Wilmer Guaidó se despierta todos los días pensando que será el último en el que verá a su hijo Juan Guaidó, opositor de Nicolás Maduro, y quien el 23 de enero de 2019 asumió como presidente encargado de Venezuela.
A partir de ese momento y tras recibir el reconocimiento de más de medio centenar de países, Guaidó también se convirtió en líder, figura conocida por medio mundo y a la vez, en el hombre más perseguido por el régimen, pero no ha sido el único en su familia.
Su padre Wilmer escapó de Venezuela en 2003 después de que los directivos petroleros y los miembros de Fedecámaras intentaron hacerle golpe de Estado a Hugo Rafael Chávez Frías y la Revolución Bolivariana se radicalizó. Sin embargo, no fueron las medidas políticas sino la ineptitud del régimen lo que finalmente sacó a Wilmer de Venezuela.
A comienzos de 1999, una gran avalancha acabó con Vargas, un estado de Venezuela que tuvo que soportar la muerte de 30 mil venezolanos. En esa tragedia, Wilmer perdió todo lo que tenía y se salvó de morir de milagro. El gobierno de Chávez fue incapaz de ordenar la evacuación de los habitantes de la zona.
Wilmer quería viajar con su familia completa, pero Juan, quien en ese momento tenía 20 años, decidió quedarse. Acababa de graduarse del colegio y empezaba sus estudios de pregrado en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas donde se graduó como Ingeniero Industrial. Wilmer decidió irse junto con su esposa Esther Pumeda a Tenerife (España), donde trabaja desde entonces como taxista. A la distancia, sigue rezando porque a su hijo las garras de Maduro no lo vayan a tocar.
Wilmer está acostumbrado a los viajes. Es piloto profesional y ha volado a lugares inhóspitos como Ruanda o Sudáfrica. Soñaba con ejercer la profesión en España, pero todas las puertas se le cerraron. Así que le tocó ser taxista. Mientras tanto, al otro lado del océano, en Caracas, su hijo tenía como profesor a Leopoldo López, su mentor político.
De lejos ha visto el ascenso meteórico de su hijo. En 2011 fue diputado suplente del Estado de Vargas, diputado en pleno derecho en 2016 y elegido miembro de la Asamblea Nacional. Después llegaría el reconocimiento de ser presidente encargado de Venezuela en 2019, un cargo que le ha traído satisfacción, pero también la incertidumbre de ser oposición en un país sin garantías.
Desde Islas Canarias, Wilmer ha visto cómo el régimen ha intensificado el cerco sobre su hijo y la excusa en esta ocasión, fue la cruzada anticorrupción que están haciendo desde el Palacio de Miraflores.
Juan Guaidó ha sido señalado de llevarse una fortuna de Monómeros. El domingo 23 de abril supo que irían por él. La respuesta fue meterse en la Embajada de Francia en Caracas. Desde ahí viajó en avión hasta San Antonio y ese fue el lugar que escogió para cruzar a pie hasta Cúcuta. Ya había hablado previamente con la Cancillería colombiana para obtener el permiso de estar unas cuantas horas en Colombia y de ahí saltar a Miami, su destino final porque tal y como sucedió con Leopoldo López, su mentor, Juan Guaidó entendió que no se puede hacer oposición en Venezuela.
Cuando llegó a Cúcuta el pasado lunes 24 de abril, Guaidó decidió viajar a Bogotá y participar en la Cumbre organizada por el gobierno colombiano sobre el proceso político para restablecer la democracia en Venezuela. Sin embargo, el canciller Álvaro Leyva consideró que había ingresado en forma inapropiada al país en su camino al exilio en Miami. Ahora, como Leopoldo y su papá desde España, Guaidó hará oposición en la diáspora, uno de los destinos que han escogido cerca de 3 millones de venezolanos.
