Es para mí un motivo de inmensa alegría escribir estas líneas en medio de la más formidable movilización que haya vivido el país en tiempos recientes. Desde el 11 de mayo y hasta el 16 de junio, el magisterio colombiano, hombro a hombro con estudiantes y padres de familia, escribió un hermoso capítulo en la defensa de la educación pública. Fueron 37 días de vibrantes jornadas y multitudinarias tomas de capitales, en los que salió a relucir el coraje, el heroísmo, la disposición de lucha y el brío invencible que anidan en inmensas capas de nuestra sociedad.
Se vive hoy una efervescencia, manifiesta en los paros cívicos de Buenaventura y del Chocó y en los que se avecinan de Tumaco, La Guajira y Barrancabermeja; en la lucha que libran el Comité por la Defensa del Agua en Yopal, los habitantes del Cesar, Meta y Caquetá contra el fracking y la ciudadanía barranquillera contra el despojo de la Triple A. Hacen parte de la misma oleada las protestas de los arroceros, la batalla por la revocatoria de Peñalosa y otros mandatarios locales, la defensa de la ETB, las denuncias de corrupción que campean en la Fiscalía General de la Nación, las movilizaciones de los indígenas del Cauca y la Sierra Nevada de Santa Marta en defensa de su territorio, cultura y medio ambiente, las exigencias de los campesinos cultivadores de la hoja de coca, el Paro Cívico de Mompós, la lucha estudiantil por presupuesto para las universidades, el paro que realizaron los trabajadores del Ministerio de Trabajo, las consultas populares que adelantan varios municipios contra la gran minería extractiva y por la defensa del agua, el pliego de los pensionados, los reclamos de los taxistas contra la ilegal plataforma Úber y, por supuesto, el paro nacional del magisterio. Lo que vivimos no tiene parangón en la historia de las movilizaciones de los últimos lustros.
El paro del magisterio nos deja victorias, pero sobre todo retos: Enorme respaldo: fue realmente emocionante palpar las manifestaciones de solidaridad. El saludo afectuoso, los carteles de apoyo, los pitos de los carros, las notas en los medios de comunicación masivos y comunitarios, el acompañamiento de congresistas como el senador Robledo y de diversos personajes públicos, demuestran que el país entendió nuestra lucha por presupuesto para la educación.
Resistencia ejemplar: logramos mantenernos durante 37 días, cada día con más ánimo que el anterior. No nos dejamos amilanar ni por las inclemencias del clima, ni por los gases lacrimógenos, ni por las amenazas del gobierno, nada nos detuvo.
Fortalecimiento de Fecode y sus filiales: sin nuestra principal herramienta, no habría sido posible este gran movimiento. Los enemigos, internos (porque los hay) y externos, que han querido partirle el espinazo a Fecode se quedarán con los crespos hechos. Fecode es nuestro principal activo y lo seguiremos defendiendo para acopiar mayor capacidad organizativa en las batallas venideras.
Los acuerdos son un triunfo para el país: gracias al respaldo, a la resistencia del magisterio y a la acertada dirección podemos dar un parte de victoria. ¿Se solucionaron todos los problemas? No, pero sí constituyen un muy buen comienzo para saldar la deuda histórica que el Estado tiene con el sector educativo. ¿Qué logramos con el Paro?
- Una reforma estructural al Sistema General de Participaciones a fin de que haya mayor presupuesto para educación con miras a resolver las carencias en acceso, canasta educativa, jornada única, renovación en infraestructura y relaciones técnicas en un horizonte de diez años.
- Se suprimió la figura “docente líder de apoyo”.
- Preescolar de tres grados.
- Jornada única con condiciones previas, comida-infraestructura.
- Respeto de jornada laboral de seis horas continuas para todos los docentes, incluidos los docentes orientadores, y además continuidad para los docentes provisionales.
- Nivelación salarial 2020 y 2021.
- Bonificación pedagógica con factor salarial.
- Se reactiva la comisión tripartita para el estatuto docente único.
- Logramos que en el proceso de ascenso de la segunda cohorte de la ECDF se establezca un curso de formación para un número equivalente al 12% de los docentes inscritos.
El reto ahora radica en velar por el cumplimiento a cabalidad de estos acuerdos, pues es de vieja data el carácter tramposo de gobiernos como el que encarna Juan Manuel Santos. Debemos recoger fuerzas, crecer en argumentación y fortalecer la organización para enfrentar con el mismo ahínco las luchas que se aproximan.
El descontento y la rabia crecen porque el pueblo está mamado de tanta corrupción, de que los mismos con las mismas malgobiernen así al país. Los trabajadores nos negamos a pagar los efectos de la crisis. Se presagian grandes tormentas, se auguran grandes transformaciones y los maestros estaremos en primera línea.
¡Viva la gloriosa lucha del magisterio!