La batalla tras las pantallas

La batalla tras las pantallas

Como escribió Zygmunt Bauman: "Las redes sociales son lugares donde la vigilancia es voluntaria y autoinfligida"

Por: RICARDO VILLA SÁNCHEZ
julio 03, 2018
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La batalla tras las pantallas
Foto: Pixabay

El debate sobre las claves de las redes sociales se ha parecido a la idea del descubrimiento de América, con su inicio de conquista, luego colonización y ahora ya casi pasando a la individuación. Sin embargo, se acostumbró la gente a volverlas un campo de batalla enigmática, detrás de las pantallas, en la que nadie da la cara. No se puede desconocer que es necesario en una sociedad moderna que haya debate público de ideas, participación de una ciudadanía activa, control social, acceso libre a la información, inclusión y pluralismo. No obstante, ¿qué salidas se hallan, en este escenario, ante la figura de una especie de juez sin rostro, con su álter ego escondido tras una pantalla, dando una cruzada diaria que parece solo alimenta a su ego, como si fuera la soma del mundo de la benevolencia, de la que hablaba Aldous Huxley en Un Mundo Feliz, o también, frente a unas especies de determinadores virtuales, que fabrican opinión, tendencias, símbolos, pensamientos simples y homogéneos, que le sirven a los intereses del mercado, del poder o del consumo?

En ese ecosistema virtual, uno tampoco puede tapar el sol con un dedo. Como dijo Bauman, así podamos caer en la trampa del activismo de sofá, son las redes de la indignación y de la esperanza, según Castells, las que recrean una nueva tribuna, en la que hay que salir en la foto, a ojo cerrado sin discutir que aún sean un terreno que no se ha podido explorar en su totalidad, interpretar en su contexto, analizar su perspectiva o abordarlo de una manera espontánea y con un cambio constante, a más velocidad que, quizás, el pensamiento.

Las palabras son pistolas cargadas decía Jean-Paul Sartre y, de nuevo, para Huxley: las palabras, como los rayos X, atraviesan cualquier cosa, si uno las emplea bien. En el entablado nacional actual, de transición hacia un nuevo gobierno que genera expectativas, incertidumbres y posibilidades, así como en el marco de la deliberación pública sobre la búsqueda de la mejor manera de construir en forma colectiva la paz y la reconciliación, es necesario desarmar el lenguaje y buscar la racionalidad colectiva, para que se pueda entrar en diálogo, lograr acuerdos o también disensos, con la interacción social, el contacto, la mirada, la escucha, el uso de los sentidos, y, ante todo, con la disposición de plantear argumentos, escuchar los del otro y debatir los saberes, sin prevenciones.

La pregunta queda en el ambiente: ¿cuándo empezará el proceso de paz en las redes sociales?, ¿cuándo se firmará un armisticio de la enemistad tras la pantalla? Para que podamos expulsar al odio, a la anomia, al veneno con las teclas, bajo la mirada de un censor anónimo, sin filtros, temerario, doble, agresivo, que predica y práctica el diálogo de sordos, no importa la orilla desde la que se mire.

El hombre de atrás de la pantalla, no el robot o el servidor que envía mensajes prefabricados, sino el que determina su reacción o acción comunicativa por medios electrónicos, es importante que empiece por las redes sociales a desarmar la palabra. Paso a seguir sería cambiar el chip del lenguaje bélico por el solidario, por el de articulación y de alianzas, en la esperanza de un mejor país o más sana convivencia. Pero, remember, la paz empieza por la casa, es una elección intrínseca al ser humano, decidir hacer un compromiso ético y avanzar en la perspectiva de un pacto común contra la batalla en la pantalla o, más bien, por el diálogo ciudadano constructivo, democrático e inclusivo, en la que el Estado puede intervenir a través de la educación o de las políticas públicas de seguridad humana.

Para desarmar la palabra, desmitificar los odios, desaprender las malas prácticas, respetar las normas de convivencia y al otro, al diferente en su dignidad, pensamiento y derechos, aportarle a la sociedad en su conjunto, aprender a convivir y a construir entre todos la paz y reconciliación, es clave empezar por las redes comunitarias, que no alcanzan aún a ser sociales, y quienes acá tienen una mayor responsabilidad, son los líderes de opinión que deberían tomar las banderas de esta iniciativa. En este espacio de deliberación pública, el llamado será a que le apostemos a una nueva causa social que lleve a un pacto por la no violencia recalcitrante en las redes sociales, que permita dar ejemplo al mundo de fortalecer la libertad, el pluralismo y, de paso, a nuestra democracia.

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