Para nadie es un misterio lo que la sigla FARC significa en el imaginario colectivo de los colombianos. Al ver dicha sigla muchos recuerdan las tomas a los pueblos y ciudades, las pescas milagrosas, el Nogal, los once diputados... en fin, un sin número de sucesos que durante años (e incluso aún) los ha colocado como el mismo demonio sobre la tierra.
Teniendo en cuenta esto, debo afirmar que me parece una apuesta interesante pero arriesgada que las FARC para su paso a la "vida política" contemple la idea de mantener las siglas que los identificó como grupo armado para esta vez llamarse Fuerza Alternativa Revolucionaria de Colombia. A continuación expondré los motivos de dicha afirmación.
Se me hace una apuesta interesante debido a dos motivos:
1. Las siglas revelan que las FARC a pesar de su paso a la "vida política" desean mantenerse como una alternativa revolucionaria. Esto significa que la "vida política" será una manera en donde se busquen formas "distintas" y "revolucionarias" de llevar las riendas políticas de un país. Serán el ejemplo más claro de aquella idea de Clausewitz de que "La política es la continuación de la guerra por otros medios".
2. Como mencioné en un principio la sigla "FARC" infunde odio, temor, y por qué no, admiración en muchos otros. En ese sentido mantener esa sigla como apuesta resulta interesante en tanto abre un camino (y una obligación) para que los miembros de este movimiento político empiecen a desdibujar esos temores y odios que puede generar esa sigla. De igual manera es oportunidad para aprovechar la admiración que otras personas les tienen. Es decir, es un reto de "marketing político" que los obligará a ser creativos y recursivos.
Por el lado de la afirmación de que es una apuesta arriesgada, vuelvo a la idea central de este texto. En un país tan polarizado, con discursos que han atacado constantemente al proceso de paz y en donde además la sigla FARC ha significado tanto odio y temor; mantener esta sigla puede traducirse en una manera de echarse la soga al cuello antes de empezar la carrera política. Es abrir un abanico de posibilidades en donde el discurso, sus lideres e incluso el mismo movimiento nunca logre desligar su futuro y presente de aquella imagen de terror.
"El que es no deja de ser" es un refrán popular en nuestro país, y posiblemente muchos lo vean como una manera de pensarse a las FARC en su vida política. A pesar de lo arriesgado que pueda ser mantener esa sigla hay muchos motivos por los cuales celebrar. Uno de ellos es el paso a la vida política de las FARC, es decir, lograr su desarme, y otro de estos es ver que se abre un camino interesante en la política colombiana para los siguientes años, camino que habrá significado cerrar uno de los capítulos más oscuros de nuestro país.