Los judíos celebran este año la fiesta de las luces (también conocida como Hanukkah) del 22 de diciembre hasta el lunes 30. Esta fiesta, también llamada de la Dedicación del Templo, Jesús la conmemoró según el evangelio de San Juan 10:22,23, que dice: “Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el templo, en el pórtico de Salomón”. Así queda demostrado que la Navidad no tiene un origen pagano, como se ha especulado, sino que tiene fundamentos bíblicos e históricos, por lo que hay que resaltar la autenticidad de esta festividad de fin de año, como lo veremos más adelante.
Los evangelios sinópticos narran el nacimiento de Jesús, cuya celebración la mayoría de cristianos la realiza el 25 de diciembre, a lo cual se le debe agregar que en algunas ocasiones la fiesta judía de las luces o Hanukkah coincide con la Navidad cristiana como va a ocurrir en este año 2019. Advirtiendo que grupos evangélicos fundamentalistas confunden bastante con el supuesto origen pagano de la Navidad y todo lo que tiene que ver con la terminación del año.
La conmemoración judía de las luces fue el resultado de una gesta heroica de Judas Macabeo, que en el año 164 a.c logró liberar a Palestina del paganismo helénico, que era impuesto por el rey seléucida, Antíoco IV Epifanes, el cual había ordenado construir un templo a Zeus en Jerusalén.
Los señalamientos que se le hacen a la Navidad acerca de su origen pagano por parte de algunas sectas religiosas y grupos anticristianos, diciendo que el Imperio romano acomodó la fiesta de Mitra, dios persa del sol, al nacimiento de Jesús, no son ciertos, porque fue hasta el año 274 d.c a instancias del emperador Aureliano que la fiesta del sol pasó a ser parte del Imperio, consagrando la autoridad del sol-invictus como culto oficial estatal dedicándole el campo de Marzio. Sin embargo desde mucho antes los cristianos ya celebraban el nacimiento de Jesús en la fecha que conocemos hoy.
Los primeros cristianos conmemoraban la fiesta Judía de Hanukkah o de las luces, como Jesús había enseñado, por esas circunstancias fue que Teófilo de Antioquia, propuso entre los años 171 y 183 d.c celebrar la Natividad el 25 de kislev del calendario judío, que coincide con la fiesta luminaria, sabiendo que Jesús es la luz del mundo, y esa iniciativa fue acompañada por San Hipólito de Roma tomando como fecha la propuesta anterior, ello ocurrió aproximadamente en el año 204 de nuestra era.
Con lo anterior se desprende que parte de la confusión sobre la Navidad, se presenta porque la Biblia evangélica, solo tienen 66 libros, pues en el año de 1862 las Sociedades Bíblicas le sustrajeron los llamados libros apócrifos, en donde se encontraba 1 y 2 de Macabeos, los cuales hacen mención a la fiesta de las luces en primera de Macabeos 4:36,52-59 y la segunda en 1:18; 10:5. Las sociedades Bíblicas Unidas en una edición de Reina y Valera llamada “la Biblia del siglo de Oro” en el 2009, se arrepienten e incluyen nuevamente los libros Deuterocanónicos o apócrifos entre ellos los dos de Macabeos.
Ante esa situación con la Biblia, al no conocerse todos los libros por parte de las denominaciones evangélicas, ello ha sido aprovechado por sectores marginales y fundamentalistas religiosos, para decir que el 25 de diciembre día del nacimiento de Mitra dios iraní de la luz y dedicado al sol, fue la base para instituir la natividad de Jesús, lo cual no es verdad.
Es bueno referirse a algunos Evangelios apócrifos, que sirven de consulta para conocer más sobre el nacimiento de Jesús, como es el caso del evangelio Armenio de la Infancia que en el capítulo 8 versos 5 y 6, habla del frío que hacía por ser invierno y que la fecha fue el 21 del mes de Tébet, o sea el 6 de enero, además habían pastores y boyeros que habitaban y trabajaban en los contornos, e hicieron un pesebre, también en el capítulo X habla de los pastores que vieron y adoraron al niño.
El capítulo once del mismo evangelio armenio menciona a los tres reyes magos que visitaron al Mesías, y sus nombres eran Melkon de los persas, Gaspar de los indios; y el tercero Baltasar rey de los árabes, así mismo el evangelio apócrifo de pseudo-Mateo, el cual es tomado como referencia por el Corán, libro sagrado del Islam, se refiere al buey y al asno que adoraron al niño, cumpliéndose lo dicho por el profeta Isaías en 1:3 “el buey conoce a su dueño, y el asno al pesebre de su Señor”
No hay duda que la purificación del templo judío o fiesta de las luces en el año 164 antes de Cristo, instituida por Judas Macabeo, tiene que ver indiscutiblemente con la celebración del nacimiento del salvador, pues en esa ocasión durante 8 días se pudo encender el candelabro del templo, con el aceite que no alcanzaba sino para un día, siendo la fiesta de Hanukkah el 25 de kislev tercer mes del calendario hebreo entre finales de noviembre y fines de diciembre del calendario gregoriano.
La encarnación del hijo de Dios, es un acontecimiento trascendental que busca la armonía universal entre los seres humanos, sin importar las creencias religiosas, recalcando que en todas estas festividades, hay que recordar que Jesucristo es el sol de Justicia y la luz del mundo, por lo tanto se deben de superar los sofismas que se tejen alrededor de la Navidad y las fiestas de fin de año, porque existe la tradición, la palabra de Dios y el magisterio de la Iglesia, que durante 2000 años, han servido para guardar el depósito de la fe.
San Pablo en la segunda carta a Timoteo 3, 16 dice “toda la escritura es inspirada por Dios” lo cual conduce a una pregunta: ¿de cuál escritura habla el apóstol? Indudablemente que de la Biblia Septuaginta o de los setenta, que fue la traducción de los textos antiguos del arameo y hebreo al griego, cuya terminación fue alrededor del año 100 a.c, esa Biblia fue la que utilizó Jesucristo y la Iglesia primitiva, y ahí se encontraban los libros deuterocanónicos que muchos siglos después fueron retirados en 1862 por las Sociedades Bíblicas Unidas, incluyendo el de Macabeos que hace alusión a la fiesta judía de las luces o el Hanukkah que coincide con la Navidad cristiana.