quieran, cada quien es libre de creer en lo que quiera… pero bañarse en y beber agua de ese río sí es para dementes (aunque también he visto conductores de lancha que beben directamente del Magdalena… en cierta manera eso también se llama fe). Les dejo otra joyita aquí (ver foto #16) que lo ilustra mejor.

¡Ah! Y el sacrificio de humanos por temas supersticiosos es por supuesto el que más llagas levanta y el que más impresiona a muchos. Pero todos los días, todo tipo de animales no-humanos sufren las mismas atrocidades: tiburones,osos,tigres, rinocerontes, aye-aye, etc., etc. Y de cuenta de eso, pues simplemente están desapareciendo de la faz de la Tierra. Nuevamente, récele a [inserte aquí el nombre de su dios o diosa preferida] que cuando se extingan, vuelva a hacer un muñequito de barro y le sople su aliento divino (o cualquiera sea el mito en el que cree), pa’ ver si nuestros nietos tienen la fortuna de ver semejantes obras de la evoluci… que digo: creación.

No sé ustedes qué piensen, y espero que antes de juzgar a los supersticiosos de otras culturas, se detengan a pensar en las supersticiones que dominan la nuestra. Eso de creer que si uno no se dibuja la forma de una cruz en frente, pecho y hombros no mete un gol (algunos adornan el gesto con un besito en la mano), definitivamente no es tan grave como amputarle un brazo a un niño albino… pero que es superstición, es superstición. ¿Qué otras cosas estarían dispuestos a hacer los supersticiosos en nuestra cultura?

*Brutalidad (de brutal):

  1. f. Excesivo desorden de los afectos y pasiones.
  2. f. Acción torpe, grosera o cruel.
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