Egan Bernal está aferrado con uñas y dientes a una camiseta rosa con la que quiere llegar a Milan. El dolor de espalda ha sido un rival temible. No es el primer corredor colombiano que se impone en esta vuelta soportando dolores intolerables. Miren no más lo que le pasó a Nairo Quintana en el 2014. En ese momento Nairo era un pelado de 24 años -la misma edad de Egan- que había sorprendido al mundo en el 2013 cuando, en su debut en el Tour, logró el subcampeonato. En ese Giro partía como favorito y los que podrían hacerle sombra era Purito Rodriguez, Urán, o Fabio Aru. La primera semana Nairo perdió tres minutos con Rigo quien era el líder sólido. Nairo tenía dudas. No se veía tan fuerte. ¿Qué le pasaba?
Tenía un dolor de oído que lo taladraba. Subir para él cualquier puerto de montaña era un verdadero suplicio. Nairo no encontraba las respuesta. En el Stelvio, uno de los puertos de montaña más duros del mundo, estuvo a punto de bajarse de la bicicleta. El frío le calaba los huesos, la fiebre lo invadía. Sus compañeros le dieron ánimo. Le pusieron un periódico en el pecho. Nevaba como si fuera el fin del mundo. En el descenso, a pesar de los rumores que afirmaban que la etapa se había detenido, Nairo atacó. Llegó solo a la meta en la última subida y sacó más de 3 minutos. Se puso la camiseta rosa y nadie más se la pudo quitar.
Nairo ganó después una Vuelta a España convirtiéndose en el primer corredor latinoamericano en ganar dos grandes vueltas. ¿Egan tendrá piernas para repetir la hazaña?