El desespero de los potentados por reactivar la economía para seguir aumentando sus capitales con el trabajo de las clases vulnerables, es literalmente avaricia y esa avaricia se está convirtiendo en el combustible para reactivar la pandemia.
El Presidente Iván Duque se ha visto presionado por la banca de Luis Carlos Sarmiento Angulo, que ve como ha disminuido enormemente el uso de cajeros automáticos y demás servicios bancarios que producen miles de millones de pesos al día.
Lo mismo sucede con el sector de la construcción que fue reactivado obligando a reactivar otros sectores como el transporte y gran cantidad de servicios, ocasionando múltiples aglomeraciones cuyos resultados se conocerán en un mes cuando se dispare el contagio en todo el país.
En las cárceles el contagio está disparado afectando además de Villavicencio que ha sido el epicentro, la Picota en Bogotá y las Heliconias en el Caquetá, sitios a los cuales fueron enviados detenidos contaminados.
Es cierto que es necesario reactivar la economía, que la gran mayoría de los colombianos viven del día a día y muchas familias están desesperadas porque están pasando hambre y necesidades, y también es cierto que el gobierno nacional y los gobiernos seccionales han sido desbordados por la emergencia, pero si se continúa como vamos, si el gobierno no se amarra los pantalones, tendremos una tragedia descomunal con miles y miles de muertos y los muertos no producen porque no trabajan.
Eso no lo entienden los potentados, a ellos no les importan los contagiados, los muertos, a ellos sólo les importa el signo pesos, plata y más plata entrando a diario a sus arcas, es la avaricia, el combustible que en pocos días disparará la pandemia en Colombia.