De pequeños en la escuela primaria nos enseñaban que el agua hacía parte de los recursos naturales renovables; hoy parece que bajo las causes del calentamiento global, podrían considerarse recursos finitos. Colombia se ubica entre los tres primeros países en el ranking de recursos hídricos, (según la GWP (Global Water Partnership) y somos el cuarto país megadiverso del mundo. En el planeta, el volumen de agua se acerca a los 1.400 millones de Km3, aunque sólo el 3% de ésta es potable y la mayoría de la misma es subterránea, ya que no alcanza al 1%, la superficial; sin embargo, como leí alguna vez de la profesora Lorena Aja, hablando del río Piedras, uno de los afluentes que se usa para el acueducto de Santa Marta: “vivimos en un mar de agua con islas de sed”. Quizás por esto, bajo los efectos del fenómeno de la niña, problemas de planeación, la depredación humana, cultivos ilícitos, usos extraños, posibles irregularidades y otras aristas, hay una grave sequía en la ciudad.
La Sierra Nevada, la fachada de Santa Marta, el macizo montañoso más alto del mundo que nace del litoral, con sus nieves, que antes decían eran perpetuas, según Joaquín Viloria producía “cerca de 10.000 millones de metros cúbicos de agua al año, pero su aprovechamiento” ha sido bajo. En esta época de sequía, de las microcuencas hidrográficas de la Sierra Nevada que se encuentran en la vertiente norte, entre los cuales están los ríos Córdoba, Toribio, Gaira, Manzanares y Piedras, se planea construir una red de aguas superficiales, hasta llegar al gran Río Magdalena, aunado a pozos para extraer aguas subterráneas y hasta la posibilidad de instalar plantas para desalinizar aguas marinas, según los recientes estudios contratados con la Universidad de Los Andes, por Findeter y Metroagua, y que hace parte de las iniciativas del Plan Maestro Quinto Centenario de Santa Marta.
En ese contexto, muchos hablan de solucionar el problema del agua, pero pocos hablan de salvar a la Sierra Nevada. Otros se preguntan ¿Cuál será la calidad del agua de un río que atraviesa el actual modelo de país? Algunos se cuestionan quién firmó las modificaciones contractuales de la operación inicial del servicio de acueducto en el territorio, que le cambiaron sus condiciones esenciales. Nadie menciona quiénes son los responsables de la depredación, de la construcción sin ningún tipo de planificación sobre las rondas hidráulicas de los ríos que cruzan a Santa Marta o se pronuncian sobre la deforestación producida por la presencia de los cultivos ilícitos. Nadie apunta con respecto a por qué casi con prioridad frente al ser humano, se usaría el agua para la extracción minera y para evitar que montañas de carbón a cielo abierto se enciendan bajo el sol inclemente de la ciudad.
En la pasada semana, en las redes sociales del ex alcalde de Santa Marta Carlos Caicedo, se pudo ver un video publicado el 23 de octubre de 2015, en el que se debatía en el Congreso de los Diputados en España Sobre las inversiones de la entidad de la comunidad de Madrid, Canal de Isabel II (CYII) en Colombia y, para nuestro interés general, en la costa caribe. Allí el diputado autonómico de Podemos en la Asamblea de Madrid, Alejandro Sánchez, hablaba acerca de la polémica en medios españoles, sobre la participación de CYII en la privatización del derecho al agua en Colombia. Al final menciona las acciones que se vienen incoando en Santa Marta para revertir a la ciudad la soberanía tributaria –ya que acá habría una especie de alcabalas a todas luces inaceptable- y la forma en que se pretende recuperar la seguridad vital, con el manejo del agua. De ahí se pudo conocer que CYII, en el período comprendido de 2002 a 2014, ha recibido 48 millones de euros por inversiones de filiales en el extranjero, entre las que estarían Inassa, MetroAgua, y R&T.
Es decir, que muchos de los impuestos y tarifas que pagamos las y los samarios, y demás connacionales, irían a engrosar los botines de una empresa pública en España que opera como una multinacional corporativista de capitalismo del desastre en Colombia, “a través de una compleja red fuera del control de los organismos fiscalizadores públicos de Madrid como la Asamblea y la Cámara de Cuentas”. Allí sería bueno recordarles a los Señores de CYII que ya no estamos en la colonia.
Hasta este punto, todo sería cristalino con la bendita agua en Santa Marta, si la prestación del servicio público esencial que permitiría garantizar el derecho al mínimo vital de agua en la ciudad fuera eficiente, económico y de calidad. Sin embargo, además de presentar unas altas tarifas y poca presión del agua, con recortes frecuentes, para cualquier individuo de a pie sería un milagro que se pudiera tomar agua de la llave en la ciudad y le explicaría con detalles, los demás sobrecostos que se trasladan a la ciudadanía, cómo que en Santa Marta para consumir agua potable hay que tener un kit: poza, motobomba, filtro, olla para hervir y, muchas veces, plata para pedir traigan un carrotanque a domicilio, que siempre llega más rápido que un taxi; Y ni hablar de los riesgos para la salud pública.
