Yo ni siquiera me imaginé que a Petro le esperaba, a su regreso de la cumbre de presidentes convocada por Lula, una brutal arremetida de la derecha. Si era consciente de que a Washington dicha cumbre no le gustaba ni un poquito, porque la realización de la misma afianzaba el indudable el liderazgo político del presidente brasileño y la servía de poderosa caja de resonancia a sus llamadas a la unidad de nuestro continente en una coyuntura mundial en la que la misma resulta más necesaria y urgente que nunca. Y le gustaba aún menos que uno de los invitados de honor fuera Nicolás Maduro, a quien, tanto Trump como Biden, han hecho todo lo que ha estado en sus manos para derrocarlo.
Pero Washington se tuvo que tragar su desacuerdo con la Cumbre de Brasilia porque, con buen tino político, Lula invitó también a gobiernos de una fidelidad sin fisuras a sus estrategias: Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay y el mismísimo Chile. Todos ellos aceptaron igualmente la invitación, porque les habría resultado muy difícil explicar porqué la rechazaban y porque esperaban además actuar como solapados saboteadores de la llamada a la unidad continental. Que fue lo que efectivamente hicieran los presidentes de Chile, Paraguay y Uruguay, quienes intervinieron en la cumbre nada más que para formular críticas violentas al presidente Maduro y lamentar su presencia en la misma. Fracasaron: Argentina, Brasil y Venezuela acordaron relanzar a Unasur y el presidente Petro anunció su intención de incorporar lo más pronto posible a Colombia a esta importante asociación económica.
No pudo sin embargo comunicar como le hubiera gustado a la opinión pública nacional una noticia, que alegra a todos los que apostamos decididamente por la unidad con los pueblos hermanos, antes que con la potencia del norte que, como bien se sabe, está empeñada en mantenernos enfrentados entre nosotros y alineados incondicionalmente con ella en la guerra de cuarta generación que está librando actualmente en el mundo para perpetuar su hegemonía.
El fiscal Barbosa que elevó, con la complicidad del poder mediático, a la altura de gravísima crisis nacional los confusos acontecimientos protagonizados por la asesora presidencial Laura Sarabia
Se lo impidió, como ya dije, una arremetida de la derecha tan brutal como bien coordinada y sincronizada. En el primer episodio de la misma tuvo un papel muy destacado el fiscal Barbosa que elevó, con la complicidad del poder mediático, a la altura de gravísima crisis nacional los confusos acontecimientos protagonizados por la asesora presidencial Laura Sarabia, el embajador en Venezuela Armando Benedetti y la niñera Marbelys Meza. Acontecimientos que aprovechó para acusar sin fundamento al gobierno nacional de haber ordenado tanto las pruebas de polígrafo que se le practicaron a la polémica niñera como las “chuzadas” de su teléfono. Para hablar de “desgobierno” y para acusar cínicamente a Petro de practicar la “para justicia” (¡!). Precisamente él, que es el fiscal general que poco o nada ha hecho en los años de su mandato para identificar y llevar ante la justicia a los autores intelectuales y materiales del millar de asesinatos de lideres populares y firmantes de los Acuerdos de paz. En la madrugada de ayer y en una vereda de San José del Guaviare, dos sicarios que se movilizaban en moto, mataron a un hombre, a una mujer y a una niña. La masacre de cada día.
Petro resolvió de un golpe el enredo: destituyó fulminantemente a la asesora y al embajador e invitó a la Fiscalía a aclarar lo que realmente ha sucedido. Pero estas decisiones no han hecho desistir a la derecha dura y pura. Inmediatamente después le dieron gran despliegue a una encuesta que demostraría la creciente impopularidad de Petro y el desacuerdo mayoritario con las reformas en las que está empeñado e inclusive con su deseo de alcanzar la Paz total. A la encuesta le siguió la decisión coordinada de todos los noticieros del país de ceder la mayoría de sus espacios a los voceros del mal llamado Centro Democrático para que se despacharan a gusto contra el presidente Petro. Y no hay que olvidar que Barbosa ya radicó en la comisión de investigación de la Cámara de Representantes una acusación contra él por violar el principio de separación de poderes por la invitación que Petro le hiciera a aclarar las denuncias de hechas por el periodista Gonzalo Gillén. . Y menos pasar por alto que la ceremonia de la confusión sigue oficiándose en los medios.
Por lo que se ve la derecha ha puesto en marcha una estrategia que tiene como objetivo máximo lograr la destitución vía judicial del presidente y como objetivo mínimo: acosarlo a tal punto con escándalo y querellas interminables que le sea prácticamente imposible gobernar. Es la misma estrategia empleada en el Perú, copia de la que en su día aplicó Laureano Gómez: “hacer invivible” a la república liberal. ¿Y el gringo? “El gringo ahí”, como decía el malogrado Jaime Garzón.
