La aterradora advertencia del secretario general de la ONU sobre el destino de la humanidad

La aterradora advertencia del secretario general de la ONU sobre el destino de la humanidad

Aunque la población mundial va en aumento y alcanzará los 8000 millones de personas, el hambre, la migración, las guerras y los desastres se han saludo de control

Por: César Curvelo
diciembre 07, 2022
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La aterradora advertencia del secretario general de la ONU sobre el destino de la humanidad

Ocho mil millones de peregrinas aves de paso ─sí señor: eso es lo que en últimas somos─, habitantes en viviendas, recovecos y calles de ciudades y campos, la gran mayoría inquilinos del superconjunto residencial 5A, el de los 5 continentes que comienzan con A, la primerísima, popular y femenina letra del alfabeto, por lo menos en nuestro castellano puro y llano: Asiateura (Asia y Europa pegadas como uña y mugre), Aviayala, África, Australia y Antártida. El resto está por fuera de estos bloques de tierra emergida rodeados de océanos por todos lados. Son quienes se encuentran en islas, vuelan en aeronaves o navegan en barcos por los siete mares. Por cierto, también hay siete astronautas en el espacio exterior, en la Estación Espacial Internacional.

A principios de noviembre de este 2022, António Guterres, secretario general de la ONU, dijo: “A mediados de noviembre, la población mundial alcanzará la cifra de ocho mil millones de personas, lo que da testimonio de los avances científicos y las mejoras que se consiguieron en materia de nutrición, salud pública y saneamiento. Sin embargo, a medida que aumenta la familia humana, también se vuelve más dividida. Miles de millones de personas tienen graves dificultades; cientos de millones pasan hambre e incluso hambruna. Hay cantidades sin precedentes de personas en tránsito, en busca de oportunidades y tratando de superar deudas y penurias, guerras y desastres climáticos. A menos que reduzcamos el enorme abismo entre los que tienen y los que no tienen, estamos allanando el camino hacia un mundo con ocho mil millones de habitantes dominado por tensiones y desconfianza, crisis y conflicto” *

Palabras acusadoras, angustiosas, acuciantes, que convocan a que nos despertemos y pellizquemos.

Veamos qué podemos hacer para tratar de remediar el deplorable estado de cosas en que está inmersa la gente desfavorecida por la diosa fortuna.

Es muy denigrante, por ejemplo, que en la sociedad (¿humana?) sigan muriendo niñas y niños por desnutrición derivada de física hambre.

Tanta corrupción, desigualdad, egoísmo, injusticias, violencia y conflictos que podríamos solucionar si pusiéramos de nuestra parte.

Y seguimos aquí. Con mínimas y mezquinas alternativas de cambio. A veces vamos con el ánimo por el suelo, congelados por el miedo, prisioneros de la apatía y la anomia, cruzados de brazos, viendo el mundo pasar y pasar.

Justifica todo esto hacer el enésimo pare-análisis-meditación en el camino y revisar la visión de hacia dónde deseamos ir, y tratar de proyectar hacia dónde iremos a dar con mayor probabilidad. Dos cosas bastante distintas, por regla general. Por desgracia.

Veamos una historia “intelígena” que viene al caso.

Los primeros terrícolas fueron los australopitecos. O austrolígenas. Para abreviar: hombres del sur, en este caso, de África. Recordemos que Adán y Eva fueron negros. Muchos siguen allí, en el territorio salvaje de chimpancés, búfalos, rinocerontes, gorilas, jirafas, leones, leopardos, guepardos, hienas, elefantes, dingos, ñúes, cebras, impalas, suricatos, etc. Les podemos decir afrimorenígenas. Porque también hay afrimestizígenas, afriblanquígenas, africobrelígenas, etc.

Hubo una diáspora Homo sapiens hace unos 200.000 años desde el afectuoso Continente de la Simiente hacia el resto del globo terráqueo. Por eso hay indígenas (¡esos sí!) en la India, caucasígenas en Europa, amarillígenas en el este asiático. Y en nuestra Aviayala están los avialígenas, mal conocidos como “indígenas” por los medios que sabemos y una mayoría que se traga el sapo entero. Incluso por avialígenas que comen del cuento y se achantan el guante del malgentilicio sin el menor esquive, defensa o réplica. Como en el caso de los del partido político MAÍS, Movimiento Alternativo “Indígena” y Social.

Craso error ocasionado por el hambriento de oro Cristoforo Culomborombón y su pandilla de secuaces, quienes creyeron que las islas vistas desde las naos Pinta, Niña y Santa María eran de la India. Luego se cayó en cuenta de la equivocación, pero igual se les siguió llamando “Indias Occidentales” a las islas del Caribe y las Bahamas; están al este de Méjico, luego para los aztecas son orientales. Nuestra Ciudad Calamarí ─Cartagena, y ya sabes que hay otra en España─, arrastra el remoquete “de Indias”. Y a los seres humanos aborígenes se le llamó “indios”. Ahora son meros “indígenas”. En resumen, los criollos alcahuetearon la palabrucha y henos aquí todavía en este debate de forma sustancial y contenido ideológico.

Fuimos bárbaros y luego nos proclamamos “civilizados”, según la historia mal contada que vemos en libros y documentales. Pongo “civilizados” entre comillas debido al criterio de Konrad Lorenz según el cual nosotros no somos aún seres humanos, sino humanoides, eslabones perdidos entre nuestros antecesores simios y los futuros hombres realmente humanos.

Debemos aceptar el reto de convertirnos en verdaderos seres humanos, tal como planteó en su etología desafiante el Premio Nobel de Medicina de 1973 ─el mencionado Lorenz─, compartido con Nikolaas Tinbergen y Karl von Frisch.

Rechacemos los malos pensamientos.

Mejoremos, así sea un tris cada día.

Saquemos a relucir la luz cordial de la paz total.

Ganaríamos todos y todas en nuestras familias y vecindarios.

(*) https://news.un.org/es/story/2022/11/1516797

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