La Bogotá que nos conviene no es la que deseamos sino la que necesitamos

La Bogotá que nos conviene no es la que deseamos sino la que necesitamos

La contaminación tiene más que perjudicada a la capital, por eso es necesario que enfrente el reto del cambio climático y decida hacer la transición a la energía solar

Por: Sergio Atilano Tejón Garzón
marzo 19, 2019
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La Bogotá que nos conviene no es la que deseamos sino la que necesitamos
Foto: Flickr Juan Carlos Pachón - CC BY-SA 2.0

Bogotá, la capital del país habitada por propios y extraños, navega con rumbo incierto hacia el futuro, entre nubes de contaminación que convierten el aire que respiramos en un arma mortal. Vamos rumbo al apocalipsis.

Gobernantes indolentes han aplazado sistemáticamente el abordaje de la raíz del problema.

El Departamento Nacional de Planeación (DNP) informó que la capital gasta anualmente 4,2 billones de pesos anualmente en la atención de las enfermedades respiratorias, producto de la contaminación del aire que respiramos.

Además, anualmente mueren por culpa de la contaminación del aire más de 3.250 personas, es decir un promedio de nueve 9 personas diariamente.

Se ha olvidado que el aire no tiene color político y la contaminación cancerígena no respeta ningún estrato social.

La muerte viaja a sus anchas por toda la ciudad minando la calidad de vida y poco a poco va acabando con la vida de todos los ciudadanos. Es una muerte lenta pero segura.

La Organización Mundial de la Salud, el 12 de junio de 2012, determinó que todas las fuentes fijas y móviles que utilizan combustibles fósiles (léase ACPM, diésel, gas y gasolina) deben ser reemplazados por energías 0 emisiones de gases efecto invernadero.

En consecuencia, nuestra vida depende del cambio de la matriz energética para poder garantizar un aire de calidad y una salud digna.

Para nadie es un secreto que el transporte masivo de Bogotá se mueve principalmente a través de TransMilenio, sistema que funciona por intermedio de los operadores acreedores del usufructo y explotación del uso de las vías autorizadas y asignadas de acuerdo a las adjudicaciones hechas mediante licitación pública.

¿Es necesario precisar cuál ciudad nos conviene? ¿La que soñamos? ¿La que deseamos? ¿La que realmente necesitamos?

Definitivamente, lo que necesitamos en beneficio de nuestros hijos, jóvenes y ancianos es lo que debe tener prioridad.

Acaban de adjudicar una licitación para reemplazar los buses que prestan el servicio de transporte público de pasajeros que utilizan diésel y gas por nuevos buses que usan el mismo tipo de combustible, invocando y justificando dicha adjudicación con el pretexto que utilizan tecnologías Euro V y VI (ambas tecnologías descontinuadas en los países donde se fabrican dichos buses).

La ciudad que nos conviene y necesitamos es aquella que garantice una calidad de vida digna y que se logra con el cambio del sistema de transporte masivo por uno que utilice las energías limpias (eléctricas). Al parecer, la licitación recientemente adjudicada violó varias disposiciones legales y normas constitucionales. Esto será determinado por las autoridades judiciales competentes ante quienes ya se han instaurado y se instaurarán las demandas pertinentes.

La ciudad que necesitamos es aquella que cumpla con el deber de enfrentar el reto del cambio climático y decida hacer la transición al uso de energía solar en reemplazo de la energía fósil.

La ciudad que necesitamos es aquella que se convierta en un emporio basado en el comercio exterior y sea una promotora de las exportaciones de bienes y servicios.

La ciudad que necesitamos es aquella que fortalezca, promueva y financie adecuadamente la educación del "ser", no la educación "objeto".

La ciudad que necesitamos es aquella que irradia riqueza en pro de todas las regiones del país no la que concentra los recursos sin generar progreso.

La ciudad que necesitamos es amigable con sus habitantes y con el ambiente, cumpliendo con el mandato constitucional de tener un desarrollo sostenible.

La ciudad que conviene no es la que deseamos o soñamos sino la ciudad que necesitamos.

Bogotá, territorio solar.

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