Desde que se encendieron las alarmas sobre el nuevo coronavirus que cobra la vida de millones de personas, se reportan a diario las cifras de contagio a nivel mundial. Sin embargo, qué está pasando con la lucha interna y profesional que enfrenta el personal médico en medio de esta crisis sanitaria.
Debido al aumento acelerado de personas infectadas por el virus, el gobierno Duque declaró cuarentena obligatoria en todo el territorio nacional, lo que trajo consigo restricciones muy precisas para evitar la propagación. Mientras que cientos de personas se vieron obligadas a cerrar sus establecimientos comerciales o a continuar sus labores desde casa, los profesionales de la salud no terminan sus funciones, incluso su estilo de vida ha cambiado.
Son catalogados en todo el mundo como los “héroes de bata blanca” por la destacada labor que están desempeñando para contener la expansión del brote del coronavirus. Y no es para menos, día a día manejan extenuantes horas de trabajo, mientras son abatidos por el cansancio y el estrés que implica atender una preocupante cantidad de pacientes en un mismo día, unos más graves que otros. Ellos tratan a los enfermos con el mayor compromiso que se requiere, mientras se encuentran sumidos entre el temor y la preocupación de llevar el virus a sus casas o de ser ellos los próximos en ocupar una cama de hospitalización.
Sin olvidar la batalla que libran para proteger su salud mental ante la incertidumbre que genera el imaginar un posible colapso en el sistema de salud en un país como el nuestro. Además, se encuentran con sentimientos de frustración y culpa por no poder salvar las vidas que estaban en sus manos; expuestos a la angustia de enfrentarse con un virus desconocido altamente agresivo; sometidos a la presión constante por parte de los pacientes y familiares, especialmente de aquellos que están en delicado estado de salud; y lidian muy posiblemente con dilemas morales como privilegiar a aquellos que tengan mayores posibilidades de recuperación.
Lamentablemente, el panorama parece complicarse para el personal médico, pues se ven obligados a enfrentar la pandemia sin suficientes elementos de protección como lo son los tapabocas N95, gafas, mascarillas e indumentaria de bioseguridad, mientras la curva de contagio sigue creciendo. Trabajan bajo condiciones que los exponen al contagio y en ocasiones han tenido que proveer por su propia cuenta los implementos de dotación médica. Lo anterior sin dejar de lado que luchan por mantener a salvo la vida de las personas contagiadas en medio de la escases de recursos tanto humanos como tecnológicos, esenciales para combatir el virus, y sin instalaciones adecuadas para recibir a los pacientes que llegan en estado crítico.
Muchos ya dan por hecho que contraerán el virus y optan por tomar medidas dolorosas pero necesarias como lo es mantenerse separados de sus familias para evitar ponerlos en riesgo. A esto se suma el desconsuelo que produce la pérdida de dos de sus compañeros en las últimas semanas por cuenta del coronavirus, sin contar las muertes de los trabajadores de atención médica que el virus ha dejado a su paso alrededor del mundo. Pérdidas dolorosas que reflejan como el personal médico de nuestro país ya empieza a ser víctima de la enfermedad por la falta de insumos para desarrollar su labor y, como consecuencia de todo esto, los profesionales del sector de la salud consideran que están siendo arrojados al suicidio, dejándolos a su suerte, sin que el gobierno nacional garantice la protección de sus derechos fundamentales.