Kenny Tsui, presidente de la comunidad china en Colombia, dueño del restaurante Cooking Taichi, el más auténtico de los restaurantes chinos de Bogotá y gerente de Kenny International Ltda, una empresa de exportaciones e importaciones en Hong Kong, es la cara firme de la colonia que cuenta con comerciantes dispuestos a hacer lo que sea por no abandonar sus locales en San Victorino. Allí trabaja otro chino duro, Jin Weiquang –quien llegó al país hace ocho años y viaja mensualmente a China de donde trae diez toneladas desde Hong Kong hasta Buenaventura.
A este se suma una nueva figura y es un enigmático nombre conocido como Wanda, que solo él tiene 40 locales en toda la ciudad. Aunque mucho de éstos han sido objeto de extinción de dominio por sus orígenes oscuros, hay denuncias de los contactos de los chinos con la Sociedad de activos especiales, que les ha permitido conservar los locales. De allí a que en este momento se viva una verdadera avanzada de los orientales en el mercado minorista.
Los comerciantes colombianeos de San Victorino no están dispuestos a quedarse quietos y dejarse quebrar. El cucuteño Yansen Estupiñan, jefe de operaciones y supervisor del Gran San se ha convertido en el vocero y se ha dedicado a documentar los cruces que tienen los chinos con la Sociedad de Activos especiales.
Está empeñado en hacerle ver al gobierno y al congreso la dimensión del problema buscando que exista una equidad en las condiciones que le exigen a los nacionales y a los asiáticos y les exijan pagar renta, IVA, industria y comercio además de los requisitos de la legislación laboral.
Se trata finalmente de una pelea de contrabandistas contra el comercio legal que tiene al menos tres años de tensión. En mayo del 2016 fue su primera gran ofensiva cuando los chinos pagaron una prima de $1.200 millones para tomar en arriendo cuarenta locales del centro comercial Monterrey, en pleno corazón de San Victorino. Llegaban con billete en efectivo dispuestos a comprar todo. Los comerciantes de la zona sintieron una invasión incontrastable.
Desesperados, el 16 de mayo del 2016 los comerciantes de San Victorino decidieron hacerse oir. Salieron a protestar con pancartas, “Yo compro colombiano, ¿y tú?” y algo más agresivo: “Fuera chinos de Colombia”. Fue entonces cuando Kenny Tsui apareció a intentar mediar y se convirtió en la cara visible de los chinos en Colombia.
La verdad es que es difícil competir contra los chinos. Un jean un comerciante colombiano de la zona lo puede vender, por barato, $ 25 mil pesos. Los chinos pueden bajar a $12 mil. Esto le garantiza que podría ganarse $ 2 mil pesos por Jean pero apuntarle a una mayor cantidad de prendas, mientras que el colombiano tiene mucho menos cartas para jugar.
El truco radica en las importaciones semestrales de cachivaches que alcanza hasta las 10 toneladas que llegan por Buenventura, donde personajes como Ambuila juegan un rol de complicidad fundamental. Los comerciantes nacionales son creativos con estrategias como El gran madrugón que cada miércoles ofrece rebajas espectaculares que anima a viajar a Bogota a propietarios de pequeños negocios de todos los rincones del país. Las ventas empiezan a las 4 am y se prolonga durante cinco horas. Un esfuerzo que no siempre compensa por la agresividad de los chinos que logran mantener los precios bajos durante los 365 días del año.
Las quejas de los comerciantes de San Victorino sobre la práctica de competencia desleal han sido escuchadas por la autoridades. El ex ministro de hacienda Mauricio Cárdenas se puso incluso al frente de uno operativo que logró desmantelar uno de estos grandes depósitos de electrodomésticos de contrabando y otras con prendas. La policía fiscal decomisó últimamente 297 mil prendas en las bodegas de San Victorino.
Pero se trata de actuaciones puntuales que no tienen continuidad, mientras lo chinos avanzan en su ofensiva. La queja de los comerciantes de San Victorino no se detiene y advierten incluso que en el último año han perdido el 70% de las ventas.
La próxima semana los dueños de negocios de San Victorino volverán a la calle a exigir que la avanzada China, que cuenta con 3.000 comerciantes asentados en la capital, retroceda. Si no interviene el gobierno la pelea estará completamente perdida.
