La bonhomía de Irene
Opinión

La bonhomía de Irene

Ella, sin estridencia alguna, en un recatado tono, hipnotizó audiencias de diversas raigambres

Por:
mayo 14, 2024
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Llegó un buen día a un país feroz una escritora entre cuyos rasgos de personalidad destacaba la afabilidad, la sencillez. La dulzura.

Una mujer delgada, menuda, blanca, ojos verdes y pelo rojizo, de voz dulce y ceceo de niña, sonrisa tímida y mirada discreta. Algo así como una virgen, pero con su propia voz. No “hágase en mi según su palabra”, como la virgen que adoran en el país de las fieras. Ella, sin estridencia alguna, en un recatado tono, hipnotizó audiencias de diversas raigambres. Me gusta mucho. Y habló distinto. Habló de libros y lectores y lectoras cuando lo común en ese país es hablar de muertos, robos y excluidos. De gobernantes que esquilman a quienes más necesitan la mano amiga de los recursos públicos. De escándalo en escándalo nos alimentamos todos los días, fieras unas veces, víctimas otras, de una u otra forma nos alimentamos de desesperanza.

La invitó Velia Vidal -también me gusta mucho-, de quien dice Wikipedia, “una activista, escritora, promotora de lectura y gestora cultural afroindígena colombiana. Es directora de la corporación educativa cultural Motete y creadora de la FLECHO (Fiesta de la Lectura y Escritura del Chocó). Fue elegida por la BBC en la lista de las 100 mujeres inspiradoras del 2022. La llevó al Chocó, ejemplo perfecto del abandono feroz. Irene leyó, habló, sonrió, abrazó. No me cabe la menor duda de que sintió al pueblo chocoano y algunas personas de este, a su vez, la sintió a ella. La bondad, la honradez, la claridad, la inteligencia, la convicción atraen mucho. En una buena hora vino Irene Vallejo a abrazarnos. A servir de regazo en un país atribulado y feroz. Y su falda son los libros. No creo que exista una mejor cobija en la vida.

No voy a olvidar la primera vez que la oí en una entrevista que hicieron en Los Danieles.  Yo esperaba una sola pregunta porque ya de otros temas la había oído hablar; me inspiraba alegría y paz cuando la escuchaba. Y la hicieron. La hizo quién tenía que ser la preguntadora: Ana Bejarano, que asimismo me gusta mucho, a quien, me imaginaba, le había tocado lidiar con Daniel Samper Pizano, que escribe como los dioses pero en asuntos de mujeres, igualdad y desarrollo, real y simbólico, no ha podido entender nunca las nuevas realidades a pesar de todas las evidencias. Se resiste como todo aquel que ostenta el poder de la palabra y ha sido educado en un mundo macho.

Preguntó muy seria y muy maja. Lo recuerdo con precisión: una mujer interesada en un mundo mejor, que hace ya tiempo viene interpretando la realidad fiera de una manera inteligente, con una habilidad para descifrar ese código de comportamiento que subrepticiamente, en forma velada, nos rige a hombres y mujeres para sostener precisamente la desigualdad jurídica, económica, cultural, doméstica y simbólica. Con su carita de yo no fui, expresión popular de las fieras del país del que comento, preguntó mientras el Samper junior sonreía, porque todo le da risa, qué le vamos a hacer; y su papá se ponía muy serio, recostado en el sofá con su cara adusta – el tema no era de su agrado-. Claro, él me entenderá: se le coló el toro.


La pregunta es clave para sostener lo que arriba digo; Anita, así le dicen, no la tiene fácil: “En los Danieles tenemos un debate interminable sobre el lenguaje incluyente. “¿Qué piensas tú?”


La pregunta es clave para sostener lo que arriba digo; Anita, así le dicen, no la tiene fácil: “En los Danieles tenemos un debate interminable sobre el lenguaje incluyente. ¿Qué piensas tú?” … “¿Qué va a pasar con esto? ¿Será que nos van a abrir un poco más las puertas en la Real Academia de la lengua?” Tímidamente, así, como muchísimas mujeres en el mundo que nos es fiero, alude a una de las instituciones más patriarcales que existe, tal vez la más poderosa porque es la del mundo simbólico, maná del lenguaje excluyente, la que garantiza que la humedad en la raíz ahogue la razonable posibilidad de respirar un mundo equitativo. La RAE, la policía de la lengua, ha sido vergonzosamente responsable del retraso sostenido en la respuesta al justo reclamo, por la igualdad entre los sexos, esta vez desde la palabra. Nada más y nada menos.

Y contesta Irene, también con los ademanes que le son propios, como los de Ana, suaves y muy femeninos- quedaron muy bien educadas- pero potentes: “Bueno, no puedo responder por las intenciones de la Real Academia, pero sí que creo que hay una corriente muy poderosa para abrir el lenguaje. El lenguaje tiene que plasmar las realidades de la vida y las inquietudes de los hablantes. Personalmente, yo, llevo mucho tiempo experimentando fórmulas del lenguaje que permitan ser incluyentes sin resultar forzadas … Sigue, da ejemplos muy prácticos, insiste en que son maneras que ya existen y mira al Daniel mayor mientras, en un ademán evidente, de niña chiquita que está desafiando al Padre, se soba una palma con la otra y finaliza puntualizando que en unos años habremos encontrado esa forma, sin que resulte violento e incómodo. Así cerró su opinión con un apunte esperanzador respecto a ese debate interminable que describió Ana en la pregunta inicial.

Un bálsamo que quiero recibir ingenuamente. Así, sin más por ahora. Que nos arrope. Por pura salud mental. Un aliento cálido para el país fiero, matoneador; qué falta que le hace la bonhomía de Irene.  

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