Con la reciente llegada de la familia Gilinski al corazón del GEA, por derecho propio, da inicio a una nueva etapa en la historia empresarial antioqueña y de paso nacional. Cabe recordar que el Grupo Empresarial Antioqueño GEA, antes sindicato Antioqueño, fue el resultado del enroque accionario que se materializando en los años ochenta para prevenir tomas de control hostiles. Mediante la implementación de una versión criolla del modelo japonés keiretsu, Antioquia consiguió consolidar un conglomerado de compañías, líderes en sus industrias que han irradiado mucho bienestar a su comunidad.
¿Qué Pasó? Esos prohombres que consolidaron el empresariado Antioqueño del siglo XX ya no están. En la medida en que se fueron retirando o muriendo, se concentró el poder del grupo, en cabeza de directivos que ocuparon esos vacíos. El más destacado fue Nicanor Restrepo. Un hombre muy inteligente y pasional, que supo moverse en el mundo político y empresarial como pez en el agua. En lo político, la defensa que haría de Antioquia frente al gobierno nacional fue invaluable, pero la malquerencia y los enfrentamientos con el expresidente Uribe, hicieron mucho daño. Quizás su mayor acierto empresarial, fue la compra del Banco de Colombia a Jaime Gilinski y su mayor desacierto, no haber permitido que los directivos más sobresalientes de la organización lo pudieran llegar a opacar. Posiblemente el más influyente de los sucesores de Restrepo fue José Alberto Vélez, ambicioso ejecutivo que desde temprana edad supo, que la clave de su ascenso en este complejo entramado societario y opaco gobierno corporativo, dependía de su capacidad para lograr consolidar el poder entorno a él, y en promocionar los sucesores adecuados que guardaran completa lealtad al modelo de enroque.
¿Por qué pasó? Los tiempos cambiaron y la Colombia paternalista y proteccionista quedo atrás, dando paso a una economía competitiva y globalizada. El GEA se fue poblando de ejecutivos y directores competentes a la hora de producir y vender cemento o galletas, pero que carecían de visión estratégica y global; función supuestamente delegada en Grupo SURA, quien debió haber supervisado las matrices de riesgo e impulsar los planes estratégicos. La anterior afirmación se evidenció con los pésimos resultados de las operaciones de M&A (Fusiones y Adquisiciones) del grupo, como las compras de: las concreteras en EEUU, la operación de ING, el HSBC Panamá y Hamburguesa del Corral, entre otras. Todas esas transacciones llevaron a las compañías del grupo a un elevado endeudamiento y a recortar los dividendos, realidad que se vio reflejada en el precio de las acciones y en la reputación de la organización. En los últimos 5 años no hay una sola transacción rescatable y el crecimiento orgánico no alcanzo los dos dígitos. A manera de ejemplo, Nutresa siguió acumulando efectivo, para el cierre el 2021 más de $1 billón en caja, dinero que se debió destinar a dividendos y/o recompra de acciones y/o adquisiciones. Tal vez, los actuales CEOs centraron su estrategia en controlar el gasto, típico de un micro manager, olvidando su responsabilidad con el accionista.
¿Existen responsables? Sí, son aquellos que destruyeron valor con sus mal planeadas e improvisadas decisiones, pero que se salvaron de un juicio porque los gobiernos corporativos de las compañías del GEA estaban cruzados a manera de “tu me ayudas yo te ayudo”. Hasta para negociar los planes de retiro, recurrieron a la “puerta giratoria”.
¿Hay valor en el GEA? Sí y mucho. Fue justo eso lo que vieron los Señores Jaime y Gabriel Gilinski, unos expertos en M&A, con una trayectoria llena de transacciones exitosas. El análisis fue simple, las sumas de las partes velan el verdadero valor. Hoy es predecible que los Señores Gilinski actuarán como dueños, exigirán resultados, señalarán responsables y nos darán una clase de M&A. Su utilidad será descomunal, que esperamos vaya acompañado de bienestar para Antioquia y Colombia, como se ha hecho en el pasado.
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