La avaricia de Robert de Niro

La avaricia de Robert de Niro

Con una fortuna de 200 millones de dólares, el actor es acusado de quedarse con la propina de los meseros de sus restaurantes y de haberse robado un terreno en Antigua

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marzo 11, 2015
La avaricia de Robert de Niro
Foto: archivo imgkid.com

En 1980 Robert de Niro era el mejor actor del mundo. Su interpretación en Toro Salvaje llevó la actuación a límites insospechados. Para encarnar a Jake La Motta, el atormentado campeón de peso mediano que tenía como única virtud descocer a golpes a sus rivales, trabajó con Angelo Dundee, el mítico entrenador de Muhammad Alí y llegó a participar en tres campeonatos de boxeo en Brooklyn en donde ganó dos. El propio Dundee decía que De Niro podría estar perfectamente entre los 10 mejores boxeadores de su peso. Cuando todas las escenas de la época de esplendor de La Motta fueron filmados, el rodaje se detuvo durante dos meses para que el actor se fuera al sur de Italia, a atiborrarse de pastas y engordar 20 kilos.

Las hazañas físicas de De Niro se detuvieron ahí. En New York, New York aprendió a tocar con virtuosismo el saxofón y en Taxi driver duró vagando por las sucias calles del Bronx en un taxi destartalado durante cuatro meses. Le gustaba el turno nocturno en donde llevaba de un lado al otro a las putas que lo atiborraban de perico. Esas ojeras de Travis Bickle eran reales.

Él, tan tímido y mimado en la realidad, se desataba apenas un guion y una cámara le daban otra vida. Su relación con la fama nunca fue la mejor. Su genio atemperado no lo han hecho muy dado a las entrevistas. Lo que si dejaba claro cada vez que un micrófono se le acercaba era que él nunca se iba a vender al sistema. La actuación era para Bobby un acto sagrado. Él sólo se pondría en las manos de grandes directores como Scorsese, Bertolucci, Sergio Leone o Coppola. Nunca, diría en 1982, cuando ya su gordura había desaparecido para siempre, haría algo por dinero.

Treinta y cinco años después las cosas han cambiado. Entre las nuevas generaciones De Niro es mejor conocido por ser el suegro de Greg Focker que por haber ganado dos Óscar. Después de décadas en donde lo dio todo por sacar lo mejor de un personaje, decidió relajarse y aparecer en películas tan sólo por dinero. Obsesivo y tenaz como siempre ha sido, después de cumplir 50 años decidió volverse millonario. El objetivo lo ha cumplido con creces, se estima que hoy en día su fortuna ha llegado a los 200 millones de dólares.

Dueño de más de 30 restaurantes, entre los que se cuenta El Locanda verde, uno de los mejores de Manhattan, una docena de edificios y más de veinte empresas, De Niro sólo ve la actuación como una forma de generar más ingresos.

A pesar de su caudal monetario su fama de tacaño raya lo ridículo. En el 2009 los meseros de Nobu, la cadena de restaurantes de comida japonesa de la que él es máximo accionista, lo demandó por el hecho de retener las propinas que sus clientes les daban. Después del escándalo el actor tuvo que repartir dos millones y medio de dólares entre más de 200 empleados que habían resultado afectados por su avaricia.

Otros que pueden atestiguar lo amarrete que es son los choferes de Limosina de los Ángeles. Acostumbrados a recibir de parte de Brad Pitt, Jennifer Lawrence o Anthony Hopkins propinas superiores a los 500 dólares, los engalanados conductores deben conformarse con un apretón de manos y su típica sonrisa displicente.

Enfermo por el dinero, De Niro está ahora en el ojo del huracán por la inversión que acaba de hacer en Bermudas. En las tierras en donde alguna vez quedó el K-club, el refugio caribeño de Lady Di, el protagonista de Novecento, junto con un socio australiano, invirtió 230 millones de dólares para crear un complejo hotelero al que bautizará como Paradise found. El problema es que, valiéndose de su fama, usurpó las tierras que le pertenecían Antigua y Bermudas sin pagar el precio estipulado y dejando claro en el leonino contrato que le pertenecerán por los próximos 2 siglos. Aunque el primer ministros de esas islas se opuso férreamente al proyecto, ya no hay vuelta atrás.

De ahora en adelante, para buscar noticias sobre Bobby, tendremos que buscarlas no en revistas especializadas de cine sino en Forbes o en Fortune. Aunque desde el año pasado hay rumores de que volverá a hacer una película de mafiosos con su amigo Martin Scorsese, De Niro está prácticamente jubilado.

Hemos perdido a un gran artista y en su lugar hemos ganado a otro feroz financista y especulador, de esos que han convertido al mundo en una selva en donde siempre gana el más fuerte.

 

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