El deseo del Sr. Gustavo Bolívar de tener una Bogotá bilingüe es admirable. Sin embargo, considero que su estrategia para lograrlo necesita ser replanteada. Confiar únicamente en los maestros para que los niños sean bilingües es un error. El inglés se aprende a través de la inmersión, por lo tanto, lo que se necesita es fomentar el tiempo autónomo pero supervisado para estudiar inglés.
Los niños deben leer diariamente vocabulario, que puede obtenerse directamente de un diccionario. Además, es importante que vean películas en inglés con subtítulos en inglés y que constantemente busquen palabras desconocidas. También deberían ver videos en Youtube, utilizar aplicaciones como Duolingo y, sobre todo, escuchar audiolibros con subtítulos en inglés y podcasts.
De esta manera, no se necesita depender tanto de los profesores. El enfoque debería estar en habilitar centros de recursos donde los niños puedan sumergirse en el inglés y tener la libertad de dedicar su tiempo a este espacio.
Entiendo la importancia de los maestros como guías, sin embargo, confiar únicamente en ellos limita el potencial de los niños. La inmersión y el tiempo autónomo son cruciales para dominar un nuevo idioma. Además, al permitir a los niños explorar nuevas formas de aprendizaje, se promueve su autonomía y creatividad.
Es fundamental que las autoridades y los educadores enfoquen sus esfuerzos en crear ambientes propicios para el aprendizaje del inglés. Estos ambientes pueden incluir espacios de conversación en inglés, talleres interactivos y actividades extracurriculares que fomenten el contacto constante con el idioma.
No podemos depender únicamente de los maestros para lograr una Bogotá bilingüe. Es momento de repensar la estrategia y brindar a los niños las herramientas necesarias para que ellos mismos se sumerjan en el inglés y desarrollen su fluidez de manera autónoma. La clave está en permitirles explorar y experimentar con el idioma, mientras se les brinda el acompañamiento adecuado.
Es posible lograr una Bogotá bilingüe, pero para ello es necesario replantear la estrategia. Debemos enfocarnos en empoderar a los niños y brindarles oportunidades para que se sumerjan en el inglés de manera autónoma. Esto no significa restar importancia a los maestros, sino encontrar un equilibrio que potencie el aprendizaje del idioma.