Brindar ayuda a quien la necesita sin esperar nada a cambio, elogiar genuinamente por un discurso o un logro, mostrar preocupación por los demás, respetar las posesiones ajenas, apoyar en momentos de enfermedad y vulnerabilidad, el compartir, es lo que nos hace querer ser seres sociales.
La práctica de la bondad es lo que nutre la armonía y cohesiona a la sociedad. En contraposición, si la vida en sociedad se guiara sólo por intereses individuales, prevalecerán los conflictos y la violencia en cada interacción, cosa que rara vez ocurre en nuestra violenta sociedad.
La bondad actúa como un contrapeso vital que evita el caos y fomenta la colaboración, impulsando el desarrollo armónico de la sociedad.
Aristóteles consideraba la bondad como parte fundamental de la felicidad y la incluyó en su concepto del triple filtro de Sócrates, transmitida por su discípulo Platón en la obra "La República". Según esta, antes de transmitir información o rumores, es importante someterlos a tres filtros:
1. El filtro de la verdad: lo que me dirás de mi amigo es verdadero o no.
2. El filtro de la bondad: lo que me dirás es beneficioso para mi.
3. El filtro de la utilidad: es relevante o útil.
Por lo que, si lo que me dices no sabes si es cierto, ni me beneficia de algún modo o es bueno o útil, entonces para que me lo dices.
En la actualidad, sigue siendo una incógnita cómo la bondad y la maldad coexisten en la naturaleza humana. Sin la presencia constante de la bondad, la civilización tal como la conocemos hoy en día sería difícil de sostener, demostrando así que los actos de generosidad y amabilidad son los verdaderos cimientos sobre los cuales se construye un mundo mejor para todos.