Para revertir este contrato de arrendamiento atípico y recuperar el manejo del servicio público de agua, desde la pasada administración, y siempre había sido caldo de cultivo de las campañas electorales pasadas, se habla de acciones jurídicas por la escasez de agua y su mala calidad, a pesar de las grandes ganancias de la empresa operadora. Actualmente, una acción popular en ciernes, interpuesta por el Distrito y firmada por el pasado alcalde, busca se termine anticipadamente el contrato de arrendamiento de la infraestructura de acueducto y alcantarillado, suscrito entre el Distrito y la empresa Metroagua, por la presunta violación de los derechos colectivos a la moralidad administrativa, al patrimonio público y un presunto enriquecimiento sin justa causa. A lo que la empresa arrendataria, manifiesta mediante un escueto comunicado de prensa y su defensa técnica, que lo solicitado ya es cosa juzgada, y que en caso de prosperar la acción tendrían que indemnizarla; algunos afirman que por una tasa de cerca de 60.000 millones, algo así como US30 millones.
Metroagua, filial de Inassa, a su vez de CYII, desde 1989 en virtud de un contrato de arrendamiento opera el servicio de acueducto y alcantarillado en la ciudad, con una cobertura del servicio de 94% en acueducto y 80% en alcantarillado, según se apunta en el Informe Anual 2014 Grupo Canal de Isabel II Gestión, en esta página web:http://www.canalgestion.es/es/comunicacion/documentacion/informe_anual_2014/. Allí se afirma que existen problemas de calidad del agua, por lo que han puesto en marcha un Plan de contingencia Sequía 2014 con planes de emergencia y puesta en operación de pozos más profundos, así como que en Santa Marta no se cuenta con plantas de tratamiento de aguas residuales, por lo que se vierten directamente al mar a través de un emisario submarino.
El tema del problema de agua, además de ser una consecuencia del cambio climático que produce fenómenos naturales imprevistos, también está presente la mano del hombre. Parodiando a Clinton, diríamos: ¡Es el cambio climático, Estúpido! No hay agua, los ríos secos, las soluciones a corto plazo son demasiado costosas. Alguien se ha preguntado ¿qué pasó? ¿Por qué tumbaron cerros, talaron árboles, contaminaron, trajeron la minería implacable? ¿Cuándo decidió la ciudadanía aprobar alianzas poco saludables para las finanzas de la ciudad? ¿Nunca pensaron en que había que reordenar el territorio alrededor del agua para prevenir los riesgos/efectos perversos del cambio climático y mitigar sus daños?
Eso hay que llevarlo al debate público. Es necesario haya responsabilidades políticas y judiciales. Pero también es importante que, al buscar soluciones al grave problema de la falta de agua en Santa Marta, se someta esta cuestión a un ejercicio de gobernanza de los recursos hídricos, con todos los actores claves del territorio, que conlleve a la construcción colectiva de una política pública, que contenga las líneas de una agenda social y de infraestructuras necesarias para garantizar el derecho al mínimo vital de agua en la ciudad.
Al final de cuentas, en ese marco, no hay que descubrir que el agua moja. En Colombia muchos mecanismos y estructuras ya están confeccionados, son eficaces y se podrían replicar, que garantizarían la prestación pública, eficiente, económica y de calidad, con agua potable, remember apta para el consumo humano. Por ejemplo, modelos de fortalecimiento y recuperación de lo público –que es de todas y todos- como los de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, las Empresas Públicas de Medellín y hasta el mismo esquema del Canal de Isabel II (CYII) pero como opera en la Comunidad de Madrid, España. Desde ese punto de vista, no sería justificable pasar de un arrendamiento atípico exorbitante a una agencia público-privada peor. Sería como en la época de la independencia, cambiar de manos de una élite a otra.
Para los habitantes de Santa Marta, por su vocación productiva, su ubicación geoestratégica para el comercio, servicios y turismo y para el desarrollo humano de esta ciudad con 34,1 en condiciones de pobreza, 7,2 en pobreza extrema y un Coeficiente de Gini de 0,47, es necesario que el agua nos dignifique la vida. El agua es poder en la sociedad del riesgo global y del cambio climático. Sin agua no hay desarrollo ni democracia amplia. Es inconcebible que en Santa Marta no haya agua suficiente, pero más allá, es que en el Siglo XXI estaría amarrado el Distrito a un contrato leonino. Es clave que la soberanía de los servicios que garantizan el derecho al agua, los retome la ciudadanía y sean públicos, económicos y de calidad. Con la democratización de la prestación de los servicios públicos esenciales, de la tierra, del agua, se construye Paz Social.